Hallan descendientes del dragón en el Amazonas colombiano
Expedición Avina -

Hallan descendientes del dragón en el Amazonas colombiano

Un pez que se convirtió en un amuleto de suerte en la amazonía

Por:
mayo 25, 2015

Las culturas que han estado en algún momento bajo influencia China conciben al dragón como el gobernante del tiempo y del agua, amo de ríos y pantanos. En muchas culturas orientales la presencia del dragón es símbolo de prosperidad y poder. Quienes nazcan bajo su influencia, según el calendario chino, tendrán riqueza, sabiduría y salud. Un budista o taoísta que alcanza la perfección asciende al cielo sobre el lomo escamado de un dragón. El guerrero samurái se enfrentaba a la batalla con la imagen del dragón grabada en su armadura.

Para muchos orientales esa criatura mágica dejó un descendiente sobre la tierra, o mejor, circulando por sus aguas: se trata de la arawana. Este pez con largos bigotes, cubierto de gruesas escamas, se desplaza con un movimiento sinuoso que recuerda los dragones de papel y bambú que se exhiben en los desfiles y celebraciones del año nuevo chino.

Su similitud con el dragón hizo que la arawana se convirtiera en un amuleto de buena suerte y prosperidad, en un pez que adorna y acompaña los hogares de muchas familias asiáticas. Esta tradición aumentó su consumo diezmando la población de arawana silvestre de los ríos de Asia hasta hacerla desaparecer. Como la demanda no disminuyó, los comercializadores de este pez empezaron a buscarlo en otros continentes y terminaron dando con él en las aguas de ríos amazónicos de Perú, Brasil y Colombia. Al cabo de unos pocos años los procesos extractivos para exportación terminaron por deteriorar seriamente las poblaciones naturales de los ríos colombianos y la arawana entró en la lista de especies vulnerables en nuestro país. Esto, sumado a la situación difícil por la que pasaban los piscicultores que cultivaban cachama creó, hace 10 años, la coyuntura en la que nació ACUICA, una asociación de productores y profesionales del área agropecuaria de Caquetá con un proyecto genial.

Como el negocio de la cría de cachama estaba malo para el pequeño productor, a los agroecólogos de ACUICA se les ocurrió buscar fondos para una investigación que les permitiera saber si eran capaces de producir comercialmente larvas y juveniles de arawana plateada en cautiverio, y así reemplazar la cachama por el primo del dragón. Con el apoyo del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) y la Corporación Colombia Internacional (CCI) ACUICA logró desarrollar en 10 años un modelo técnico totalmente probado para reproducir comercialmente arawanas en cautiverio. Pero ahí no para el cuento. Luego en ACUICA se les ocurrió implementar la producción y exportación de arawana mediante un esquema de negocio con unos resultados económicos, sociales y ambientales sorprendentes para el Caquetá. La cosa funciona del siguiente modo.

ACUICA pone los machos reproductores, la comida, las redes y todo el protocolo técnico local para iniciar la producción de larvas (preparación y mantenimiento de los estanques, manejo de la alimentación, reproducción, control de depredadores, marcación y seguimiento de los reproductores, entre otras).

El piscicultor, por su parte, tiene 2 compromisos. Primero, apropiarse de la tecnología y aplicarla de manera precisa en su predio siempre bajo la asesoría y el  acompañamiento técnico del personal de ACUICA. Segundo, venderle su producción a la Asociación, que se encarga de la comercialización de las larvas y de ahí obtiene sus beneficios.

Dick Adolfo Ramírez es un técnico de ACUICA. Ha llegado hasta el predio de don Guillermo Díaz, uno de los 175 pequeños productores ubicados en Caquetá y Putumayo con los que la organización está implementando su modelo de trabajo. Lo espera un grupo de estudiantes de zootecnia de la Universidad de la Amazonía que están conociendo el método para la cría en cautiverio de la arawana. Armados con una red, Dick y los estudiantes capturan a los machos del estanque. En la reproducción de estos peces el macho se encarga de llevar durante 30 días en su boca los huevos que luego se convierten en larvas y finalmente en alevinos suficientemente maduros para salir de la boca de su padre. Los machos incubantes que llevan larvas en el estadio óptimo para su comercialización son capturados e identificados mediante chips que han sido previamente incrustados en su cuerpo. Las larvas son entonces extraídas de su boca para ser transportadas por los agroecólogos de ACUICA.

Junto a don Guillermo, el propietario del estanque, Dick cuenta el número de larvas para saber cuánto se ha de pagar al piscicultor. El precio de cada larva, según su estadio de desarrollo, oscila entre 1500 y 2500 pesos. Luego revisan juntos los registros para hacer seguimiento a la producción, acuerdan una fecha para la próxima extracción de larvas y discuten otros detalles en cuanto al mantenimiento del agua, la alimentación, y demás pormenores del cultivo. Si por alguna razón las larvas mueren durante el proceso de exportación o no son vendidas, esto no afecta el acuerdo con Don Guillermo, quién de cualquier forma recibirá el pago correspondiente a las larvas recolectadas en el momento de la captura.

