La semana pasada, el embajador de Colombia en Washington, Daniel García-Peña vino al área metropolitana de Nueva York para informar a la comunidad acerca de la cercana construcción de ocho sedes de la denominada Casa Colombia, “las cuales serán instaladas en las principales ciudades del mundo donde haya una importante población de colombianos”, afirmó el funcionario.
La sede una Casa Colombia ha sido un clamor popular entre la diáspora desde los tiempos del cónsul Fernando Panesso, para muchos “el cónsul que abrió las puertas del consulado para todos los compatriotas”.
Desde esa época–finales de los 80 y principios de los 90, se ha venido hablando de construir la Casa Colombia, cuyo objetivo sería impulsar la cultura de las diferentes regiones colombianas, tener una escuela para que escritores y artistas presenten sus obras; donde los niños estudiaran Español, Civismo, Historia y Geografía de Colombia, clases de inglés, danzas, canto, instrumentos musicales, costura y dar servicios médicos y odontológicos, en coordinación con las autoridades locales, así como clases de ciudadanía.
Comunidades como la mexicana, la dominicana, la ecuatoriana y la argentina tienen este tipo de sedes. “Estamos estudiando qué haremos en Nueva York”, explicó el cónsul Andrés Mejía.
Por lo anterior a esta reportera le sorprendió mucho el hecho de que muchos líderes dijeran –y continúan diciendo en voz baja– que “antes de gastarse los millones de dólares que van a costar, empleen esa plata en mejorar los servicios consulares, contratando más personal que hable inglés y que esté familiarizado con la región y el país donde los necesitan”*.
A viva voz, líderes y colombianos comunes y silvestres se quejan, entre otras cosas, “de la dificultad para inscribirse para hacer cualquier papeleo en los consulados, las largas colas para obtener cualquier servicio y la carencia de personal”.
Como un solo hombre afirman que “no es culpa de los funcionarios consulares. El Consulado de Colombia en Nueva York tiene los mismos empleados desde hace una década, pero el número de colombianos se ha duplicado, triplicado o cuadruplicado. Además, tienen que atender a los venezolanos con hijos colombianos que son miles en Nueva York. Igual en el de Newark, pero además, la cónsul (María del Pilar Cruz Silva) es una persona de carrera y por eso se desempeñan mejor”*.
¿Sedes de la campaña de Petro y amigos?
Pero la parte más complicada es que un buen número de líderes no quieren ni siquiera hablar del loable proyecto “porque Petro lo que quiere es armar su campaña en el exterior con el dinero de los colombianos. Por eso, los emisarios que enviaron hace cuatro años a la protesta de la Primera Línea se quedaron y ahora tienen fundaciones y organizaciones propias”*.
Y las críticas continúan con acusaciones mucho más serias. “Lo que Petro y sus amigos buscan es tener un pretexto para venir al exterior con el embeleco de las inauguraciones que serían en plena campaña presidencial, con la posibilidad de que Roy Barreras y a Armando Benedetti se cuelen en la inauguración. Esos dos, Barreras y Benedetti, ya tienen amigos aquí dispuestos a armarles la campaña, a diferencia de los candidatos de la derecha. Con decir que ya están proponiendo un banco para los colombianos del exterior”.
*Los entrevistados hablaron a condición de permanecer en el anonimato.
*Muchas de las afirmaciones que se hacen en esta nota se las dijeron al embajador García-Peña en persona en los diferentes eventos llevados a cabo en el área metropolitana.
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