En política, Colombia y el Cauca no seguirán iguales

En política, Colombia y el Cauca no seguirán iguales

"La alternativa democrática al régimen retardatario que las elites clientelistas y corruptas le han impuesto al país se construye en el camino y puede triunfar"

Por: Leandro Felipe Solarte Nates
junio 12, 2018
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En política, Colombia y el Cauca no seguirán iguales
Foto: El Tiempo

Con la renuncia de Juan Fernando Cristo al Partido Liberal, el anterior marginamiento del senador Juan Manuel Galán y la rebelión de nueve congresistas que tildan a César Gaviria de ser el principal engañador de Humberto de la Calle, haciéndole creer que respaldaba a su candidatura presidencial y además de ser protagonista del entierro de pobre del otrora "glorioso partido" de Gaitán y Galán, se evidencia un fenómeno de quiebre —de la pagada con puestos, plata y contratos— en la unidad de organizaciones políticas desprendidas de los partidos tradicionales después de la entrada en vigencia de la Constitución del 91, para atender intereses personales de grupos y dirigentes políticos en las diferentes regiones del país, amparados en las listas preferentes y en la negación y boicoteo a la reforma política y electoral que pondría en peligro sus feudos clientelares.

El que los votos del liberalismo, Cambio Radical y la “U” en la primera vuelta presidencial fueran tan pobres en respaldo a De La Calle y Vargas Lleras, con relación a los logrados en las elecciones para Cámara y Senado, indicó que los ciudadanos —así les den almuerzo, trago, plata y hasta puesto y contratos— ya no le comen cuento a las órdenes de sus jefes y votan por quien se sientan representados, sobre todo en las elecciones para presidencia, lo que se manifestó en la copiosa votación por el candidato de la Colombia Humana, en el Cauca, Valle, Nariño y otros departamentos.

El reconocimiento de esta realidad obligó a que en el Cauca, para el 17 de junio, el senador Temístocles Ortega Narváez, elegido en representación de Cambio Radical y con votos de liberales que apoyaron a Carlos Bonilla y Crisanto Piso, en asamblea de su movimiento, haya aceptado la decisión de las mayorías de respaldar a Petro y desde antes de la primera vuelta, dirigentes liberales como el exrepresentante a la Cámara Jesús Edgar Papamija y el excontralor Departamental Nelson Paz Anaya, ya estaban respaldando a Petro.

Oponiéndose a la aplicación de las pocas reformas acordadas en los diálogos de paz, nos hicieron creer que al país se lo iba a tomar las Farc. Estas, con sus poco más de 50.000 votos obtenidos en las elecciones de marzo, nos demostraron que el fantasma que les había servido para estigmatizar a quienes se oponían al régimen desde la oposición legal no era más que un pretexto para mantener a Colombia en manos de las mismas castas de delfines que se la vienen rapiñando desde la Independencia.

Minimizado el coco de las guerrillas la consigna era de tratar de "castrochavistas" y "mamertos" a todos los que propusieran tímidos cambios en esta sociedad que desde los tiempos de Rafael Nuñez, Laureano Gómez y Álvaro Uribe, sigue manejada por los mismos ultraconservadores de siempre, quienes a punta de leguleyadas maquiavélicamente tejidas más la violencia abierta y soterrada agenciada por chulavitas, paracos y calumniadores de oficio, han perseguido a quienes intentan cambiarla en beneficio de la mayoría de población.

Por primera vez, sumados los resultados de Fajardo, Petro y De la Calle, quienes proponían cambios significativos en la sociedad colombiana obtuvieron más de nueve millones votos en la primera vuelta, que si de atrás para adelante no le permiten ganar en el envión final a Petro, no podrán ser ignorados por el indigesto sancocho clientelista que fue a parar a la olla de Duque.

Por primera vez, el candidato perdedor será senador y jefe de la oposición, lo que impedirá la manguala y contubernio sin control de las pirañas de los "cupos indicativos", regalías, contratos y nómina oficial, en el que se ha convertido el rutinario Congreso y la administración de los gobiernos: nacional, departamentales y municipales.

Voté por Fajardo en la primera vuelta porque por su experiencia administrativa en Medellín y Antioquia, su estilo de gobierno pausado de buenos resultados y el acompañamiento de dirigentes con experiencia administrativa, podría gobernar mejor asesorado y en ambiente menos polarizado que el propuesto por Petro y su equipo, hasta entonces muy limitado, tanto por los pocos congresistas ganados en las elecciones de marzo, como por su posible gabinete de gobierno.

Sin embargo, para la segunda vuelta decidí respaldar a Petro, al superar la primera vuelta y a su campaña haberse sumado experimentados líderes como los exalcaldes de Bogotá y Pasto: Mockus y Navarro, la senadora Claudia López, y la mayoría de integrantes del Polo Democrático, el Partido Verde, seguidores de Fajardo y descontentos del rastrero entreguismo de los dirigentes de los partidos Liberal, Cambio Radical. etc, que sin pudor fueron de rodillas donde Duque.

La alternativa democrática al régimen retardatario que las elites clientelistas y corruptas le han impuesto al país se construye en el camino y puede triunfar unida alrededor de un programa viable.

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