El funcionario, quien enfrenta denuncias por violencia de género, fue recibido por algunos miembros del Pacto Histórico, lo que generó críticas, particularmente hacia la congresista Mafe Carrascal. La representante a la Cámara fue señalada por saludar efusivamente a Benedetti, lo que desató una ola de cuestionamientos.
Carrascal, al enfrentar las críticas, defendió su postura a través de redes sociales, argumentando que su trabajo como congresista implica interactuar con distintos actores políticos, independientemente de las denuncias que enfrenten. “El que llega, saluda”, afirmó, cuestionando que solo se haya visibilizado su saludo y el de otras dos congresistas del Pacto, mientras que otros parlamentarios también lo saludaron sin que se les diera la misma atención.
La congresista aprovechó la ocasión para hacer un llamado a no usar el feminismo como herramienta para atacar a las mujeres en política y resaltó que las mujeres no deben abandonar los espacios que han conquistado para demostrar coherencia. “No tenemos que cargar con lo que hacen los hombres”, añadió.
El debate no solo toca la figura de Carrascal, sino también las tensiones entre la coherencia ideológica y las necesidades del ejercicio político. Mientras que las denuncias contra Benedetti por violencia de género, junto con su lenguaje misógino hacia Laura Sarabia, aún pesan sobre él, la postura de Carrascal parece contrastar con su discurso feminista.
Para muchos, su actitud refleja un doble estándar, al no cuestionar públicamente los antecedentes de Benedetti, lo que deja abierta la pregunta sobre si la defensa de los derechos de las mujeres se aplica de manera selectiva.
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