Federico Gutiérrez y su lucha por la seguridad en Medellín

Federico Gutiérrez y su lucha por la seguridad en Medellín

"Busca enmendar los errores del pasado, con el objetivo de devolver la tranquilidad a todos los ciudadanos y construir una sociedad segura y equitativa"

Por: Jhon Jairo Acevedo Vélez
abril 27, 2018
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Federico Gutiérrez y su lucha por la seguridad en Medellín
Foto: Al Poniente

Los últimos hechos delictivos que han ocurrido en la ciudad de Medellín son el reflejo de una cruzada institucional por enfrentar las bandas criminales que asolan a la ciudad y buscan desestabilizar la gobernabilidad y la confianza ciudadana para crear caos y zozobra en la comunidad. El miedo, la inseguridad y la desconfianza son los enemigos silenciosos de una sociedad atrapada por una minoría: la delincuencia.

Desde la llegada de Fico a la Alcaldía de Medellín, su decisión personal ha sido enfrentar todas las formas del crimen organizado y ha puesto en sintonía a todas las entidades del Estado encargadas de la seguridad para actuar bajo esta premisa y los resultados han sido latentes y eficaces con el único fin, como lo ha expresado en muchas ocasiones, “la gente tiene derecho a vivir tranquila”.

Desde que tomó las “riendas” de la Alcaldía de Medellín y puso su énfasis en el tema de seguridad, en los primeros tres meses de su gobierno, adelantó más de cuarenta operaciones contra el crimen organizado y en ese lapso la policía capturó a más doscientas personas vinculadas con las bandas criminales, aunado a una docena de cabecillas y mandos medios (1). Además de innumerables allanamientos que han terminado en expropiación por el expendio de drogas como sucedió en el Barrio Antioquia esta semana que terminó con 39 bienes para la extinción de dominio; el seguimiento a fleteros y su captura en tiempo récord y su cercanía con la ciudadanía en operativos desarrollados por la Policía, el Ejército y la Fiscalía demuestran su voluntad férrea de convertir a Medellín en una ciudad segura, a pesar de los costos políticos que le pueda acarrear y en mayor medida, su seguridad personal, que a la fecha se han reportado cinco intentos para atentar contra su integridad personal.

En sus dos años de gobierno ha logrado capturar a más de 50 capos entre los que se destacan: Juan Carlos Mesa Vallejo, mejor conocido por sus alias de Carlos Chata o Tom; Carlos Pesebre, jefe de los Pesebreros, una banda delictiva que opera en los barrios Castilla y Robledo, en la Comuna Noroccidental de Medellín; William Andrés Moscoso Monsalve, alias El Chivo, sobrino del jefe máximo de La Terraza y miembro de la cúpula de la Oficina de Envigado; Diego Alberto Muñoz Agudelo, conocido con el alias de Diego Chamizo, quien lideraba la Organización Delincuencial en Caicedo, que operaba en las Comuna 8 y 9; Abel Andrés Garcés Londoño, lideraba la mítica banda de La Sierra, filial del Clan del Golfo y que dominaba los barrios La Sierra, Villa Turbay, Villa Liliam y las Estancias, Comuna 8 de Medellín; Carlos Mauricio Soto Isaza, líder de la Odín Picacho, organización que reunía combos de las Comunas 5, 6 y 10 de Medellín y con influencia en el Municipio de Bello y en el corregimiento de San Cristóbal; Hugo Arango Tejada, alias Hugo Pájaro, cabecilla de la banda Los Pájaros, quien operaba en el barrio Belén y en el corregimiento de Altavista; Sebastián Murillo Echeverry, quien pertenecía a la cúpula de la Oficina de Envigado, conocido con el alias de Lindolfo; Elkin Fernando Triana Bustos, líder de la banda los Triana y operaba en las Comunas 1, 2, 4 y 7 de Medellín. Tenía el control territorial de los barrios El playón, Pablo VI, Santacruz, Andalucía, Limonar, Robledo Aures, Santa María y Curazao; Jorge de Jesús Alarcón alias Vallejo, fundador de la banda La mesa de Bello (2).

