"Hay gente organizada, dedicada a robar en el Metro de Medellín"

"Hay gente organizada, dedicada a robar en el Metro de Medellín"

Denuncia ciudadana ante el número de hurtos en horas pico y valle ¿Qué hacen las autoridades?

Por: Víctor Sánchez Montoya
abril 21, 2016
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

El Metro de Medellín se ha convertido en el símbolo del orgullo paisa y es todo un ejemplo para el resto del país que apenas añora un medio de transporte similar. Y aunque todo eso es cierto, tanto desarrollo, fama y afluencia de usuarios, trae consigo otros males que a veces no pasan del escándalo del momento, reducido a unos pocos usuarios que se dan cuenta.

Lo primero que debo decir es que no soy usuario asiduo de El Metro. Solo en algunas ocasiones lo uso, a veces por agilizar el desplazamiento en la ciudad, a veces por acompañar a algún visitante que quiere conocerlo. Y claro, le huyo a las horas pico, aunque cada vez más, son pico todas las horas. Las veces que lo he usado han sido suficientes para vivir en carne propia lo que padecen los usuarios que lo tienen como único medio de transporte todos los días.

La cantidad de gente es exagerada. Sí, pero eso pasa en todos los sistemas de transporte masivo del mundo, dirán algunos. Y puede que sea cierto. Pero también lo es, que el sistema de Medellín ya se quedó pequeño para la demanda. Las mismas directivas han reconocido que en horas pico trabaja al tope de su capacidad. La razón, puede ser que todo el sistema de transporte de Medellín se ha diseñado para que vaya a El Metro (rutas integradas, Metroplús, cables aéreos, Tranvía etc). Esto hace que en las horas de mayor congestión el tránsito por las líneas férreas sea indigno (por decir lo menos). Eso de la cultura Metro o de “recuerde que dejar salir es ingresar más fácil y rápido”, es historia. Ahora impera la ley de sálvese quien pueda. “Si no le gusta así compre carro”, dirán otros. Ya tengo, les respondo, pero el tema no es ese.

Pero todo lo anterior es nada, comparado con el mayor de los males, que además parece ir en aumento: los hurtos al interior del sistema. Me pasó esta semana. Eran alrededor de las 5:00 p.m. (aún no llegada la hora pico dura y cruda) y tomé el tren en la estación Poblado, sentido norte, hasta la Estación San Antonio. Lo primero que pasó es que me fue imposible salir en San Antonio, por lo que tuve que avanzar dos estaciones más y luego tomar el tren de regreso. Así fue, para mi infortunio… Pues de haber salido empujando gente, tal vez aún tendría el celular que me robaron en el trayecto de regreso.

Tomé el tren para volver a San Antonio, me ubiqué cerca de la puerta para salir rápido y en cuestión de segundos mi celular (un Iphone 6) desapareció. ¿Qué pude hacer? Nada. Activé la alarma del tren, pero fue inútil. Un operario llegó, la desactivó para que el tren siguiera su marcha y eso fue todo. La policía llegó (con demasiada demora), indagó por lo sucedido, requisó a una persona que se acababa de bajar (tal vez al primero que vieron “cara de sospechoso”, para mostrar que hacían algo) y como no tenía nada, me dieron la respuesta universal: “hermano, eso ya se perdió”. Y eso fue todo. Nada más. Ni siquiera la sugerencia de denunciar, de indagar en el sistema por si alguna cámara había captado algo. Nada. Otro policía alcanzó a decir: “eso pasa aquí todos los días. Esos manes son muy vivos, en su segundo se rotan lo que se roban entre tres o cuatro y desaparece”.

Y así con la rabia del momento y la impotencia de saber que el ladrón estaba ahí, adentro, pero que no se podía hacer nada, terminó mi uso de El Metro. Tal vez es una infortunada coincidencia, pero según lo que alcancé a escuchar, no son hechos aislados: hay gente organizada, dedicada a robar dentro de El Metro, ante la impotencia de usuarios y de las directivas. Entiendo que es prácticamente imposible controlar ese tipo de cosas, donde no hay amenazas, ni uso de armas y muchas veces la gente ni se da cuenta hasta tiempo después. Entonces la solución más práctica sigue siendo no dar papaya… pero eso también es imposible, cuando un usuario tiene de que tratar de mantenerse en pie, salir o entrar como pueda y cuidar sus pertenencias. Todo eso lo saben los ladrones, que no desperdician el momento. Dirán las autoridades que los casos son aislados o que las denuncias son mínimas. O tal vez es que ellos mismos desestimulan la denuncia, para no empañar la imagen del sistema.

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