Gustavo Petro me está obligando a votar por Fajardo
Opinión

Gustavo Petro me está obligando a votar por Fajardo

Podré ser un tibio por creer que de todos los males la cursilería de Fajardo es lo menos peor, pero un viejito petrista gritando con babaza en la boca jamás

Por:
julio 15, 2020
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Ya no lo soporto. Las dudas que tenía sobre él empezaron a despejarse cuando comenzó a promocionar Matarife. ¿Cómo es posible que un tipo con la inteligencia de Petro pueda mostrarse abiertamente fan de una serie que refrita declaraciones de Popeye contra Uribe y las presenta como pruebas? Su compulsión a retuitar fake news es de un amateur. Petro, para mí, encarnó durante mucho tiempo los valores que debería tener un hombre de izquierda. Después entendí que ser de izquierda no siempre era sinónimo de rigor y honestidad intelectual. La izquierda está llena de machistas acosadores enamorados de sí mismos. Megalómanos convencidos de tener la suficiente autoridad para declararse faros morales de un país.

Además, esa adoración con Cuba. La confianza que le tiene a sus médicos, a todo ese sistema estalinista caduco, rancio. Y no le da pena decirlo en Twitter. Algunos de sus barras bravas lo apoyan a rabiar. Se sueñan viviendo con una mensualidad dada por el Estado y ellos sin hacer nada. Algunos se las dan de artistas. Creen que no han triunfado porque el neoliberalismo es una cosa muy berraca mi hermano. Muy “enajenante, tan enajenante que nadie entiende Mi Arte. En Petrolandia si apreciarían mis poemas a las máquinas, al líder máximo” creen. Están convencidos. Son fanáticos. Claro que sería un desastre Petro Presidente.

A Petro el tren del tiempo lo dejó hace rato tirado. Yo voté por él en el 2018. Lo hice porque era mejor candidato que Duque, que Fajardo. Al menos lo creía así. Jamás votaría por el que diga Uribe. Fajardo cada vez que habla confirma que es el Ricardo Arjona de la política colombiana. Y a Petro lo seguía gente como Carolina Sanín. Me parecía lo más decente intelectualmente. Estuve en el cubo de Colsubsidio cuando ganó Duque. Cubrí la campaña. Una mano de niños bien con sus chalequitos salvavidas azules sonreían. Todos blancos y bonitos. Ni miraban a los que les habían dado los votos, los cristianos, que celebraban agitando sus banderas azules. Ellos podrán ser uribistas pero no se mezclan. Ni más faltaba. Parecía tan malo Duque como terminó siendo. Será, sin duda, el último presidente uribista.

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A Petro el tren del tiempo lo dejó hace rato tirado. Yo voté por él en el 2018. Lo hice porque era mejor candidato que Duque, que Fajardo. Al menos lo creía así

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Ese día, en el cubo de Colsubsidio, viendo sonreir a Marta Lucía Ramírez, me di cuenta del error. Si Petro, con su poco carisma, su soberbia, su tonito de sabelotodo engreído, había arrastrado más de 8 millones de votos, Fajardo, en caso de que hubiera pasado en segunda vuelta, arrasaría con el que puso Uribe. Eso error no lo voy a volver a cometer yo, ni muchos de nosotros.

Porque el señor Petro se equivoca al creer que esos ocho millones de votos eran petrismo puro. El petrismo en Colombia debe estar constituido por los dos millones de vociferantes que se la pasan en Twitter vomitando su frustración y resentimiento. Esos temibles barras brava capaz de acabarle a uno la dignidad con sus trinos, llenos de odio como el de los uribistas. Los otros seis millones fueron los colombianos que votamos por el menos malo, los que no queríamos que volviera a ganar Álvaro Uribe. Pero a Petro, dos años después, se le ha caído la máscara. La ingratitud con Maria Mercedes Maldonado, baluarte de la Colombia Humana y quien renunció después de ver el apoyo irrestricto que le daba Petro a Hollman Morris a la alcaldía de Bogotá, a pesar de las acusaciones de maltrato a su pareja, fue una cachetada a todo el movimiento feminista, ese que aún cree en él a pesar de su probado machismo.

A mi no me gusta Fajardo pero tampoco voy a permitir que Paloma Valencia sea la primera presidente mujer de este país. No veo a Fajardo encadenando a todo el país en torno a un nuevo Aló Presidente. No veo a Fajardo despreciando a la democracia como lo podría hacer Petro. El líder de la Colombia Humana se iría contra el Congreso y la oposición. Reformaría la Constitución y le calzaría como un guante. Se acabarían las elecciones y Matarife sería estudiada en clases de Historia en los colegios. “Padre Petro que estás en el sueldo” así empezarían a rezar los obreros en las fábricas. No, Petro es un error que no podemos cometer.

Si, prefiero la pedagogía inofensiva, inútil de Fajardo. No creo que sea el uribismo en jeans. Basta ver su gestión en Medellín y en Antioquia para darse cuenta que es un tecnócrata de verso cursi pero efectivo. Al lado de Duque es un humanista de la talla de Rousseau. Y si voy a hacer un tibio por creer que de todos los males la cursilería de Fajardo es lo menos peor, entonces soy un tibio redomado. Pero un viejito petrista gritando con babaza en la boca jamás.

 

 

 

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