En lo corrido del mes de abril han caído en manos de las autoridades Cristian Camilo Mazo Castañeda, alias “Sombra”, uno de los jefes de la “Odín Robledo” desmovilizado del bloque Héroes de Granada de las Auc; Carlos Mario Triana Vásquez; alias Mario Chiquito, que tardó dos meses como jefe de los Triana y que antes duraban 20 y 25 años delinquiendo con la anuencia o pasividad, en muchos casos, de las autoridades municipales que permitió que estos grupos delincuenciales se apoderaran de territorios y fueran la única autoridad en muchos barrios de la ciudad de Medellín.

No se puede olvidar que durante la alcaldía de Sergio Fajardo Valderrama, actual candidato presidencial, era recurrente la donbernabilidad, expresada en una relación maquiaveliana entre la institucionalidad (Alcaldía, Policía y Fiscalía) y la delincuencia organizada en cabeza de Don Berna, jefe de la Oficia de Envigado, que permitió que la Tasita de Plata disminuyera las cifras de homicidio en toda la ciudad. Esa situación la expone claramente María Jimena Duzán en un artículo publicado en la Revista Semana, titulado ¿Qué pasa en Medallo?, donde narraba el panorama de la ciudad de Medellín y escribía sobre los rezagos de las políticas de seguridad ambiguas, producto de gobiernos permisivos y tolerantes con la delincuencia que hoy, después de tres lustros, padecemos todos los ciudadanos.

El artículo publicado en junio de 2009 presenta una radiografía de la violencia en Medellín hace 10 años con el siguiente argumento: “Los últimos fines de semana en Medellín el número de muertes violentas ha llegado a sobrepasar los 20. La Policía ha registrado con preocupación un incremento en el número de homicidios por día, entre dos y tres veces más que en 2008 —¡cerca de 90 muertes violentas más por mes!” (3). Y la periodista, ante esta realidad siniestra, trata de responder la pregunta inicial de su artículo: ¿Qué pasa en Medallo? Y la respuesta es contundente: “Para responder esta pregunta habría que poner los reflectores sobre el modelo de reinserción impuesto por el exalcalde Sergio Fajardo, […] Fajardo logró lo que ningún alcalde ha conseguido en la historia colombiana: rebajar en 50 por ciento el índice de muertes violentas en Medellín, en un espacio de seis meses, a la par que implementó un modelo que permitió la reinserción de los desmovilizados del paramilitarismo, pactado en 2004 con el gobierno Uribe”(4).

Para la periodista, el modelo implementado en la alcaldía de Fajardo fue equivocado. “Su principal error consistió en haber cimentado el proceso en asociaciones de desmovilizados que siempre tuvieron un pie en la ilegalidad y que nunca jugaron limpio. Ese fue el caso de la Corporación Democracia, cuyo máximo dirigente era 'Job', un mando medio desmovilizado del paramilitarismo que llegó a tener una inmerecida interlocución no solo con la alcaldía de Fajardo, sino con los asesores de la 'Casa de Nari'” (5).

Pero, ¿qué propició esta alianza?: “Al fortalecer esos vasos comunicantes con esas asociaciones de desmovilizados en lugar de haberlas denunciado, la administración de Fajardo terminó incursa en un pacto tácito, nunca explícito, con unas asociaciones que en realidad eran una fachada de la mafia que manejó 'Berna' desde la cárcel hasta su extradición. Por las investigaciones de la Fiscalía, se puede establecer que la esencia de ese pacto que, repito, nunca fue explícito, residía en que a cambio de que la oficina de Envigado siguiera manteniendo la capital sin muertos, las autoridades, incluso las regionales, no los perseguirían”. (6)

La supuesta “pacificación” de la ciudad de Medellín se desprendía del siguiente contubernio: “Las cifras confirman esta 'donbernabilidad': durante la administración Fajardo, la oficina de Envigado no sólo creció, sino que se fortaleció al conseguir neutralizar a la Policía (a través del general Pedreros) y a la Fiscalía (a través del fiscal Guillermo Valencia Cossio); tampoco se registraron mayores capturas que pudieran afectar los negocios de la mafia. […] El encargado de establecer los vasos comunicantes con estas asociaciones de desmovilizados por parte de la Alcaldía de Fajardo fue Jorge Gaviria —hermano de José Obdulio Gaviria— y quien hasta principios de marzo de este año estuvo al frente de la oficina de desmovilización en Medellín”. (7)