Fotografías: Camilo Rozo

Lo dejamos con algunos de los personajes que protagonizan esta historia

Dick Adolfo Ramírez Chaux, técnico de ACUICA – Fotografía: Camilo Rozo

Dick Adolfo Ramírez Chaux, técnico de ACUICA – Fotografía: Camilo Rozo

  • ¿Por qué dice que ama este trabajo?

– Me metí a esto porque la ganadería está acabando con mi región y esta cría ayuda. En un estanque de producción hay 250 arawanas que ocupan un espacio de un cuarto de hectárea, una extensión mucho menor que la que se necesita para tener ganado. Y para su cultivo no es necesario talar, es más, es mejor proteger los árboles porque ayudan a dar sombra. La metodología que ha desarrollado Acuica para este negocio está exenta de contaminantes químicos. La recolección de larvas se hace sin sacrificar a los machos incubantes lo que sí sucede en la pesca tradicional. Generamos ingresos no sólo para la Asociación, también para las familias. Por todo eso es que amo mi trabajo.

Guillermo Díaz Cuellar, Piscicultor del Caquetá. – Fotografía: Camilo Rozo

Guillermo Díaz Cuellar, Piscicultor del Caquetá. – Fotografía: Camilo Rozo

-¿Por qué resultó metido en esto del cultivo de la arawana?
– Antes trabajábamos con cachama. Era un negocio interesante, bueno, productivo; pero se volvió un negocio malo porque el precio de la cachama no aumentaba pero el de los concentrados sí. Entonces ACUICA empezó a hacer estudios con pirarucú y con arawanas y nos propuso meternos en esto. Y nos ha ido bien. Nos falta mucho pero estoy convencido de que es un negocio muy bueno sobre todo porque tiene mercado internacional, entonces tenemos empresa para mucho rato.

– ¿Qué piensa del modelo de negocio que le propone ACUICA a los productores?

– En este momento lo que está haciendo ACUICA es muy bueno porque nos compran la larva y ellos mismos vienen y la pescan. Nos han prestado absolutamente toda la asesoría. Para mí es lo ideal porque uno como productor no tiene tiempo para vender el producto y comercializarlo. Es excelente.

-¿Y usted, viniendo de una tradición de la cachama, sí creyó en este negocio cuando se lo propusieron?

  • Pues yo los escuché e inmediatamente dije sí, esto puede llegar a ser bueno. Y cada día es mejor. Estamos cuadrando cositas pero trabajamos mucho juntos. ACUICA nos reúne y cada uno expone sus problemáticas, sus logros…no hay esa envidia que le digo que se maneja en otros negocios sino por el contrario vamos implementando soluciones que sirven para todos.
Hernán Camilo Ramos, director del proyecto del cultivo de arawana – Fotografía: Camilo Rozo

Hernán Camilo Ramos, director del proyecto del cultivo de arawana – Fotografía: Camilo Rozo

-¿Por qué se metió en este negocio?

-Soy médico veterinario de la Universidad de Amazonía. En esta carrera lo forman a uno principalmente para que se dedique a la ganadería extensiva, que es lo que más se hace aquí y que es muy depredadora. Pero desde la universidad yo tenía la inquietud de ayudar a conservar mi región. Por eso no quise hacer mi práctica en una finca ganadera. Me fui al Tolima y trabajé en un criadero de avestruces en cautiverio. Luego conocí el proyecto de ACUICA, un negocio de acuicultura ornamental que ayudaba a proteger una especie amenazada y pensé que era lo mío. Me devolví ahí mismo y les pedí trabajo.

-¿Qué es lo más difícil y lo mejor de su trabajo.

-Lo difícil es que hay tiempos duros en lo que el trabajo es extenuante. Lo mejor son muchas cosas. Primero, yo antes veía cómo se complicaba la vida de familias que se metían al negocio de la coca. Con este proyecto muchas familias obtienen tranquilidad y su sustento de una manera lícita. Segundo, ayudamos a proteger una de nuestras especies. Tercero, le demostramos a la gente de la región que somos capaces de innovar, producir conocimiento e innovación tecnológica, ser productivos en poco espacio sin tumbar el bosque y sin contaminar. Eso es lo mejor de este trabajo.

La asociación de Acuicultores del Caquetá también lidera proyectos para la reproducción y levante en cautiverio de otras especies endémicas de la zona como el pirarucú, que cuentan con la participación de pequeños  productores de la región.

Fotografía: Camilo Rozo

 

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