En Colombia ya no golpea un hombre a una mujer

En Colombia ya no golpea un hombre a una mujer

Por: Fabio Andrés Olarte Artunduaga.
julio 05, 2014
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En Colombia ya no golpea un hombre a una mujer

El sábado pasado mientras casi todo el país vivía uno de los días más gloriosos del deporte nacional, una joven de 21 años vivía una auténtica pesadilla. María Alejandra Rodríguez, había decidido viajar a Santana a pasar el fin de semana, en paz, con sus familiares. Seguramente, minutos antes del momento que ella jamás olvidará, también estaba completamente feliz tras la mágica actuación de nuestra Selección Colombia en Río de Janeiro.

El odio, la intolerancia, el irrespeto y la falta de amor por la vida, que emana por los poros el país, llegó en horas de la tarde- noche en el municipio boyacense a niveles impensables por cualquier ciudadano con 2 dedos de frente. Desconociendo la premisa de que cualquier persona con uso pleno de sus facultades mentales no debería contemplar la idea de agredir a nadie, por su falta de 'uso' a lo largo de la historia por el ser humano, podríamos decir que ningún grupo de personas llegaría a atacar a una sola persona, en notorio estado de indefensión, y menos si los agresores son 3 hombres y una mujer y la víctima es una jovencita. Sí, aunque cueste creerlo esto pasó en Colombia y en el 2014; no en París en plena Revolución Francesa. Como si esto fuese poco, hay que sumar un factor que hace la escena aún más bestial. Cuando un hombre ingresa a la Policía Nacional se supone que busca proteger a la población civil; finalmente, para eso se les entrena físicamente, no para atacar en el piso a una dama. Parece ser que a un enfermo, inscrito como patrullero en la Policía Metropolitana de Bogotá, llamado Julio Hernando Zárate Vega, le resultó imposible controlar su diminuto cerebro y, mucho más, su cuerpo entrenado para inmovilizar a delincuentes. Estoy seguro que el morbo y el chisme, tan bien inculcado en nuestro país, les hará preguntar en este momento ¿Qué pudo hacer esa chica para recibir tan brutal condena? Lamento defraudar a muchos; ella no asesinó a nadie, tampoco atacó a ninguna persona o animal, no ofendió a ninguna comunidad. No, no, no. Ella, en su condición de ser humano imperfecto como todos nosotros, simplemente tuvo un pequeño accidente en su automóvil. No hubo muertos; solamente se llevó por delante un puesto de frutas. Al parecer las manzanas, mandarinas y uvas que ella, accidentalmente, arrasó con su vehículo costaban más que su propia vida. La reacción del grupo de personas, por supuesto, ya debe ser conocida por muchos de ustedes. Botellazos, patadas, puños y demás agresiones contundentes llovían sobre el cuerpo de la joven estudiante universitaria. El saldo final fue de 6 fracturas en el cuerpo, especialmente la cara, de María Alejandra y varias cirugías. Ella, en este momento, aún se encuentra tendida en una cama de la Clínica Reina Sofia en Bogotá.

Entender esta situación, sinceramente, me resultó imposible cuando tuve que enterarme del salvaje acto. Comprender que la sevicia ese día se frotó las manos, por unos minutos, en Santana es una de las tareas más difíciles que he tenido en mi vida. El banquete de impiedad que se dieron estos personajes, seguramente, no habría salido de la mente del más feroz de los directores de cine de terror de Hollywood. Mi país parece estar llegando a poner en práctica, totalmente, la teoría de Darwin, pero al contrario. Estamos de frente viendo la involución del ser 'racional'. Sujetos como el patrullero y las demás hienas, que por poco acaban con la vida de la niña de la familia Rodríguez, son un botón del sadismo y una bandera de la barbaridad que me hace pensar, por momentos, que somos un caso perdido. Bestias como esas, seguramente y sin ganas de ser pesimista, abundan en nuestra sociedad en decadencia. Una persona que ataca con ese nivel de crueldad a una mujer, claramente, no podrá generar un cambio de 'instinto'. Resocializar, en una cárcel, a un individuo como Zárate Vega sería como intentar lograr que un león trabaje detrás de un mostrador en una carnicería. Por más dura que sea la ley, que en Colombia no es el caso, la vida de María Alejandra ya tendrá una marca imborrable. No quiero que la Policía salga a 'repudiar' el hecho porque eso no le va a ayudar, psicológicamente, a la mujer para olvidar que cuatro salvajes un día decidieron arruinar su existencia. Lo único que quisiera, en verdad, sería no tener que volver a escuchar de un acto así. El problema hay que cortarlo de raíz. Somos la peor especie de la humanidad. Ya no hay que trabajar por esta generación, desgraciada, que lanza ácido en los rostros de sus ex novias o asesina a la madre de sus hijos. Ahora, nuestra lucha solamente va a ser por nuestros hijos y nietos. Tengamos claro que somos la peor especie que habita el planeta tierra. Jamás he visto, de verdad, a un tiburón pagándole a otro para que mate a su pareja.

#DESPIERTACOLOMBIA.
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