En su momento, Alonso Salazar, alcalde de Medellín (2008-2011), trató de enmendar los errores cometidos por su antecesor, prueba contundente de que el modelo de reinserción de Fajardo fue equivocado y denunció en su momento, el doble juego de esas asociaciones y pidió ayuda de la Policía para combatir la mafia. Así pues, que bajo su administración (Alonso Salazar) se capturó al “fiscal Valencia Cossio y se descubrió que importantes generales de la Policía le respondían a la oficina de Envigado” (8).

En la actualidad, Federico Gutiérrez busca enmendar los errores del pasado, con el objetivo de devolver la tranquilidad a todos los ciudadanos y construir una sociedad segura y equitativa que le reste jóvenes a la violencia, quienes en última instancia pone la cuota más alta en esta guerra sin sentido. Para ello, ha puesto en marcha programas emblemáticos desde todas las dependencias de la alcaldía que atiende a la población, en este caso los más vulnerables: programas liderados por la Secretaria de Inclusión Social y Familia, que atiende a población en situación de calle ha sido un éxito en la ciudad, al crear granjas para su rehabilitación; la Secretaria de Desarrollo Social, que busca potenciales emprendedores para apoyar sus ideas de negocios enfocado en la población que vive en barrios periféricos brindado asesoría y acompañamiento; la Secretaria de Educación, reconocida por la Unesco como Ciudad de Aprendizaje, con sus diferentes línea de intervención socio educativas como “El Colegio contamos con vos” que busca niños, niñas y jóvenes para que se integren al sistema escolar; “Escuela Entorno Protector” que busca la prevención de la violencia en las I.E de la ciudad y el “Líder sos vos” una iniciativa liderada por el propio alcalde, para crear y potenciar nuevos liderazgos en la ciudad, se han convertido en una apuesta por la transformación educativa y social de la ciudad.

Pero retomando a María Jimena Duzán, “Lo paradójico es que los paisas no están contentos con Salazar porque los índices de violencia se dispararon de manera preocupante. Roto el pacto tácito, la mafia ha vuelto a inundar de muertos las calles de Medellín en un intento por forzar a las autoridades a volver a suscribir pactos por debajo de cuerda. Yo no soy paisa. Pero si lo fuera, estaría aplaudiendo a Alonso Salazar por valiente, y cuestionando seriamente el modelo de reinserción de Sergio Fajardo, aquel que tanto lustro le ha dado a la seguridad democrática” (9).

Esta misma realidad se refleja en grupos de opinión, donde surgen críticas negativas a las acciones del actual mandatario municipal, obviando que este conflicto urbano es una herencia de viejas administraciones que les temió la mano para enfrentar los grupos delictivos y prefirieron pasar sus cuatro años desconociendo la realidad criminal de la ciudad. Ahora, que surge una respuesta concreta, buscan forzar pactos oscuros para presentar estadísticas amañadas a la verdadera realidad sin dar respuestas contundentes y seguir creyendo que el problema es de unas cuantas comunas que no compete al resto de la ciudad y menos aún, a una pequeña minoría de ciudadanos que opinan desde la protección de una unidad cerrada que los aísla momentáneamente de la realidad.

“Fico” tiene ahora en la mira a alias Juancito, señalado cabecilla de la banda de Betania, quien está generando el terror en San Javier y la Comuna 13. Es hora de apoyar a nuestro alcalde y brindarle todo nuestro respaldo y apoyo para salir de la barbarie de unos pocos y posicionar a Medellín como la ciudad que siempre lo ha sido: una ciudad segura, próspera y en paz. ¡Los buenos somos más!

 

Notas:

(1) Informe: el alcalde, los nuevos capos y la crisis de Medellín

(2) La guerra que el alcalde de Medellín le está ganando a la mafia

(3-9) ¿Qué pasa en Medallo?

 

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