Hija de patrulleros de la policía, y formada por Mockus, la Representante Katherine Miranda la más votada

Hija de patrulleros de la policía, y formada por Mockus, la Representante Katherine Miranda la más votada

El debate a Karen Abudinem la catapultó. Venía templada por el asesinato de su papá y el matoneo al que se enfrentó en el Rosario a donde llegó becada

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marzo 16, 2022
Hija de patrulleros de la policía, y formada por Mockus, la Representante Katherine Miranda la más votada

Cuando Katherine Miranda entró becada la Universidad del Rosario vivía en Kennedy, uno de los populosos barrios del sur de Bogotá. Contrastaba con la realidad social de la mayoría de sus compañeros de Ciencias políticas.  Era diferente. Vestía con ropa comprada en Only y ajustaba sus pantalones con un cinturón de policía que heredó de su papá.

En el Colegio de la Policía, en 1991, los muchachos temblaban cuando aparecía el rector en el salón de clases. No les importaban demasiado los regaños, las reconvenciones, sino las malas noticias que podía traer. A Miranda, como a tantos otros muchachos, le sucedió. Una fría tarde de noviembre escuchó, como entre un sueño, la peor de las noticias. A su papá, el patrullero Gustavo Miranda, lo habían asesinado mientras intentaba defender a una mujer en un atraco. Fue un golpe devastador. Kaherine tenía 6 años. Su mamá, Doña Luz Dary, quien llegó a ser mayor de la policía, la sacó del colegio y la metió al Rosario Campestre, becada por supuesto. Y de allí pasó a la Universidad.

En el Rosario era tímida. Fue la respuesta que su personalidad le dio para soportar el matoneo constante. El peor era el que recibía de un grupo de hispanófilos dirigidos por Enrique Serrano, el eminente escritor, autor de la novela Tamerlán, y que fue nombrado por Iván Duque director del Archivo General de la Nación, eran los peores. En esos años acabaron con Alicia, una Arahuaca que había llegado desde la propia Sierra Nevada de Santa Marta a través de una beca y a quien le hacían todo tipo de mofas. En ese momento Katherine abandonó su timidez y se enfrentó a voz en grito contra la injusticia. La única que no se sorprendió con el arranque fue su mejor amiga, Catalina Cubaqué.

Miranda y su maestro, en uno de los pocos momentos de relajación durante la campaña

Ella ya había visto el temple del que estaba hecha esta guerrera hija de policías. El primer día, cuando entró a Ciencias Políticas, el decano Jorge Barajas les preguntó a sus alumnos que querían ser en un futuro y ella no dudó en responder que estaba segura que iba a ser la primera presidenta de Colombia. En ese momento a pocos les impresionó la premonición. Lo único que les llamó la atención fue el acento con el que hablaba una persona que a punta de tesón se había abierto un camino desde infancia en la lejana Ciudad Bolívar y adolescencia en Kennedy.

En esa época, comienzos de este siglo, Katherine abrigaba la esperanza de ser cantante. Sin embargo, los que la conocen, saben que es una de las pocas cosas que hace mal. Los viernes se iba con las pocas amigas a una tienda en la sexta, detrás del Banco Agrario, en pleno centro de Bogotá, llamado 650 porque ese era el precio que costaba el Águila. Ella se tomaba una cerveza y entre corridos prohibidos y vallenatos recordaba a su papá, un tema que todavía a sus hermanas, las gemelas Luz y Lucía, y a su mamá, les duele en el alma.

Es curioso que una mujer señalada por el Uribismo más recalcitrante como promotora del odio a la policía, que caracterizó el paro de Noviembre del 2019 y el de las manifestaciones del 2020 en donde ella se destacó por sus denuncias a los excesos del Esmat, se preocupe tanto por la suerte de los patrulleros. En el senado ha sido una de las impulsoras de una reforma a la policía que beneficiaría a los agentes que menos ganan. La ronda el recuerdo del papá uniformado ausente.

Katherine, una luchadora desde sus años en Kennedy

Su talón de Aquiles era la timidez, que a veces llegaba a extremos como el de hacerse pasar por enferma para no tener que presentar exposiciones. Pero se fue soltando y, a medida que lo hacía, se revelaba como una líder aguerrida. La respuesta de estudiantes más acomodados, como los hijos de los generales Carlos Ospina Valle, quien fue Comandante del Ejército entre los años 2004 y 2007, cuando la Seguridad Democrática estaba en pleno furor, la llamaron, sin atenuantes, La guerrillera.  Y entonces se armó de valentía y le puso el pecho a la brisa, y, mientras pensaba irse a ser su pasantía en el Polo Democrático, en el 2007, tomó la decisión que le cambió la vida: tomar de maestro a Antanas Mockus, haciendo la pasantía en Corpovisionarios. Cuatro años después cumpliría su primer papel destacado en la vida política de este país: la Ola Verde que terminaría estrellándose contra la maquinaria uribista al servicio de Juan Manuel Santos. Tenía 25 años. En la ola verde conoció al que sería el papá de Helena, su única hija, Jorge Torres, el hombre del que se separó en el 2018, justo cuando llegó al Congreso.

Ya en la Cámara de representantes, el debate de control político a la Ministra Karen Abudinem, la ministra de las TIC que citó al Congreso para que respondiera por la  pérdida de 70 mil millones que estaban destinados a la conectividad de las escuelas en las zonas rurales del país.  Las denuncias concernientes a Centros Poblados  que forzaron la renuncia de Karen Abudinen quien enfrentó directamente a la congresista por la utilización del  verbo Abudinear y logró incluso que el Consejo electoral la obligara a retirar una valla en que la aludía, le dieron mayor visibilidad y una presencia que canalizó electoralmente; logró la abultada votación de 118 mil sufragios, convirtiéndola en la Representante más votada de país. .

Katherine Miranda sigue siendo la misma muchacha de Kennedy a la que le gustaba el vallenato aunque, eso si, con el tiempo ha refinado su oído y ahora, las pocas veces en las que se encuentra con las viejas amigas y se toma sus tragos, grita canciones de Charly García o las canciones de la Nueva Trova cubana. A sus 37 años el sueño de ser la primera presidenta de Colombia sigue intacto.

 

 

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