Feliz día padrastros: reflexión

Feliz día padrastros: reflexión

Por: Guillermo Bolaños Quiceno
junio 11, 2014
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Feliz día padrastros: reflexión

De una sociedad como la nuestra donde cada vez más los valores éticos, morales y religiosos rigen el canon de comportamiento de los ciudadanos, quisiera rescatar la importante, apasionante, retadora y polémica labor de quien asume a un hijo como suyo, sin provenir de sus fluidos masculinos.

Ser un ‘macho’, como los ‘mero, mero’ mexicanos es una labor encomendada por nuestros padres, “no llorar como niña” se convierte una retadora y cruel realidad que tenemos que aprender a sobrellevar.

Nos preparan para tener una familia ‘normal’, nos alistan en las filas de lo mecánico y monótono. Rayamos en ser réplicas de padres machistas y mujeres conservadoras que viven del qué dirán los de la Iglesia.

Por las anteriores razones y por muchas más quisiera compartir con ustedes una experiencia que me cambió la vida y me hizo trascender para ser mejor. Ser padrastro es lo más difícil y a su vez lo mejor que me ha podido suceder en la vida.

Rompiendo el hielo

Al niño y a mí nos interesaba la felicidad de la misma mujer pero ambos sentíamos celos de llegarla a perder. Al principio competíamos marcando el territorio a nuestra manera, después entendimos que teníamos muchas cosas en común, que podríamos ser buenos amigos y pasarla muy bien.

-He tenido el afán de enseñar, siento la necesidad de trasmitir conocimiento, cuando lo hago un peso de mí se libera y abre espacio para un aprendizaje nuevo llegue.

Debo confesar que nunca apliqué una estrategia para conquistar el cariño de mi hijastro, puedo decir con total franqueza, que siempre fui yo, sin máscaras y sobreactuaciones. Eso nos mantuvo unidos, ser siempre honestos y alimentar el sueño de tener un amigo fiel para toda la vida, con quien puedas contar, reír, llorar y abrazar cuando estés invadido de miedo.

El creador me brindó el privilegio de representar el rol de San José, el padre adoptivo del hijo de Dios. Ése mismo que contra la naturaleza misma, puso su fe y decidió amar al que no era su hijo, como si lo fuese.

Con mi hijo fue lo mismo, decidí ser su padre, amarlo como mi hijo representa ponerlo por encima de mi vida misma, porque eso haría yo por mis hijos, cualquier cosa. Representó para mí, entender que debía luchar en contra de muchas personas, familiares, amigos e inclusive mis padres.

Lo afronté mental, espiritualmente y con la mayor convicción. Fue tanta mi decisión que como un verdadero hombre afronté despertar los celos descontrolados del padre biológico del niño, herí su ego como hombre y el respondería, él (su padre biológico) entendía que yo era un contrincante con quien podría perder fácilmente, es más, sin tener que luchar física o verbalmente, le gané una y otra vez; y si volviéramos a encontrarnos le ganaría de nuevo sin problema. La verdad, le falta ser un poco más hombre para enfrentarse a mí.

Con acciones he ido ganando el espacio que otro descuidó y no valoró. Con demostraciones de afecto, respeto por la familia y acudiendo siempre a los valores de ser un excelente ser humano. Con momentos mágicos e inolvidables, con carcajadas únicas, con todo aquello que otro –descerebrado- permitió perder por no entender lo sagrado que un núcleo familiar representa.

Tengo la conciencia tranquila que nunca he hablado mal del padre biológico, no tengo necesidad de hacerlo, al final de esta historia nuestro hijo evaluará qué tipo de padre seremos en su vida. Yo con tal de verlo feliz, esperaré que me ponga donde deseé, pero donde pueda ver esbozada su sincera sonrisa.

Quiero aplaudir, homenajear y resaltar ante todo; la dura, apasionante, cruel, esperanzadora, gratificadora y retadora labor del padrastro colombiano. Entiendo lo difícil que es, he aprendido a ser víctima de mis propios miedos, he sido presa de mis inseguridades más penosas. Porque a pesar de todo esto, nosotros –los que entendemos qué significa ser padres- seguimos fuertes e imbatibles buscando la felicidad de nuestro hijo. Entendemos qué es tener un mejor amigo, lo valoramos, no mentimos, no humillamos, no olvidamos y ante todo, damos el verdadero valor a las cosas.

Mi mayor premio es saber que para él soy su papá, porque me lo dice todos los días, y porque me lo demuestra con cada cosa que pasamos juntos. Él me enseñó el verdadero amor de padre: él hizo mi sueño realidad, ya tengo un hijo (un varón), sé que es compartir tiempo con un hombresito, sé que puedo formarle para que sea un ciudadano de bien. Y aunque no nos parezcamos mucho, no lleve mi sangre y no tenga el mismo espíritu mío. Lo amo con todo mi corazón y daría la vida por su felicidad. Lucharé siempre para que no le falte su mejor amigo.

A propósito fui padre biológico por primera vez, hace un mes y medio, tuve una hermosa hija que se parece muchísimo a mí, lleva mi sangre, espíritu y mirada, esa que me hace único. Entiendo el amor de padre biológico y padrastro, entiendo que uno lo podría perder, el otro nunca lo permitiría. Estoy convencido que quiero que mi hijo sea el hermano mayor de mi hija, que sea él quien lleve los pasos de su padre y no deje que a nuestra familia le pase algo.

En el mes del padre, deseo a todos los padres y padrastros de Colombia un feliz día, aplaudo nuestra labor y estoy seguro por siempre ser padrastros seguirá siendo la mejor decisión de nuestra vida.

Salud.

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