Grotesca y miope xenofobia contra los hermanos venezolanos
Opinión

Grotesca y miope xenofobia contra los hermanos venezolanos

Además de inhumana, es un tiro en el pie: los migrantes son parte del bono demográfico que ayudará a Colombia en el futuro. ¡Bienvenidos hermanos venezolanos!

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octubre 18, 2021
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Bienvenidos los hermanos venezolanos, bienvenidas las parejas jóvenes, bienvenidos los niños. Ojalá se queden muchos años. Harán más rica a Colombia en todo sentido. Eso sí:  que tengan paciencia con la imperdonable xenofobia que se apodera de las mentes de millones de compatriotas, incluidos las de los compatriotas menos favorecidos. Además de inhumana, es un tiro en el pie: los migrantes son parte del bono demográfico que ayudará a Colombia en el futuro.

Suman alrededor de 2 millones 400 mil los venezolanos los que, según el Dane, han llegado a Colombia en años recientes. Están en todo el país. Vemos a diario jóvenes del “sistema”, esa formidable estructura de formación musical que montó en Venezuela en los años setenta el maestro José Antonio Abreu (que, a decir verdad, nos lleva décadas de ventaja) interpretando en la calle música de cámara o, también, grupos de música llanera, de Barinas o Cojedes, dándole al arpa, al cuatro y las maracas. Están en los hoteles y los restaurantes de las ciudades colombianas, pilísimos, serviciales. En las universidades la matrícula de estudiantes venezolanos ha aumentado y sacan buenas notas.  Venezolanos con recursos están invirtiendo en múltiples sectores productivos, en la industria manufacturera, en diversas áreas de los servicios. Trabajan en labores del campo en Antioquia, Tolima o Boyacá. También, a algunos de los más recientemente llegados, por lo general, parejas muy jóvenes con niños de brazos, los vemos pidiendo limosna en semáforos y supermercados, expulsados por física penuria en el país en el que el salario mínimo no alcanza a cubrir el costo de un paquete de 30 pañales para bebé.

En condiciones durísimas, por fuera del sistema de salud (cerca del 90 % de los que tienen algún tipo de ocupación carecen de afiliación a salud), muchos de ellos sin la posibilidad de tener las tres comidas al día (según el Dane algo más del 30 % de los hombres y más del 40 % de las mujeres), ha sido inevitable que sufran agresiones asociadas a la detestable xenofobia y las muestras de desconfianza de muchos colombianos. Lamentable que la mayoría de la población confíe poco o nada en los migrantes (según el Dane, 83 % de la población).

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Lamentable que la mayoría de la población confíe poco o nada en los migrantes ( 83 % según el Dane). La desconfianza hacia los venezolanos es una señal de profundo atraso cultural

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La desconfianza hacia los venezolanos es una señal de profundo atraso cultural. Esta semana escuché, a raíz del asesinato atroz de dos muchachos venezolanos en Tibú (Norte de Santander), muestras infames de complacencia con la justicia por propia mano. Nos decimos mentiras de este estilo: “La delincuencia en Colombia ha aumentado. ¿Quiėnes son? Los venezolanos”. Falsedad total: No hay ninguna categoría de delitos en la que intervengan autores venezolanos que se traduzca en proporciones (respecto a la población venezolana residente en Colombia) que sean superiores a las que les corresponde a nuestros compatriotas. Pueden ser homicidios, hurtos a residencia, atracos o actos de violencia sexual, la tasa de colombianos comitentes (respecto a la población colombiana total) es, de lejos, superior. Castigo ejemplar a los asesinos de los chicos en Tibú, sanción social a los que aplauden.

Es una pena que con hermanos con los que nos unen tantos lazos, tanta historia, se practique la discriminación. Tan detestable como la que se critica de los británicos hacia los polacos o la de los holandeses, polacos o húngaros hacia los inmigrantes sirios.

Durante décadas muchos colombianos (¿cuatro, cinco millones?) migraron a Venezuela. Sin futuro en Colombia, de todas las condiciones sociales y económicas, lo encontraron en el hermano país. Estaban los ingenieros graduados de la Universidad Industrial de Santander, que aspiraban a trabajar unos años en Maracaibo en petroquímica o en Valencia en el sector automotor, en busca de hacer algunos ahorros con el fuerte bolívar y regresar. O los colombianos que, sin mayor educación hicieron sus vidas, se establecieron, tuvieron hijos venezolanos y contribuyeron a enriquecer al hermano país.

¡Ah! Y el bono poblacional, que también llaman demográfico: se genera un bono cuando la proporción de los habitantes en edad de trabajar crece más que la población dependiente (por ejemplo, la de adultos mayores).  Colombia, lentamente, envejece. En el 2035 la población mayor de 60 años será cerca del 20 % del total (hoy es algo menos del 10 %); la de la franja entre 17 y 23 años está disminuyendo gradualmente.  Pues bien, los niños y jóvenes venezolanos contribuirán a que el bono demográfico, para bien de Colombia, sea positivo de forma holgada. (Hoy en el Reino Unido están que chillan por falta de mano de obra joven, acentuada por el Brexit).

Bienvenidos los venezolanos, su cultura, sus pilas.

(Al César lo que le corresponde: el Estatuto Temporal de Protección para migrantes venezolanos va en la línea correcta).

 

*DANE, Población migrante venezolana en Colombia, un panorama con enfoque de género, 2021.

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