¡Exíjale a su médico!
Opinión

¡Exíjale a su médico!

Por:
noviembre 23, 2014
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Transcurría una tarde apacible, antes de la tormenta emocional que me lleva a escribir esta columna. Pedro, mi amigo de infancia, llama a consultarme  sobre lo que le ha dicho un afamado neurocirujano (R.B.) en Bogotá.

—Claro Pedro, es muy buen médico, —digo. Precede esto a la siguiente pregunta, —Pedro, ¿y cuando lo examinó que le encontró?

Llegan los vientos huracanados,

—Pero si no me tocó, —dice mi compañero de colegio.

No solo no lo tocó, no lo desvistió, no le tomó reflejos, ni fuerza, ni sensibilidad; tampoco observó la espalda de Pedro, ni lo hizo movilizarse. No fue médico. Saltó una parte fundamental, esencial, de la consulta médica antes de emitir su juicio: “Usted tiene una hernia discal y necesita cirugía”, cirugía aplazada a exámenes y tratamientos que ordenó una junta médica posterior, donde tampoco lo tocaron.

“Es que la cirugía salió muy bien, la radiografía lo muestra, yo ya no tengo más que hacer”, dice el cirujano, mientras el paciente continúa con igual o mayor dolor, sin que el médico revise su piel, su sistema nervioso, su cuerpo, su Ser, para ver donde falló la cirugía supuesta a quitar el dolor.

“No operen radiografías”, decían mis maestros, lo digo yo y todo el que practique la medicina como arte que es y no como técnica deshumanizada. Basta ya de quejadera, vamos a la solucionática, como decía en una columna anterior.

Conversando luego con sendas personas me reafirman que sí les parece necesario que el médico los examine físicamente. Sentirse tocado por el médico es un bálsamo curador de por sí. Recuerdo la primera vez que de adulto me examinó un médico, me hizo desnudar por completo y el examen fue de todo el cuerpo, no solo de la parte implicada. Regresemos a esa bella práctica, queridos colegas.

La semiología y semiótica, (“estudio de los signos de las enfermedades” según la RAE,) ha sido fundamental en la enseñanza de la medicina. Ya basta de suplantarla con los fríos datos en un informe de laboratorio. Observar, palpar, auscultar, percutir no son reemplazables por un examen paraclínico. Tampoco lo es una máquina que mide..., en la medicina bioenergética.

Exíjale a su médico. Exíjale que lo mire a los ojos, que lo escuche, que lo examine. Exíjale ser médico, no técnico. Y no se dejen intimidar por el cuento de los 15 o 20 minutos. Solo hablando, no callando, podremos como pacientes volver a sentirnos bien tratados en este sistema de salud.

Lo que sí no se exija es lo que diga "Dr. Google", ya que medicina no se aprende a punta de clics. Podemos exigirle al médico una explicación a fondo de las inquietudes que tengamos a raíz de conversaciones con amigos, familia, lecturas. Debemos quedar satisfechos, o si no, tener una segunda opinión. También podemos exigir esta última, la interconsulta a otro médico.

Para que lo anterior se produzca, rescatar la confianza y la empatía médico-paciente es primordial. No podemos llegar al médico desconfiando de antemano. La labor del paciente es creer ante todo y ante la duda solicitar aclaración. La labor del médico es conversar, explicar hasta que paciente y familia queden satisfechos.

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