La destrucción silenciosa de la ganadería

La destrucción silenciosa de la ganadería

Este sector produce más gases de efecto invernadero que el del transporte. Además, su actividad tiene graves consecuencias como degradación del suelo y de recursos hídricos

Por: Daniela Ortiz Durango
septiembre 04, 2019
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La destrucción silenciosa de la ganadería
Foto: Pixabay

Siempre que se habla del tema “medio ambiente”, de cómo podemos ayudar reciclando y de cuáles son las consecuencias de las actividades destructivas del ser humano hacia el planeta, salen a flote miles de críticas y de señalamientos a los que pretenden proteger lo poco que queda. Mamerto, llorón, exagerado y hasta desocupado, son algunas de las afirmaciones de los que no creen que este problema va más allá de lo político —que también tiene un alto interés aquí—, de lo económico y social. Sin planeta no seremos nada, las ambiciones se esfuman así como el dinero. La ganadería, tal como se conoce en el mundo, genera empleo, progreso e ingresos a familias que viven de esta actividad, pero ¿sabemos cuáles son sus efectos silenciosos? Sí, no podemos negar que es necesario que existan animales que requieren realizar sus procesos biológicos, que existan procesos para proveer y adquirir alimentos a diario, pero el mecanizar un proceso no natural trae consigo graves problemas.

Según Livestock Long Shadow, un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el sector ganadero produce un 9% de dióxido de carbono, un 65% de óxido nitroso, un 37% de metano y un 64% de amoníaco, lo cual contribuye a acidificar la lluvia. Estos gases se producen con el estiércol, los gases intestinales y los desechos de todos los procesos a fines. Se producen más gases de efecto invernadero que en el sector del transporte, aunque vemos en este último un destructor que a diario está presente cuando esperamos el bus, el taxi o transitamos en la bicicleta o caminando y delante nos escupen el humo oscuro en nuestras narices.

Pero esta situación destructiva de la ganadería no solo es invisible para nuestros ojos, sino también para los bosques y selvas que buscan convertirlas en praderas para alimentar una alta población de cabezas de ganado; que, hasta hoy, ha ocupado un 30% de la superficie terrestre. En el Amazonas, que a propósito recientemente fue destruido en un 20% más, ya tenía un 70% de terreno usado para esta cadena productiva, lo cual afecta negativamente el suelo, ya que se convierten los suelos en zonas muy vulnerables a procesos de cambios adversos como la desertificación. La tierra no está llevando un proceso natural, lo que nos lleva a pensar que tal vez el argumento posapocalíptico de la película Mad Max no sea tan ficticio.

¿Por qué es invisible para nuestros ojos? Porque desde la ciudad y desde el ajetreo diario individualista nos dedicamos a ver noticias en redes sociales, a llenar firmas en Change.org y a quejarnos desde la comodidad de nuestras camas. Pero seguimos consumiendo carne desenfrenadamente, no llevamos procesos conscientes del diario vivir, botamos basura a la calle, fumamos cigarrillo y lo “dejamos” en el suelo, apoyamos los accesorios y la ropa fabricada con piel animal y además la compra sistemática de esta misma, etc. Son muchas cosas que deberíamos cuestionar e informarnos, no solo nosotros nos enfermamos y cansamos, el planeta tierra también y esto trae consecuencias irreversibles.

Además de todas las cifras que hay acerca de esto, también se habla de que la producción de carne y leche va a crecer en cuanto la población siga creciendo, ya existe una 20% de consumo terrestre. Según la FAO está previsto que la producción mundial de carne se duplique desde los 229 millones de toneladas en 1999/2001 a 465 millones de toneladas en 2050, al tiempo que la producción lechera se incrementará en ese período de 580 a 1.043 millones de toneladas. Lo anterior, creará demanda y esto hará que se tomen medidas extremas como talar más árboles y erradicar más plantas nativas —que, de hecho, sin el oxígeno y todo lo que nos proveen no podremos vivir—, pero si pensamos en que sin la “proteína animal” nos descompensamos extremadamente, nos faltaran vitaminas y estaremos enfermos de por vida. Esto en escenarios exagerados.

Entonces, ¿usted y yo qué podemos hacer para amenizar este problema tan grave? Puede ayudar desde lo más mínimo: recicle, piense qué necesita comprar de verdad, busque siempre comprar sin empaques plásticos, vaya a la plaza y lleve sus bolsas de tela, cambie sus toallas higiénicas por opciones menos contaminantes como la copa menstrual o las toallas reutilizables, cambie su cepillo plástico por uno de bambú, use shampoo en barra y jabones libres de químicos —que además le sirve a su piel y energía—, hay miles de artículos en internet donde muestran más formas de ayudar desde la individualidad. Pero lo más importante y que concierne en este momento, el consumo exagerado de la carne. Piense y también lea sobre esta actividad, piense en que los animales al igual que nosotros también sienten, corren, saltan y demuestran su felicidad. Piense en que esto no es posible porque son maltratados, obligados a vivir en espacios reducidos porque se necesita producir. Piense en su salud y también en que este problema es grande, abarca a todos los países del mundo y cuando menos pensemos estaremos viviendo en un desierto.

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