Este domingo, a votar la basura

Este domingo, a votar la basura

Por: Don Palabras
junio 09, 2014
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Este domingo, a votar la basura
Imagen Nota Ciudadana

ESTE DOMINGO, A VOTAR LA BASURA
DonPalabras

“Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen” sentenció con ínfulas intelectuales mi interlocutor, decepcionado de los resultados electorales de la víspera (25 de mayo), cuando los electores -en su mayoría- refrendaron el mandato presidencial para la derecha; “… esa es la democracia, la tiranía de las mayorías” repetía, lamentándose en su guayabo electoral, porque la propuesta que él consideraba más decente, mejor estructurada y con mayor compromiso social, no alcanzó a pasar a segunda vuelta, aunque se acercó a los dos millones de votos.

“… tocó reelegir a Santos” remató apurando el tinto, asegurando que es preferible continuar con el gobierno actual, que regresar al pasado es imposible (frase “lapidaria” de Martha Lucía Ramírez en el debate televisado previo a la primera vuelta) que sería insostenible reelegir a Uribe, etc.
Me quedo en el fondo del vaso de tinto pensando en las revelaciones hechas por mi amigo, aún no me convence.

Ni lo uno, ni lo otro…ni lo otro

Para establecer qué gobernantes se “merece” un pueblo, sería necesario revisar la historia de ese pueblo, y la verdad es que el heroísmo de la lucha del pueblo colombiano tiene un lugar de privilegio en la historia de la humanidad, tanto por la capacidad de resistencia como por la alegría y esperanza a la cual nunca ha renunciado, lastimosamente esas características han sido aprovechadas por el establecimiento y presentadas como aceptación de las condiciones históricas que éste ha definido; desde este punto de vista es claro que nuestro pueblo ha merecido mejores gobernantes que los que ha tenido, pero sucede que quienes han sido prospectos de tal talante han sido perseguidos y eliminados por el establecimiento, dejándonos esta caricatura de democracia.

La democracia no es la tiranía de las mayorías, por el contrario la base fundamental de la democracia consiste en brindar –no sólo por parte del Estado, sino de la misma ciudadanía y los medios de información- las garantías necesarias para ejercer la oposición y el control político, en un sistema de limitación armónica de poderes, con contrapesos claros e independientes.

La elección presidencial como opción de elegir un modelo de construcción de país, en tanto modelo económico, modelo educativo, modelo de desarrollo, sistema de salud, distribución de la riqueza, política de empleo y trabajo; se resolvió el pasado 25 de mayo, cuando existían por lo menos algunas diferencias o matices en estos aspectos entre los candidatos, y cuando en el abanico de opciones del tarjetón electoral se encontraban dos mujeres como Clara y Aída que asumieron con altura, criterio y argumentos el debate político, demostrando que les cabía un país mejor en la cabeza.

En esa elección, el 25 de mayo los ciudadanos que acudieron a las urnas optaron en su mayoría por el modelo dominante, el modelo de distribución inequitativa de la riqueza, el modelo de liberalización del comercio a costa de la producción nacional y de los derechos laborales, el modelo de la industria extractiva y de la reprimarización de la economía, el modelo de la educación bancaria y el adiestramiento laboral para el mercado, el modelo de la degradación ambiental y de las externalidades, el modelo de mercantilización del derecho a la salud y de protección del negocio de la seguridad social, optaron por el modelo de la precarización laboral y el castigo tributario al trabajo en defensa del capital. Ese debate lo perdimos.
Este 15 de junio, lo que van a elegir los colombianos no es un modelo de gobierno, ése ya está refrendado, lo que se va a elegir este domingo 15 de junio es quién y cómo va a administrar ese modelo.

¿Qué se va a elegir?

Teniendo esto claro, es pertinente establecer claridad frente a que a pesar de representar el mismo modelo de gobierno, no es lo mismo Santos que Zuribe, y esta diferencia se puede evidenciar tanto en el contraste del periodo 2002-2010 con el periodo 2010-2014 -allá cada uno de ustedes sacará sus conclusiones-, como en la lectura de lo que se perfila para el siguiente cuatrienio. Veamos dos diferencias esenciales.

El proceso de negociación del conflicto.

Durante años el movimiento social y los llamados sectores de la izquierda democrática, así como sectores progresistas del liberalismo nos movilizamos para exigirle a Uribe emprender una solución política negociada a la guerra como expresión del conflicto social y político; contrario a esto el expresidente amnistió y bendijo con impunidad a los paramilitares, sus socios y sus capitales, sepultando los anhelos de verdad justicia y reparación para las víctimas, y garantizando la repetición –como los casos de Buenaventura, eje cafetero, Urabá y el eje Caribe. El principal argumento del expresidente para evadir el mandato constitucional de la búsqueda de la paz era la negación del conflicto, asegurando que la guerra no era más que una amenaza terrorista por parte de un cartel narcotraficante –de eso sabe bastante.

