Entre el POT oficial y el delicuencial

Entre el POT oficial y el delicuencial

En uno se planifica el desarrollo territorial y se duerme plácidamente, mientras que en el otro la anomia es aplastante y los sueños son sustituidos por pesadillas

Por: Mateo Malahora
septiembre 13, 2019
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Entre el POT oficial y el delicuencial
Foto: Felipe Restrepo Acosta - CC BY-SA 4.0

Urbana es una ciudad donde existen dos Planes de Ordenamiento Territorial, como me lo contó Estanislao, quien consiguió ingresar a La Olla para indagar sobre su vehículo hurtado.

Lograrlo no fue fácil, tuvo que acudir a un oscuro personaje conocedor de los bajos fondos, donde prevalece la delincuencia, el tráfico de drogas, se hacen transacciones ilegales, se comercian armas y se cambia lo robado por marihuana o cocaína; una especie de Cartucho bogotano, Cinco huecos de Medellín, El Calvario caleño y el Basurto cartagenero.

La Olla es un gueto, enclave urbano para calificar a un grupo humano segregado de la sociedad; pero lo que realmente revela es un complejo problema social de pobreza extrema, y, como sabemos, la pobreza no es una condición que nace adherida al ser humano, sino que tiene un carácter social establecido por las estructuras económicas de poder.

Con toda confianza, Estanislao, entró a La Olla, saludó a Mister Rambo, quien le hizo pasar a un pequeño recinto, le invitó a ocupar asiento, tomarse un tinto y mirar sobre la pared el mapa de la ciudad, mostrado por un proyector de video.

“¿Dónde vive doctor?”, le preguntó Mister Rambo, con discreto aire de poder, respondiéndole “en el centro de Urbana”, mientras le daba la dirección.  Con una linterna, que señalaba un punto rojo, fue buscándola sobre el mapa, la ubicó, y procedió a mostrarle, con precisión, la fachada de su casa, expresándole: “Infortunadamente, Doctor Estanislao, esa zona no nos incumbe; debido al crecimiento urbanístico de la ciudad, le pertenece a la gente del oriente. Tenemos planes de crecimiento autónomos, protegidos por fronteras invisibles”. En tanto, Estanislao quedó desconcertado y perplejo por el lenguaje de su interlocutor, la incertidumbre sobre su vehículo y la perfecta zonificación con que la delincuencia tenía fraccionada la ciudad.

Conmovido, al abandonar La Olla, cuestionó que en el lenguaje gubernamental se hablara de "limpiar ollas". “Lo que necesita Urbana no es higiene, lo que exige es intervención interinstitucional, porque el señalamiento es autocrático, sabe a  conducta exterminadora”, recapacitó.

“Más que zonas donde se almacenan drogas y se trafica con objetos robados, estos espacios denuncian enmarañados problemas sociales, que concentran habitantes de la calle, familias en extrema pobreza, niños, ancianos abandonados, jíbaros y personas pobres”, dijo para sí mismo, agregando:

“Recuperar territorios, mediante acciones policivas, no basta; redadas para perseguir y detener a los expendedores de droga, enviarlos a la cárcel a cursar ‘maestrías’, tiene un sentido despótico”.

Estanislao llegó a la conclusión de que en Urbana hay dos espacios donde se planifica el desarrollo territorial, se duerme plácidamente y, otros, donde los sueños son sustituidos por pesadillas, no existe soberanía social sobre la vida y la anomia es aplastante.

Antes que demoliciones, se necesitan políticas rehabilitadoras que garanticen acciones de convivencia, trabajo, seguridad y desarrollo, que soporten instituciones para atender niños, niñas y adolescentes en condiciones de abandono; entidades de salud, para atender adicciones y salud mental; fortalecimiento del sistema escolar y reconstrucción de casas en ruinas, todo, con el acompañamiento de organismos defensores de los derechos humanos.

“Infortunadamente, Doctor Estanislao, esa zona no nos incumbe, debido al crecimiento urbanístico le pertenece a la gente del Oriente. Tenemos planes de desarrollo autónomos, protegidos por fronteras invisibles”, fue la frase más cáustica y virulenta que haya escuchado Estanislao en los últimos tiempos, puntillosa afirmación que corre las cortinas de la ilegalidad y muestra el dominio de los excluidos.

Irónicamente en Urbana hay dos Planes de Ordenamiento Territorial: uno, el oficial, el otro, el delincuencial, indicador irrefutable que la injusticia social es la primera baja de la  desigualdad.

Salam aleikum.

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