Humberto Petro Betancourt, el maestro que cambió la imagen del revolucionario

Humberto Petro Betancourt, el maestro que cambió la imagen del revolucionario

Ante todo fue un humanista, que desde la educación se atrevió a decir que para hacer la revolución no solo había que estudiar sino vestir bien

Por: Ramiro Guzmán Arteaga (*)
diciembre 10, 2018
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Humberto Petro Betancourt, el maestro que cambió la imagen del revolucionario

El profesor Humberto Petro Betancourt murió a las 9:10 de la mañana del sábado 17 de noviembre, dejando una obra admirable, que no es posible narrarla en forma lineal para no correr el riesgo de caer en errores al intentar soltar el nudo de los formalismos cronológicos.

Lo conocí haciendo parte de las tertulias en el restaurante Zaiza de Montería (Córdoba), de propiedad de mis padres, que en los años 70 y 80 era un punto de encuentro de intelectuales, profesionales, políticos y deportistas, en el que se analizaban las noticias del día y las decisiones que marcaban la vida del país.

Desde la cercanía de nuestras familias, puedo decir que su mayor mérito fue haber llegado a la Normal Guillermo Valencia y al Colegio Nacional José María Córdoba (Conalco), con ideas revolucionarias, pero desde un enfoque social demócrata avanzado y civilista.

Lo hizo apartado de la ortodoxia marxista leninista que para entonces había permeado el movimiento estudiantil, obrero y campesino por la influencia del triunfo de la revolución cubana (1959) y los grandes movimientos estudiantiles en Francia de los años 60. En esta tarea estuvo acompañado de sus amigos de infancia y colegas de toda la vida: Alberto Gómez Martínez y Gustavo Ossio Buelvas.

El profesor Ossio Buelvas explica que “con Humberto en la Nacional y nosotros en la Libre, compartíamos esas marchas estudiantiles que reclamaban mayor autonomía, reformas y democratización de la educación, y que estaban imbuidas por ideas de izquierda, pero de una izquierda democrática”.

Recuerda que “García Márquez  estaba en su apogeo [el Boom de la Literatura Latinoamericana estaba en su furor], el padre Camilo Torres era el capellán de la universidad Nacional, y Orlando Fals Borda el decano de la Facultad de Sociología. De modo que Humberto, Alberto y yo asistíamos a las conferencias del padre Camilo, conferencias con participaciones multitudinaria dado su carisma y liderazgo casi natural”. Posteriormente Camilo Torres se fue para la guerrilla del ELN y lo mataron en el primer combate, en Patio Cemento, el 15 de febrero de 1966.

Camino a la docencia

Volviendo la vista atrás, Humberto Petro Nació en Montería, el 5 de junio de 1942, en una casa ubicada entre las calle 34 y 35 con carrera cuarta; por eso pasó gran parte de su infancia en la zona de influencia de la “Plaza Grande” o “Montería Moderna”, un punto de encuentro, en donde creció Jugando pelota de caucho y fútbol, con su hermano Hernando Petro Betancourt y sus amigos.

Con Alberto Gómez había cursado  primaria en el colegio Antonio Vanderbilt, que quedaba en la esquina de la Plaza de la Cruz, luego de haber sido trasladado desde la calle 33 y 34 con carrera 7. Mientras que Gustavo Ossio había cursado la primaria en el Colegio Departamental, dirigido por la profesora “Conchita” Mendoza, ubicado donde hoy se encuentra el Comando de Policía metropolitana. En 1955 Humberto y Gustavo se encuentran en la Normal Guillermo Valencia, que entonces ocupaba un bloque del Colegio Nacional José María Córdoba. En 1961 Humberto se graduó como bachiller de la segunda promoción de la Normal. Posteriormente sus padres: Diego Petro Jiménez, un comisionista de ganado, y Gilma Betancourt Fabra, una destacada modista monteriana, lo enviaron a Bogotá, a estudiar Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Colombia. El profesor Humberto Petro, era el mayor de tres hermanos, los otros son: Hernando y Armida (La Mami). Hacía parte de los hijos de padres provenientes de clase media, con un nivel de escolaridad y una cultura básica, de autodidactas. También de padres y abuelos que les tocó padecer la violencia del país durante más de medio siglo.

Para comprender el legado del profesor  Humberto Petro Betancourt hay que contextualizarlo en su formación académica  los años 60 y 70, cuando en Colombia surgen con fuerza universidades públicas y privadas, con altos niveles de calidad. Quienes ingresaban eran jóvenes conambiciones, deseosos por ascender socialmente y que, contrario a sus padres, no se contentaban con la primaria ni el bachillerato, pues querían ser profesionales y en lo posible especializarse. Estudiantes de familias que vivían de cargos públicos, comerciantes, pensionados, trabajadores de artes u oficios, con alguna estabilidad económica.

Cuando se fue a estudiar a la Nacional eran los tiempos en que los estudiantes costeños empezaron a llegar a la capital con su ganado prestigio de habladores, enamorados y rumberos. Humberto describiría entonces a Bogotá como una ciudad  “excesivamente fría, en la que todo el mundo vestía gabardina gris y en la que en las pensiones nos suspendían la comida con un solo día de atraso.” En Bogotá se encontró con Alberto Gómez, y Gustavo Ossio quienes estudiaban Licenciatura en Ciencias Sociales en la universidad Libre. Igual Humberto en la Nacional. El trío de cordobeses en la capital estaba formado.

