Haití, el país de los emperadores, reyes y dictadores

Haití, el país de los emperadores, reyes y dictadores

Los primeros gobernantes de la nación ubicada en las Antillas fueron grandes estrategas militares que no sabían leer ni escribir

Por: José E. Mosquera.
julio 27, 2021
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Haití, el país de los emperadores, reyes y dictadores

Haití tiene una historia marcada por una profunda inestabilidad política como consecuencia de los gobiernos despóticos de emperadores, reyes, monarcas, presidentes vitalicios y dictadores. Guerras civiles, gobiernos provisionales, elecciones fraudulentas, catástrofes naturales, epidemias, hambrunas y crisis humanitarias.

De hecho, para comprender la dimensión de su tragedia resulta vital examinar la visión que tuvieron sus primeros gobernantes. Todos fueron grandes y extraordinarios estrategas militares, pero con profundas falencias y visiones sobre cómo organizar un Estado democrático y moderno. Durante el siglo XIX varios gobernantes apenas sabían leer y escribir y otros ni siquiera sabían leer ni escribir. Finalmente, terminaron proscribiendo las ideas democráticas y desarrollando completamente una cultura política militarista con fuertes influencias en los antiguos reyes africanos, monarcas europeos e imitadores de la grandeza militar de Napoleón, donde las fuerzas de las armas fueron las que definen el rumbo de la nación.

En la primera Constitución Política que se promulgó, el 7 de julio de 1801, no se declaró la independencia absoluta de Francia, sino que se seguía siendo una colonia con relativa autonomía. El 1 de enero de 1804, Jean-Jacques Dessalines, declara la independencia absoluta de Francia y cinco meses después, el 20 de mayo de 1805, se expide la segunda Constitución Política y su contenido fue profundamente anticolonial y antiesclavista.

En esa carta política Dessalines, se declaró emperador y estructuró una monarquía, donde se llamaba "majestad" y a su esposa la “emperatriz Augusta”, y se les calificó como personas “sagradas e inviolables”. Se estructuró todo un engranaje burocrático con sueldos para su esposa que podía devengar después de la muerte del emperador y salarios a todos los hijos reconocidos del emperador. Todo un entramado burocrático y de derroche económico en una nación naciente y devastada por la guerra.

Se determinó en aquella constitución que: “ningún blanco, cualquiera sea su nación, pondrá un pie en este territorio con el título de amo o de propietario, y de ahora en adelante aquí no podrá adquirir ninguna propiedad”. En las disposiciones generales se expresó: “Toda propiedad que aquí hubiera pertenecido a un blanco francés es incontestablemente y de derecho confiscada en beneficio del Estado”. Sin embargo, se especificó que “el artículo precedente no podrá producir ningún efecto contra las mujeres blancas naturalizadas haitianas por el gobierno, tampoco contra los niños nacidos o por nacer de ellas”.

Expresamente se protegieron los derechos de las mujeres blancas casadas o viviendo en uniones libres con negros, los derechos de sus hijos y los derechos de los ciudadanos alemanes y polacos que habían colaborado con la causa de la independencia.

Otro de los aspectos polémicos de aquella constitución fue el aspecto referente a la educación. La educación se concibió con una visión militarista, dado que se expresó que “en cada división militar establecía una escuela pública para la instrucción de los jóvenes”. En criterio del historiador haitiano, Louis Jean Pierre Loriston: "La intención de Dessalines fue desarrollar una educación exclusivamente para los hijos de militares, como una forma de garantizar la reproducción de las fuerzas militares para mantener la soberanía y la independencia de la nación".

Por la manera despótica y militarista como Dessalines gobernó aquellos primeros años se profundizaron las disputas políticas entre los negros que controlaban la región del norte, la más rica, y los mulatos que dominaban la región del sur, la más pobre. Dessalines fue asesinado en 1806, y se desató una encañizada lucha por el control del poder que acabó con la monarquía.

Asciendió al poder Henri Christophe, un general que no sabía leer ni escribir. El 27 de diciembre de 1806 se expidió una nueva constitución que abolió la monarquía, y que fue bastante liberal, democrática, garantista y con divisiones de poderes. Esto último se expresó con que el presidente sería designado por el Senado por mayoría de votos y ejercería su cargo por un período de cuatro años.

Sin embargo, se siguió expresando en la constitución que “ningún hombre blanco, cualquiera que sea su nación, podrá poner un pie en este territorio como amo o dueño”. Dos meses después, el 17 de febrero de 1807, se aprobó una nueva constitución y Christophe se convirtió en presidente vitalicio y se determinó que el presidente tenía derecho a elegir un sucesor; pero solo entre generales.

Christophe instauró una dictadura que provocó la división del país y en 1811 convirtió al país en un reino y se proclamó rey con el nombre de Enrique I de Haití. Además, construyó 6 castillos, 8 palacios y creó una nobleza haitiana de 5 príncipes, 10 duques, un marqués, 24 condes, 40 varones y 14 caballeros. Gobernó hasta que suicidó en 1820.

Otro famoso emperador haitiano fue Faustino I de Haití, un militar que no sabía leer ni escribir y se proclamó emperador y gobernó de 1847 a 1859. Conclusión: sus primeros gobernantes fueron grandes estrategas militares que no sabían leer ni escribir. Estos tres casos son emblemáticos y sirven para explicar en parte las razones de fondo del atraso y la pobreza del país.

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