¿Cómo se les debe llamar? Ellas, las travestis

¿Cómo se les debe llamar? Ellas, las travestis

"Soy lo que quieras llamarme"

Por: Marcelo Ibarra Farías
julio 24, 2013
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¿Cómo se les debe llamar? Ellas, las travestis

Los términos que se emplean en una lengua brindan un carácter definido de lo que se piensa en una época. Pero ‘definido’ no es sólo algo ‘dado’, sino también sinónimo de ‘limitado’. Como se sabe, definir es limitar, aunque al trazar ese contorno quede siempre algo residual, excluido. De otra manera no se puede explicar que la definición de ‘travesti’ tenga, en la lengua española, una sola acepción: persona que, por inclinación natural o como parte de un espectáculo, se viste con ropas del sexo contrario.

Curiosa paradoja: parece que la identidad puede establecerse a partir de la apariencia y no de la satisfacción del individuo consigo mismo. Aunque la última opción implique un camino lleno de obstáculos y sacrificios, angustia y miedos, como cirugías para adquirir los caracteres sexuales del sexo opuesto o la confección de su propia vestimenta.

Esto es lo que sucede con 'Soy lo que quieras llamarme', la novela de Gabriel Dalla Torre que en noviembre de 2012 ganó el Premio Internacional de Novela Letra Sur. El autor narra el “proceso de aprendizaje” que lleva al joven Robi a convertirse en Rubí, mientras se suceden violentos acontecimientos que involucran a otras travestis amigas –y enemigas–, gendarmes golpeadores, una enfermera encargada de “iniciarlas” y un abogado con una doble vida.

Dalla Torre podría haber optado por contar una historia con un tono políticamente correcto y, seguramente, hubiese salido bien parado. Es decir, una mera descripción de sucesos en los cuales Rubí sería partícipe, pero no la protagonista, y siempre vista desde una perspectiva que respete y esté en consonancia con la moral y las buenas costumbres de la sociedad moderna.

Pero este no es el caso. La novela comienza con Robi marchándose de San Rafael hacia la ciudad de Mendoza para vivir junto a un grupo de travestis en la casa de “laNikkki”: “no extrañará las calles de San Rafael, la vida ahí. Ni las miradas, ni las costumbres, ni esa otra forma de hablar que tienen, más porteña, menos provinciana.” Allí se desarrollará la historia que involucrará a “laPablo”, su mejor amiga, y Gabriel Marconi, un abogado que investiga su participación en una muerte y con quien mantendrá un romance. De manera más enigmática, visitarán la casa los mormones Joseph Gagliner y Joseph Plath, encargados de llevar “la palabra del Señor”.

Víctimas de la belleza

No existe criterio científico alguno que permita comprender el carácter de una persona a partir de sus rasgos estéticos. Afirmar que “una cabeza gruesa anuncia un sujeto perezoso” es una construcción que pertenece al mundo literario más que al de la fisiología. Aún así, Dalla Torre se permite vincular la “belleza física y belleza moral” a partir de unos misteriosos documentos del doctor Auguste Debay, titulados “Higiene y perfeccionamiento de la belleza humana”, que el esotérico médico francés escribió a principios del siglo XX y que se convertirán, con el transcurrir de la trama, en el eje narrativo de la novela.

No hay un capítulo en el que no se recurra a una analogía con las seudo-teorías científicas sobre la belleza y la forma correcta de ser mujer propuestas por Debay. Así, se puede leer: “Rubí tenía los ojos muy separados y a medio párpado, lo que sugiere tendencia a la autodestrucción”. En tanto Biuti, la enfermera, presentaba “pómulos alzados, lo que reflejaba un espíritu dividido”. Israel, un mendigo que vive en la estación de ómnibus y que es testigo de todas las aventuras de ellas, “tenía los ojos hundidos y laterales, lo que revela un carácter atávico e impulsivo”.

No sólo en estas analogías se debe buscar el punto fuerte de la escritura del autor. El aturdimiento de los sentidos por el consumo de drogas y el constante recurso a los colores para describir el mundo en el que viven las travestis son, sin dudas, los elementos de los que más se vale Dalla Torre para llevarnos a ese universo a veces melancólico y por momentos cruel de las protagonistas. Su narrativa es precisa y elegante; relata capítulos enteros en tercera persona y otros desde el punto de vista de la protagonista.

Las novelas de Corín Tellado, la estética de sus tapas, son líneas subterráneas por las cuales se puede rastrear la invariable preocupación de Rubí por la belleza, al punto de llevarla a convertirse a ella también en escritora. Todo esto sin recurrir “al cinismo o la compasión moralista”, como le reconoce Martín Kohan, jurado del Premio Internacional de Novela Letra Sur. “No es fácil ni habitual contar una historia de travestismo y sangre sin morbo ni golpes bajos. El autor pudo, con sensibilidad y mucha inteligencia”, remarcó Juan Sasturain, otro de los jurados.

En el formato original de los diálogos y en cómo está tejida la trama se encuentra lo más atrapante de 'Soy lo que quieras llamarme'.

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