-Ese día te vas a lucir, irás cubierta de escarcha todo el cuerpo. Tienes que verte divina.
Dice Luz Adriana Latorre a la bailarina Yolanda Hernández, luego de la pequeña presentación que la veterana bailarina junto a su esposo, acaban de realizarle a un grupo de periodistas. En efecto Luz Adriana, principal cabeza de Corfecali -entidad responsable de la organización de la feria- coordina hasta el más mínimo detalle y está dispuesta a botar la casa por la ventana para que este año la capital vallecaucana tenga una fiesta que pase a la historia. No en vano los 9 mil millones de pesos por los que está presupuestada la de diciembre próximo, de los cuales el 60% saldrá del bolsillo de la administración municipal y el resto, de la empresa privada. “Cuando hablamos de las cifras hay que meterse mucho más adentro de ellas para entender que cada componente de la feria genera empleo y mueve la economía local”.
A estas alturas del año la capital vallecaucana ya respira feria. La semana pasada tuvo lugar el lanzamiento de la tradicional Feria de Cali en su versión 57 cuya principal consigna este año es “Cali, capital de la alegría” y para demostrarlo, Corfecali invitó a un grupo de periodistas a dicho evento, entre los cuales se encontraba el presente servidor. 24 horas en la ciudad son suficientes para entender el por qué esta se consolida como la capital mundial de la salsa, aun por encima de países como Puerto Rico.
Cali se ve verde, sabe muy dulce y suena a salsa. Al menos así lo corrobora la vegetación que desde la entrada a la ciudad adorna la carretera o los emblemáticos cholaos que parecen desafiar el límite de dulce que pueda caber en un vaso. Mención aparte merecen las múltiples tabernas, discotecas, escuelas de baile y demás sitios en la ciudad que sirven como templos de culto al género de Celia Cruz.
La escuela Stilo y Sabor es tan solo uno de esos sitios a dónde fui invitado y por pura hospitalidad quisieron realizar una proeza contra natura; hacer que este malogrado exponente de la raza costeña baile salsa. “No te acelerés. Calmado y seguí conmigo” Repetía la joven bailarina que ante mi descoordinación trataba de hacerme coger nuevamente el paso. Sobran los comentarios respecto al desafortunado intento que por cortesía realicé para dominar los tres pasos básicos del género, más aún cuando esto tiene lugar junto a algunos de los bailarines que harán parte del Salsódromo este año y luego de haber visto lo que son capaces de hacer con sus pies, los cuales parecen despegarse del piso durante fracciones de segundo cuando bailan.
Entendí por qué dice la canción que las caleñas son como las flores y todavía tengo la ciega esperanza que haya alguna dispuesta a pasarme el pequeño detalle de no dar con aquello del baile. Hace mucho estoy resignado a entender que en mi ADN no se encuentre el gen del ritmo; mi cuerpo es rebelde a las órdenes del cerebro y cuando ordeno mover el pie izquierdo, se mueve el derecho. Claramente nunca llegaré a ser cómo Édgar y Yolanda, pareja de esposos que después de décadas enteras bailándose la feria, este año harán parte de la Calle de la Feria evento que reemplaza a la depuesta cabalgata, lo cual alegra a más de uno por estas tierras pues en ocasiones pasadas fue utilizada como vitrina para rendir culto a la ostentación propia de aquellos quienes ni vale la pena recordar
Édgar y Yolanda junto a Luz Adriana Latorre, Gerente de Corfecali en la Taberna Latina, uno de los tantos sitios de culto a la salsa que será protagonista en la próxima feria.
Por la noche tuvo lugar el evento de lanzamiento de la feria en el Teatro Enrique Buenaventura, que en palabras de los anfitriones era una mini-feria de Cali incluyendo desfile de carros antiguos, comparsas de baile y presentaciones de algunos artistas como Willy García, Luis Felipe González y Álvaro Granobles, teniendo una parte afuera del teatro para el goce de quien quisiera apreciar el show, y otra adentro para un número determinado de invitados especiales.
El caleño es muy hospitalario, o esa fue la impresión que me llevé luego del trato recibido por parte de la gente de Corfecali, que no me dejaron gastar un solo peso desde la llegada al aeropuerto hasta la salida de él, tras de todo duplicaron el peso de mi equipaje a punta de regalos entre los cuales se encontraba una botella de Ron Marqués del Valle de 8 años. Así mismo para que no quedara duda alguna de que Poker patrocina esta versión de la feria, durante las 24 horas que pasé en la ciudad siempre tuve a mi disposición cerveza de dicha marca con tan solo pedirla pero como soy abstemio, no me interesó aprovechar tal detalle como tampoco la paca que me dieron para llevar, la cual –junto a la botella de ron- también regalé a alguien que con toda seguridad la disfrutará mejor que yo.
En todo caso si la intención de esta invitación era enamorar a un periodista de Cali pues entonces que Luz Adriana Latorre, su gente de Corfecali y la alcaldía, muy queridos ellos, se den por bien servidos porque siendo esta la primera vez que iba a la ciudad lo lograron con creces, me antojaron de que haya una segunda, como también una tercera y muchas más. A partir de este momento busco individuo –hombre o mujer- con casa o apartamento en Cali para entablar una sincera y desinteresada amistad.
Aquí una recopilación de imágenes y sonidos de tal experiencia, que se supone, será lo que se vivirá en la próxima feria:
