Hoy tengo indigestión

Hoy tengo indigestión

El gran malestar de la educación en colombia

Por: Wilmar Martínez
agosto 04, 2014
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Hoy tengo indigestión
Imagen Nota Ciudadana

Considerando al ser humano como un engranaje de la sociedad y de lo que lo rodea, planteo su figuración dentro de esta y no desde el papel que juega o debería jugar en este ámbito que desde el principio pareciera ser indomable.

La percepción que el hombre ha tenido del conocimiento a partir de sus necesidades más elementales, no ha sido directamente proporcional a la noción que se de “debería” tener; en cambio carece con el pasar del tiempo del desarrollo del pre-conocimiento y de su adecuada fundamentación, he citado indirectamente el pensamiento de Aristóteles, es como si bastara con lo que medio adquiere para contemplar su mundo. Se ha reducido el frenetismo mirado desde el ámbito personal por buscar respuestas y cambio se responden solamente las que conciernen a un todo. Rousseau hablaba de esta la “voluntad general”. Considerando a Rousseau como el primer moderno que critica la modernidad, según el filósofo político Leo Strauss, Rousseau genera planteamientos de la educación en su libro “Emilio” que después de trescientos años aún se aplican y otros cuantos se siguen estudiando. Para Rousseau “el hombre sólo puede ser plenamente él mismo en asociación con otros, pero sin sacrificar su singularidad”, a lo que sumo, Rousseau planteaba la dichosa frase “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”. Juzgue usted querido lector, yo también lo entiendo, es que este hombre abandonó a cinco de sus hijos recién nacidos en instituciones de caridad, es por esto que para muchos él no sea un maestro de la educación con su famoso “Emilio”.

Un personaje de la obra maestra “Los miserables” de Victor Hugo” afirma: “Un hombre que abandona sus hijos no puede ser guía intelectual”. Para otros en cambio él abandonó a sus hijos pero adoptó toda una sociedad. Usted entenderá que hasta nuestros más “distinguidos” precursores de la educación manifestaron contradicción de sus planteamientos. Por otro lado esta la pedagogía que ha sido manoseada en procura de la “innovación” para lograr un aprendizaje, no el significativo porque el ser que aprende ya tiene significado, por lo que lo considero como redundancia, además de ser un postulado que la psicología planteó en su momento. No pretendo hacer controversia, ni poner en duda la autenticidad de las “teorías pedagógicas” mi estimado lector, tan solo es un pretexto que abordo para concebir el aprendizaje como un cambio de fondo y forma en la raíz del conocimiento y no de un significado sin cimientos. Aquí sí me inmiscuyo en el plano sociológico, en las teorías un poco más elaboradas desde el hombre como ente de una sociedad del señor Morin que las de Rousseau.

Aunque aún la pedagogía conceptual de nuestros “queridísimos” hermanos Zubiría y la conductual que el docente expone a sus estudiantes con la película “La naranja mecánica”, sean un todo para las instituciones “voluntad general” y no como herramientas en la educación, seguiremos repitiéndonos en la pretensión de “innovar” y no en ahondar las diferencias de conocimiento, ¡ah! ni con Piaget y sus teorías psicogenéticas del desarrollo (este título no lo puso el autor sino su asistente), más bien con un adecuado lenguaje comunicativo “no la neurolingüística” sino como Habermas (filósofo de la fundamentación) expone la comunicación y la transformación de la crítica del conocimiento en crítica de la sociedad para lo cual implícitamente se deriva la educación. Una comunicación bien dirigida forja la interacción entre las diferentes maneras de pensar y obliga una argumentación propia, ya sea dentro del empirismo o de la sustentación del nivel que lo permita.

Distinguido lector, detrás del papel no estoy en potestad de escoger quien lea este escrito, espero que si usted es docente pueda malinterpretar y creer que es una crítica a todo lo luchado con esmero durante los últimos años en lo que concierne a la educación y si usted es estudiante crea que el conocimiento es tan sólo la indigestión que produce un parcial.

Al docente: le aclaro sin ánimo de disculparme de ninguna manera que no somos entes de control en la que una persona pueda recoger como conocimiento, tampoco podríamos que somos el eje de ello, ni siquiera se me pasa por la cabeza que nos llamemos indispensables en los diferentes procesos y creamos y queramos adjudicarnos unas gracias por los logros o metas que estos consigan; al contrario, más que un altar al maestro propongo quitarnos los méritos y posponer estos halagos, nuestra tarea ha sido y será siempre hacer entender al aprendiz que nos debe cada día necesitar menos, no se trata de repetir fórmulas, dictados, oraciones o verbos, es que el sugiera un camino y dependerá de él si seremos parte de su elección, con esto no hablo del libre albedrío sino como el conocimiento a partir de la escuela, no como institución; el conocimiento es el indispensable, el resto no ¡ay esto como me recuerda la antigua Grecia!.

Al estudiante: Esto está lleno de usted, por un momento quite a los docentes del camino, yo quiero que entienda que el conocimiento no depende de nosotros y usted es el que escoge que nos necesita, bastaría con que usted se viera en este mundo sin él, recuerde que lo único que nos diferencia como seres humanos de los animales es creer que pensamos, porque se queda en eso, sólo creemos, tampoco pretendo que deje de estudiar porque no nos necesite, sino que de valor a los conocimientos que adquiere , es usted y sólo usted el que sabe que aprende o no. Por si no se ha dado cuenta, el docente y usted se están desperdiciando a tal punto que usted no sabe por qué tiene que ir al colegio y el docente no entiende por qué usted está ahí.

Para estudiantes y docentes: ni Rousseau, ni Morin, ni Piaget, ni Gardner, ni Aristóteles y mucho menos los docentes podrán hacer algo por la educación si los estudiantes no tienen clara la capacidad de adquirir conocimiento, los docentes se seguirán desgastando en vano, preparando remedios caseros y burocráticos para aliviar esta indigestión que cumple tantos siglos.
Creí en algún momento involucrar la parte política y el desagravio social que implica el nefasto juego de la “educación”, que los gobiernos han tiranizado durante todos los tiempos, al fin comprendí que no merecen ni una mísera línea mía, esto es lo que me da indigestión.

Me despido con las más altas distinciones que merecen docentes y estudiantes y aunque no crean quisiera su acuse de vuelta en mis manos, el tiempo es corto, ya la gastritis se come de a poco esta úlcera que ha parido nuestra manera peculiar de educarnos.

Nosotros somos la gastritis, ustedes y nosotros germinamos la úlcera, las llagas en el estómago, las he bautizado como “educación”, los efectos: son este dolor común que nos aqueja, el alimento: este que es el conocimiento muy difícil pasa sin producir este malestar continuo, que usted lector amigo mío y yo enfermamos hasta el punto de verlo ante todos los ojos como nuestra gran epidemia.

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