Luego de que se graduaran en Bogotá, Humberto y Gustavo Ossio, se vincularon a la Normal para Varones. Posteriormente, Ossio pasa al Colegio Nacional, Humberto se quedó por un tiempo en la Normal, pero posteriormente pasa también al Nacional. Eran los años 1965-1966.

Los mejores

Humberto, al igual que muchos de los profesores y profesionales que lo acompañaron, en la Normal y el Conalco, comprendieron que el estudio era el salto que se debía dar para acceder a los sectores privilegiados o ricos de la sociedad. Desde distintas disciplinas de conocimiento formaron bachilleres capaces de lograr cupos en las mejores universidades del país. Y de verdad que lo lograron.  Docentes que se preocupaban porque sus estudiantes fueran los mejores. Son los casos de: Gustavo Ossio Buelvas, Dagoberto Pinedo, Álvaro Mendoza Cabrales, Plinio Carrascal, Aníbal Herazo, Rosiris de Herazo, Rodrigo Tirado Aguas, “El Tigre” Morales, Alberto Hernández, Jairo Guerra, Rafael Duque Perea, Antonio Martínez, Gustavo Rodríguez Argel, Luis Aparicio, Álvaro Cárdenas Domínguez, Vitalino Hinestroza, Eduardo Jiménez, Cristóbal Zúñiga; Zoilo Pérez Godín, Alfonso Cujavante Acevedo, Iván Antonio Garnica Díaz, entre otros que hicieron parte de un modelo educativo funcional y exigente.

Pero Humberto, Gustavo y Alberto, “el trío de Córdoba”, tenían su sello personal, porque de la capital regresaron con los deseos de hacer una revolución, pero no una revolución violenta. El profesor Gustavo Ossio lo explica: “Irrumpimos con un modelo de pensamiento crítico (estructural) que permitía a los estudiantes y a la gente pensar en cómo transformar la sociedad y mejorar las condiciones de vida. Humberto  se movió con ese nuevo modelo, consistente en no memorizar conceptos ni conocimientos en las distintas áreas del saber, a no repetir lo que se decía en los libros, que era el modelo tradicional.”

Una nueva tendencia

Lo de las ideas revolucionarias de Humberto Petro tiene una explicación en el contexto histórico en que estudió y luego ejerció como docente. Era la época en que en Colombia surgen grandes movimientos estudiantiles y, en América Latina en general, los estudiantes de clase media reclamaban ingresar a las universidades, acompañado de grandes reformas.

En ese escenario se formaron muchos profesionales que salieron imbuidos de esas ideas de cambio. En todo esto Humberto marcó en la Normal un rumbo, al igual que cuando se vinculó posteriormente al colegio Nacional, donde se encontraron los tres: Alberto Gómez, que era el prefecto de Disciplina,  Humberto Petro y Gustavo Ossio que eran profesores del área de Ciencias Sociales.   Para entonces también lideraban la Asociación de Profesores de Estudiantes de Secundaria (APES) y la Asociación de Profesores de Secundaria (APROSEC). Desde allí compartieron no solo una amistad de infancia y de barrio sino una amistad de criterios ideológicos.

Pero Humberto Petro también marcó el principio de una nueva tendencia cuando Luis Carlos Galán Sarmiento, siendo ministro de Educación Nacional, lo nombró Delegado del Ministerio de Educación en el departamento de Córdoba. El haber sido nombrado en un cargo público distinto a la docencia fue algo que los críticos no lograron comprender, pero que él y sus amigos sí visionaron, como fue el de demostrarles que la izquierda debía valorar la opción democrática como una vía hacia el poder. Hoy la historia les dio la razón.

Humberto fue ante todo un humanista que desde la educación se atrevió a decir que para ser un buen revolucionario no solo había que estudiar mucho sino cambiar hasta la forma de vestir. Para ello, partía de una premisa muy original y que le escuché las veces que hablé con él: “un revolucionario debe ser el mejor de su clase, el mejor profesional y siempre andar bien vestido”. Cuestionaba a los revolucionarios que andaban con botas obreras y suéter “amansa loco”. Pensaba que la educación debía enfocarse desde un contexto que involucrara el devenir histórico del desarrollo social, económico, ambiental y cultural de la realidad. Valoraba al hombre de la calle y a los dichos populares como verdaderas sentencias con fuerza de ley.

Ahora, cuando ha muerto, lo que más me duele es haber tenido que escribir esta crónica, pensando en el profesor Humberto, con la idea de que me llamaría para agradecérmela o de que yo iría a su casa para preguntarle algunos datos de su vida. Hasta ahora que soy consciente de que ha muerto y del legado que le dejó a la educación.  A Norma García, su esposa, con quien contrajo matrimonio el 24 de agosto de 1963, en Bogotá; a sus hijos: José Luís, Rodolfo Humberto, Humberto Rafael (Mingo), Roberto Carlos Juan José, Petro García; Paulo César Petro Quintero, Eruzka Petro Quintero, y Karina Petro Cogollo, ahora quiero decirles que siempre vienen a mi estas reflexiones cuando pienso en Humberto. Abrazos.

 

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