El siniestro pasado del coronel que habría matado a Jaime Garzón

El siniestro pasado del coronel que habría matado a Jaime Garzón

Jorge Eliécer Plazas, mano derecha de Rito Alejo del Río y enlace con los paras de Castaño, paga 40 años de cárcel y tiene encima masacres en Chocó y Mapiripán

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febrero 05, 2019
El siniestro pasado del coronel que habría matado a Jaime Garzón

Fue el Coronel del ejercito Jorge Eliécer Plazas Acevedo quien tenía bajo su responsabilidad la vigilancia del humorista Jaime Garzón. El mismo que ordenó custodiarlo seis meses día y noche hasta el 13 de agosto de 1999, fecha en la que un sicario le roció el cargador de su Uzi en la cara.

Plazas Acevedo se había formado al lado del General Rito Alejo del Río en Urabá y había visto incubar el matrimonio paramilitares-fuerzas militares que tienen al general condenado a 24 años de prisión. Se trasladó a Bogotá por pedido de su exjefe quien había sido nombrado comandante de la Brigada XIII el 8 de enero de 1998. Logró nombrarlo en un puesto clave y de su entera confianza: jefe de inteligencia.

No era la primera vez que trabajaban juntos.

Se conocieron en 1995, en la Brigada XVII del Ejército en Carepa cuando Rito Alejo del Río era el gran comandante con jurisdicción en la conflictiva zona de Urabá. Entonces Álvaro Uribe era el gobernador de Antioquia y compartieron estrategias de seguridad para la región. Plazas se convirtió en su mano derecha como jefe de inteligencia del B2, y desde este cargo estableció los puentes con los paramilitares, incluido el relacionamiento con Carlos Castaño.

El paso por Urabá les marcó su  accionar militar, siempre rozando o transgrediendo los límites de la ley. Juntos desarrollaron la Operación Génesis en febrero de 1997, en la que trabajaron en llave con el paramilitar Fredy Rendón Herrera, conocido como El Alemán, jefe del Bloque Élmer Cárdenas, responsable también del horror de Bojayá. El Alemán, quien entraba a la Brigada XVII sin reservas y a plena luz del día, se reunió con Rito Alejo del Río y Plazas Acevedo para coordinar la entrada a Riosucio. Puso a disposición del ejército trece de sus hombres para que guiaran a los soldados de las Fuerzas Especiales 1 y Contraguerrillas 35 para llevarlos hacia los campamentos de las Farc en las selvas de Salaquí, Cacarica y Truandó. Con la bendición de Carlos Castaño, quien sostenía interlocución con el propio general Del Río,  el experimentado paramilitar Julio César Arce Graciano, alias ZC, fue el encargado de dirigir la operación en el terreno, empezando por la selección a los hombres.

Los grandes golpeados por la llamada Operación Genésis fueron los pobladores del Bajo San Juan. De las pobres veredas a orillas del Río Cacarica, en el Municipio de Riosucio, Chocó, salieron 3.500 personas acosados por las acciones conjuntas entre el ejército y las AUC. A pleno luz del día asesinaron al campesino Marino López Mena después de torturarlo, decapitarlo y jugaron fútbol con su cabeza para intimidar y llenar de terror a los pobladores. El general Rito Alejo del Río paga una condena de 24 años de cárcel por este crimen, una operación que unió su destino al del coronel Jorge Eliécer Plazas Acevedo.

No habían pasado más de cuatro meses cuando ya el coronel Plazas se estaba enlistando para trabajar de la mano, esta vez de Salvatore Mancuso, y darle inicio a la incursión paramilitar que derivó en la masacre de Mapiripán.  Entre el  15 y el 20 de julio de 1997 más de 200 personas fueron asesinadas en ese municipio del  Meta. Unos días antes, el 12 de julio, salieron del aeropuerto de Necoclí en un avión comercial treinta integrantes de las AUC que se juntaron a otros 150 quienes para desembarcar en el pequeño municipio, y con lista en mano, comenzaron el asesinato continuado. Buscaban de nuevo sembrar el terror para inaugurar la campaña de la toma del oriente de Colombia dirigida a controlar la ruta del narcotráfico hacia la frontera de Venezuela.

Según la versión entregada por el propio Salvatore Mancuso en Justicia y Paz, el coronel Plazas Acevedo tuvo un papel activo. Se prestó para camuflar a los paras como integrantes del ejército y organizó la logística para el viaje de los treinta miembros de las AUC rumbo a los Llanos orientales. Además de la colaboración estratégica, el coronel cobraba dinero por las tareas conjuntas.

Sus malas mañas, tiempo antes de ser trasladado a Carepa e interactuar con Del Río, las aprendió en 1994, cuando formó parte de la Brigada XX, la temible central de inteligencia del ejército que fue clausurada en el gobierno de Andrés Pastrana, creadora de grupos de la muerte.

Ya en Bogotá, en las cómodas oficinas de la Calle 100 desde donde opera la Brigada XIII, y como jefe de inteligencia bajo las órdenes de Del Río, el coronel Plazas Acevedo recibió una instrucción de uno de los profesionales más cercanos a su jefe: José Miguel Narváez. Le pidió buscar información y construirle expedientes a personalidades públicas con afinidades a la izquierda que Narváez confundía con la insurgencia. En la lista cayó Jaime Garzón. La carpeta tenía su nombre.

Encontraron un hilo que mostraba cercanía del humorista con la guerrilla del Eln. Empezaron desesperadamente a buscar información. A pagar información. Fue entonces cuando apareció un desertor de la guerrilla  de las Farc convertido en informante del ejército: Darwin Betancurt, dispuesto a testificar contra Jaime Garzón y señalarlo como colaborador del Eln. Lo senteciaron a muerte.

El coronel empezó a delinquir de frente desde la Brigada XIII. Montó una red de secuestradores de comerciantes y empresarios. El industrial de origen judío Benjamin Khoudari fue una de sus víctimas quien terminó asesinado en enero de 1999, después de que su familia hubiera pagado por su rescate.

Este crimen mandó a la cárcel al coronel Plazas Acevedo en el 2001, pero logró fugarse de la Escuela de Artillería de Bogotá.

Permaneció prófugo de la justicia once años hasta su captura el 14 de julio de 2014, un año después de haber sido condenado a cuarenta años de cárcel por el secuestro y asesinato del industrial Benjamin Khoudari. Desde su detención en la cárcel de máxima seguridad de La Dorada recibió el señalamiento por parte de la Fiscalía como determinador del crimen de Jaime Garzón el 13 de Agosto de 1999. Cuentan con una prueba irrefutable: un croquis hecho a mano alzada por él que relataba palmo a palmo los movimientos de Garzón. De probarse su responsabilidad compartirá condena con uno de sus mentores Jose Manuel Narváez quien ya fue condenado a 30 años de cárcel como agente determinador del crimen.

Previendo su vejez con 40 años de cárcel a sus 65 años, el coronel Jorge Eliécer Plazas pidió acogerse a la JEP a mediados del año pasado. Allí se espera que al menos cuente toda la verdad de los horrores de la guerra de la cual participó con el uniforme del ejército de Colombia.

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