“Juemadre, mi vida cambió mucho”. Eh, eh, epa Colombia
Opinión

“Juemadre, mi vida cambió mucho”. Eh, eh, epa Colombia

“Éramos de una clase muy baja, pero ahora estamos en clase media. Tomábamos aguadepanela, al almuerzo eran casi siempre menudencias y no teníamos para comer”, Daneidi Barrera

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enero 04, 2017
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Mientras la mayoría se ocupa de insultar a Daneidi Barrera, la youtuber de “Eh eh epa Colombia”, nadie se interesa siquiera por saber quién es ese ser humano que pese a su juventud pareciera tener el cuero curtido porque no le importan los calificativos que no la bajan de ‘guisa’ y de ‘ñera’ por su estilo.

Ahora resulta que todo el mundo es estrato seis, creció con toda la etiqueta y muy pocos han pasado hambre y necesidades como Daneidi Barrera y su familia. La entrevisté y les quiero contar su historia, porque a veces se nos olvida qué sociedad estructura a nuestro país.

La “Chamita Cheers”, como se llama en YouTube, es hija de Germán Barrera y Martha Rojas, una pareja de venezolanos que llegaron a Colombia hace muchos años —ella no sabe cuántos— y se instalaron en el barrio Bochica-Chircales, al sur de Bogotá buscando establecer su hogar y un mejor futuro.

Daneidi nació hace 19 años en la Clínica Materno Infantil, dice ella, tiene dos hermanos mayores (24 y 22 años), y uno menor de seis. Cuenta que desde pequeña ha tenido una personalidad diferente. No le importaba nada, pero siempre ha esperado cosas grandes; así se ha mentalizado. Sus papás le han enseñado a no creer en todo el mundo. “Mi  mamá siempre me dice ‘usted está para grandes cosas’ y las mámás siempre tienen la razón. Todos los días mis papás me dicen que hay que aprender a tener personalidad y no vivir del qué dirán. Que hablen bien o hablen mal, pero que hablen”. Y claro que ella lo ha aprendido.

“Cuando tenía diez años jugaba fútbol y a mi mamá le decían que yo iba a ser machorra y por eso me matriculó en porras a los doce. No me gustaban, pero aprendí y me convertí en flyer; yo era la que botaban para arriba” y se ríe. Cuando no había dinero para pagar en la liga, entrenaba con dos amigas en un parque. Un día pasó un señor en moto y le ofreció ayuda; era el dueño de la escuela de formación “Lobos all star” que ya no existe. También pasó por otras.

Escucharla hablar con su estilo y su lenguaje permite deducir sus orígenes. Como la misma Chamita Cheer lo cuenta, “éramos de una clase muy baja, pero ahora estamos en clase media. Tomábamos aguadepanela, al almuerzo eran casi siempre menudencias, menudencias, menudencias y no teníamos para comer”.

¿Les suena ajena esta historia? Para quienes están matoneando a esta joven representante de una clase social mayoritaria no solo en Colombia sino en América Latina, les quiero recordar que esas son nuestras bases y que nos equivocamos cuando pretendemos desconocer nuestras propias realidades. O díganme si lo que sigue contando ella a continuación no es el diario vivir de millones de compatriotas:

“Mi mamá aprendió a coser a los dieciséis años; ella le pedía a Dios que le ayudara. Mi papá con los ahorros de su trabajo en una panadería compró un taxi de segunda, luego lo vendió y con esa plata compró cuatro máquinas. Comenzaron juntos su fábrica Germar, marca salida de la unión de sus dos nombres, creada para hacer bluyines; buscaron negocios como satélite; así la mamá ahorró y compró dos rollos de tela; pasó de hacer cien pantalones a hacer trescientos y luego mil”, cuenta.

 

Desde los siete años, Daneidi
y sus dos hermanos mayores ayudaban a pegar botones y pepitas
para decorar los jeans

 

Desde los siete años, Daneidi y sus dos hermanos mayores ayudaban a pegar botones y pepitas para decorar los jeans e ir con sus papás a trabajar desde las tres de la madrugada hasta las doce del medio día al famoso “madrugón” en San Victorino, donde con su particular tono la Chamita Cheers voceaba “a la orden los pantalones de niño y niña”.

Conocida esta historia, la que cada ser humano tiene detrás de lo que sea que lo destaque, personalmente creo que debe ser muy doloroso recibir todos los improperios de los que ha sido objeto esta guerrera de la vida. Perdón, pero no incita a nada malo; es su estilo, punto. A mi no me gusta, pero lo respeto. ¿Muy difícil respetar a los demás si no nos están haciendo daño? ¿Si sus gustos no son los nuestros y nosotros no vamos a hacer lo mismo, cuál es el lío? Sin embargo, así sea molestando oigo a todo el mundo con el epa epa epa, rico rico rico… Y se divierten, ¿o no?

Le pregunté con insistencia si no le dolían esas burlas, esas ofensas y me contestó con mucha firmeza: “no me dolieron, no me hicieron sufrir. Soy fuerte porque oro mucho con Dios que me saque adelante, que me dé todo. Sé que causo polémica, pero los comentarios son tan fuertes que me impulsan a seguir adelante; no me he sentido muy herida”. Ahí, con ese “no me he sentido muy herida” supe que sí la han lastimado, pero también estoy convencida de que después de pasar hambre y dificultades, cualquier cosa es superable y en ese trabajo está.

Su video colándose en Transmilenio es para ella una aventura más. “Quién no se ha colado en Transmilenio”, dice. Tal vez, para un sector es impensable; en el mundo en el que ha crecido y vive ella sí es normal, por necesidad o travesura, y es lo que hay que analizar. “Por qué todo el mundo no mira lo bueno. Tienen que buscar lo malo”, dice.

A todos los que están aterrados por la popularidad del eh eh epa Colombia, rico rico rico sería que pensaran que si bien no es ni teatro, ni ópera, ni zarzuela, sí es la representación y el gusto de un sector social invisible para ellos, pero profundamente evidente en la sociedad colombiana. Les recuerdo que sus gustos, su cultura, no son los de todo el mundo y de paso les cuento que en el histórico digital de Blu Radio, dos entrevistadas han batido récord: la actriz porno colombiana Esperanza Gómez como la más replicada, y Daneidi Rojas) como la invitada que ha suscitado más comentarios. ¿Y esto qué les dice? Pues que ese es nuestro país con sus preferencias y sus realidades, y no porque un medio las muestre, sino porque están ahí, porque existen.

Daneidi estudió en el colegio Alfredo Iriarte, institución de educación distrital en la localidad Rafael Uribe. Hoy adelanta en el Sena Entrenamiento Deportivo, una carrera tecnológica que dura dos años y medio, de los cuales le faltan dos meses para seguir con sus prácticas. Está buscándolas y confiesa que está abierta a las ofertas para ahorrar y poder hacer la licenciatura profesional en Educación Física. Ella quiere seguir con sus videos, pero está buscando trabajo. ¿Quién dijo yo?

De Daneidi lo único que me inquieta es que no sepa manejar este breve momento de exposición que podría traerle beneficios ya; ojalá que la asesoren bien. Cumplirá 20 años el próximo 9 de julio y pueda que su estilo no le agrade a todo el mundo, pero ella representa un sector social de pocas oportunidades que ha encontrado en las redes sociales el medio para —de alguna manera— hacerse visible y recordarle a todo un país de qué mayorías está hecho.

 ¡Hasta el próximo miércoles!

Publicada originalmente el 22 de junio de 2016

 

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