Hay un recién nacido en Cuba

Hay un recién nacido en Cuba

Por: Tuigui Morales
noviembre 06, 2013
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Las cosas sublimes del intelecto humano "son como son" y seguirán incólumes per sécula seculórum: la ciencia, la filosofía, el arte, la música y la poesía resistirán los propósitos lastimosos de los seudointelectuales. Las intentonas de los ineptos en estos terrenos elevados nunca podrán convertirse en verdades. Claro que desde el punto de vista de su miopía intelectual esos personajes hasta "se la creen" y eventualmente atraen a personas crédulas.

Sobre cada uno de estos caminos puestos por Dios y por la Vida como opciones para el ser humano no ahondaré ahora, excepto sobre la poesía, donde es más fácilmente distinguible lo maravilloso de lo horripilante.

Belleza, sentimiento y estética: palabras inherentes a la definición misma de poesía. De ahí en adelante brota la magia del poeta con la palabra para elegir entre verso y prosa. La alternativa del verso compromete a su creador a navegar entre la inspiración y las reglas de medida y cadencia. Nada de esto se puede improvisar: si no se nace con el don, solo queda la opción del estudio juicioso y la práctica continua.

Aparte del soneto mi favorita es la décima: esta es "la combinación métrica de diez versos octosílabos de rima consonante, de los cuales, por regla general, rima el primero con el cuarto y el quinto; el segundo, con el tercero; el sexto, con el séptimo y el último, y el octavo, con el noveno. Admite punto final o dos puntos después del cuarto verso, y no los admite después del quinto". Cuando un verso tiene siete sílabas y está acentuado en la última, también se llama octosílabo.

Gaspar Núñez de Arce, poeta español del siglo XIX, escribió magníficas décimas, como esta que es parte de su poema El vértigo:

Una noche una de aquellas / noches que alegran la vida, / en que el corazón olvida / sus dudas y sus querellas, / en que lucen las estrellas / cual lámparas de un altar, / en que convidando a orar /la luna como hostia santa, / lentamente se levanta / sobre las olas del mar.

Perfecta muestra de que las cosas bien hechas las reconoce y valora hasta el más distraído. El contenido y la forma de esta décima permiten comprender el sentimiento del poeta y disfrutar con una imagen poética que puede pintarse y que además no está fija, porque se mueve como las fotos de una película.

Es común decir que "cometió verso" alguien que se atrevió alguna vez en la vida a escribir poemas, por lo general con motivos románticos o existencialistas. Ese pecado lo cometen con gran candor muchos "cristianos", y gracias a Dios solo cuenta como pecado venial. Pero escribir poesía "con todas las de la ley" no es tan simple como parece, aunque bastantes autores, de canciones famosas especialmente, "confiesan" que su obra cumbre fue el resultado de un "chispazo" inesperado, que por la urgencia del momento "tocó" plasmarlo en la consabida servilleta que siempre desaparece.

Atreverse en poesía, entonces, es cosa de humanos. Pero rimar barrabasadas sin tino, ni siquiera con algo de gracia o picardía, aunque sí con mucho de basta ironía y ponzoña ideológica, es posible cuando se funge de poeta bajo un sol caluroso, abrigado con atavíos de montaña y cobijado con la doble faz de la hipocresía. Dicho lo anterior, se entiende por qué "cuadrar" un esperpento "a la brava" entre bocanadas de habano y sorbos de ron, no es más que parir un engendro de seudopoesía: tenemos uno recién nacido en Cuba.

Cualquier individuo inexperto podría entender cómo se hacen botellas de vidrio, pero póngalo a soplarlas para verlo bien “embalado". A otro individuo normal podría pedírsele que haga una paloma y es posible que le quede parecida, pero pídale que le ponga el pico y que la haga volar para que vea la tremenda “encartada". De la misma forma, hay individuos que podrían pasar media vida pretendiendo un buen verso y una décima decente, pero su decaído equilibrio mental, su retorcida condición humana y su exiguo intelecto solo les garantizarán el vergonzoso nivel de sus recientes libelos.

Ya lo dijo Mario Bunge en su artículo Fútbol e intelecto, perfilando cierto tipo de seudointelectuales: "Hay quienes fingen pensar, cuando de hecho no hacen sino patear palabras, formando oraciones que carecen de sentido".

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