Fernando Londoño y el miedo como ingrediente político

Fernando Londoño y el miedo como ingrediente político

"Prefiero pensar que el exministro es astuto porque quiere generar terror con sus analogías inválidas pero terroríficas"

Por: Camilo Andrés Fajardo
marzo 10, 2016
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Fernando Londoño y el miedo como ingrediente político
Foto vía Youtube

El rotundo fracaso que han tenido recientemente las convocatorias del Centro Democrático a una 'marcha' en contra del Gobierno, los ha llevado a recurrir al miedo como principal estrategia de movilización política. Y ante esto, no hay otra posible interpretación del video de Fernando Londoño, que, con su tono apocalíptico, así lo sugiere. Lejos de plantear un análisis serio de la coyuntura que atraviesa el país, aventura hipótesis espurias que desconocen las particularidades de los contextos, la importancia de establecer distinciones claras. En ese contexto, prefiero pensar que Londoño inteligentemente plantea escenarios apocalípticos, dantescos, en aras de suscitar miedo en la ciudadanía y ganar favorabilidad para la oposición, a pensar que desconozca las particularidades de la política latinoamericana llegando a la ignorancia.

Afirmar que “los colombianos estamos jugando el mismo juego de los cubanos hace cincuenta y siete años, y de de los venezolanos hace veinte”, es una evidencia palpable de que lejos de pretender un análisis serio, persigue solamente generar miedo en la audiencia. ¿A quién se le ocurre equiparar el proceso político que llevó a los hermanos Castro al poder hace 57 años con la actual negociación de paz entre el gobierno y las FARC? O señalar sin ningún tipo de sustento que: los empresarios juegan el juego insensato que jugaron los empresarios con Hitler” Desconoce Londoño que la Revolución Cubana no fue fruto de una negociación política, que Fidel Castro llegó al poder  a través de las armas, y que desde entonces en Cuba el sistema político dejó de ser democrático y competitivo. Distinta es la realidad de la actual negociación.

Ni las FARC están tomándose el poder, ni el sistema político colombiano se va a rendir ante las FARC en un escenario de postconflicto. Seguirán existiendo los partidos, las alianzas, las traiciones, las redes clientelistas, la “mermelada”, pero sobre todo, las FARC en la institucionalidad tendrán que luchar por la favorabilidad del electorado buscando mantenerse vigentes. Nadie puede desconocer lo difícil que es para los partidos no hegemónicos mantenerse en el sistema político. No se puede dejar de lado que el M19 desapareció después de solo tres años de vida política legal, que la Unión Patriótica vive en la Institucionalidad gracias a la sentencia del Consejo de Estado que mantiene su personería jurídica, y que los partidos minoritarios han tenido que aliarse para estar a la altura de las exigencias del umbral electoral. Con mucha suerte, las FARC como partido político, seguirán existiendo dentro de la política institucional, con personería jurídica y representación, pero de ninguna manera se podría llegar a pensar que en un futuro próximo están en la capacidad de llegar a la toma del poder a través de vías democráticas. Tendrían que aliarse muchos astros para que eso sucediera.

En cuanto a las 'denuncias' de Londoño de pauperización de la economía durante el gobierno Santos y el radical aumento de la corrupción, en realidad suenan más a demandas de un huérfano del poder, que a verdaderas críticas fruto de un análisis serio. Ni fue virtud de Uribe el boom del petróleo que gozamos durante unos buenos años, pero tampoco la crisis actual se le puede acharar a Santos.

Prefiero pensar que Londoño es astuto, antes que bruto. Astuto porque quiere generar terror con sus analogías inválidas pero terroríficas. Asociar la crítica coyuntura económica del país con las realidades de escasez y restricción de libertades tanto de Cuba como de Venezuela, en aras de dibujar un futuro apocalíptico del cual nos puede salvar solo la oposición, es pura astucia política. Por eso sin duda Londoño sentencia: “lo que sigue señores es la esclavitud, la pobreza y el hambre”, y a la vez le habla al ciudadano del común invitándolo a la marcha  que según él “está convocada por el Centro Democrático, pero no es del Centro Democrático”.

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