Santos por su parte, inició el camino de reconocimiento del conflicto con una ley de Víctimas y reparación, la cual tuvo todos los debates y reticencias por dejar por fuera la consulta a las víctimas y los grupos étnicos, por soslayar los crímenes de Estado y por supeditar a la sostenibilidad fiscal la reparación económica de las víctimas; sin embargo, se abrió la puerta para la visibilización -a nivel institucional- de unas víctimas que venían siendo revictimizadas a pesar de las sentencias y pronunciamientos de las altas Cortes en defensa de sus derechos.

Poco después, anunció el gobierno el inicio de un proceso de diálogo con las Farc, en busca de unos acuerdos fundamentales que permitieran poner fin a la guerra y avanzar en la resolución del conflicto social y político por otros medios; proceso este que se encuentra –según la mesa de la Habana- avanzado en tres de cinco puntos y que para lo que falta incluirá la participación directa e indirecta de las víctimas –no sólo las de la insurgencia.
Por su parte Zuribe nos proponía primero una suspensión inmediata de los diálogos y la redefinición de los términos de negociación, hoy nos dice que continuará los diálogos con una redefinición de los términos de negociación. ¿?

Ha sido claro el candidato Zuribe en su negativa a reconocer el conflicto y en su rechazo a como se ha adelantado el diálogo de la Habana, ha sido claro en que condicionará la continuación del proceso a unos términos que difícilmente permitirían su continuación. Por otra parte ha decidido la campaña de Zuribe combinar todas las formas de lucha, sumando los apoyos descarados de ciertos sectores de militares activos y retirados -con la curiosa complacencia del Ministro de Guerra-, quienes deben estar aterrados con la posibilidad de que se disminuyan sus rentas derivadas de negocios legales e ilegales ligados a la guerra.

Garantías a la oposición

El uribismo demostró durante su periodo de gobierno, así como durante este cuatrienio en el que ha ejercido como “oposición”, que la fórmula de la chuzada, del señalamiento, del rechazo a la observación internacional, del desacato al ordenamiento jurídico, de la degradación del Estado Social de derecho, de la censura y persecución al periodismo y la opinión crítica, es la fórmula a privilegiar para el tratamiento de las discrepancias y el debate político.

En el gobierno Santos, la aparente fórmula de la negociación y el diálogo con los diversos sectores sociales ha estado manchada por el accionar del Ministro de guerra Pinzón y del General Palomino, quienes no han cesado en su esfuerzo por alinear el movimiento social con la subversión armada, para disfrazar la violenta represión. Por supuesto que esta actitud de diálogo pocas veces permite avances hacia temas fundamentales, y casi siempre los ministros del Interior, Agricultura y Educación se han ido por las ramas y han jugado al agotamiento de la movilización social.

La diferencia en este caso radica en que durante la campaña, Zuribe ha dado claras muestras de su talante autoritario, ha dicho que María del Pilar Hurtado, Jorge Noguera y Luis Carlos Restrepo son perseguidos políticos a quienes se les ha negado las garantías procesales, y ha evidenciado que tiene muy mala memoria o que es un mentiroso descarado al negar y contradecirse en relación con el “caso del hacker”, en cualquiera de los dos casos es deplorable. Por su parte Santos –tal vez presionado por la carrera electoral- ha mostrado apertura al diálogo social y ha ofrecido espacios de discusión y debate, con distintos sectores sociales y políticos, lo cual por supuesto puede ser simplemente promesa de campaña.

En otros aspectos las diferencias son mínimas o inexistentes, privilegio al capital extranjero y a las oligarquías nacionales; corrupción en la salud, obras públicas, fisco, educación; distribución desigual de la riqueza, reducción de los derechos laborales y aplicación inequitativa de la política tributaria. De manera que lo que se va a elegir este domingo en últimas, es la disyuntiva a la cual quiso llevarnos desde un principio el establecimiento: la continuación de la guerra o la continuación del diálogo para el fin de la guerra, y frente a esto es que usted decide.

Ñapa: Respetable la postura de Clara López y Carlos Gaviria, quienes atendiendo a la libertad dada por el ejecutivo del Polo han anunciado su voto por Santos, manteniéndose en una postura de oposición y sumando esfuerzos en un frente anti Zuribista con vastos sectores de la llamada izquierda democrática, el progresismo y los llamados formadores de opinión. Respetable también la postura de Robledo y Suárez, quienes atendiendo a la coherencia política –y a sus disciplina interna- se suman al voto en blanco, el cual no tiene efectos electorales.

Ñapa 2: De ninguna manera sería aceptable que a Robledo, Suárez y otros sectores democráticos que no conciben depositar el voto ni hacer campaña por Santos se les vaya a cobrar el eventual ascenso de Zuribe al solio de Bolívar, y el consiguiente recrudecimiento de la guerra; así como tampoco sería aceptable que a Gaviria, López, Cepeda y a quienes conforman hoy el frente anti Zuribista, se les vaya a cobrar la profundización del neoliberalismo. Tampoco por supuesto sería aceptable que de este frente surjan oportunismos que terminen renunciando a la oposición y poniéndose el chaleco burocrático de la unidad nacional, pero que los hay, los hay.

Ñapa 3: En todo caso, espero seguirlos encontrando en el frente de lucha, no vaya a ser que este chiste de democracia nos rompa o desmovilice.

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