El problema no es la falta de desarrollo sino la inequidad en la distribución
Opinión

El problema no es la falta de desarrollo sino la inequidad en la distribución

Hay consenso en que la falla de nuestras sociedades es la desigualdad y que la prioridad debe ser reducirla mediante mecanismos de redistribución. Lo ensayado no ha servido

Por:
marzo 11, 2020
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Hay consenso en que la falla de nuestras sociedades es la desigualdad y que la prioridad debe ser reducirla mediante mecanismos de redistribución. Lo ensayado no ha servido

El tema alrededor del cual ha girado y gira el debate en el país es el de cómo lograr el desarrollo económico. Más exactamente, el crecimiento económico. Y sin lugar a dudas en este camino se ha progresado sistemáticamente, en unos períodos con más éxitos que en otros pero en una línea constante: solo excepcionalmente deja de crecer la economía de un país (por ejemplo, en el caso de Colombia en los últimos 100 años solo en una ocasión -durante el gobierno de Andrés Pastrana- no crecimos).

Y sin embargo no logramos alcanzar los niveles de los países avanzados o mejorar sustancialmente en relación con el promedio o al resto de los países.

Es claro y lógico que si nos dedicamos y concentramos en buscar el crecimiento económico algo en este campo se logrará; pero es igualmente claro que ni alcanzamos las tasas que desearíamos, ni con las que logramos obtenemos como resultado el crear una sociedad que satisfaga las necesidades de nuestra población.

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La conclusión lógica es que la respuesta no está en el crecimiento económico

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Existe en paralelo un consenso tácito alrededor de que la principal falla de nuestras sociedades es la desigualdad y que un objetivo prioritario debe ser reducirla mediante mecanismos de redistribución. Y es cierto que se han ensayado medidas para redistribuir mejor el ingreso, o mejor la riqueza, o mejorar el acceso a consumos de bienes y servicios para todos. Pero esto tampoco ha dado el resultado esperado.

El llegar al nivel actual de desarrollo de sociedades como las europeas fue un proceso paulatino que tomó un par de siglos sin las restricciones que imponen hoy los temas y las leyes sociales; los avances económicos de entonces basados en la desigualdad de clases no son posibles hoy y por eso el dilema del Estado Moderno es hasta dónde imponer el camino de una distribución más equitativa para lograr un crecimiento acelerado.

Algunos países menos desarrollados que nosotros no tuvieron nuestros problemas de violencia y desorden crónico porque no existía población previa (Canadá, Australia) y se iniciaron con igualdad de oportunidades para todos los recién llegados.

Otros países como los tigres asiáticos (Singapur, Corea del Sur, Taiwán, etc) con regímenes dictatoriales impusieron modelos de política industrial o planeación estratégica en la cual la educación universal era la columna vertebral y primer objetivo del Estado.

La Rusia zarista que antes de la revolución era la nación más atrasada de Europa logró en 70 años convertirse en la segunda más poderosa del mundo. China que desde el momento de su revolución hasta los 70 era sinónimo de miseria y hambre (con un ingreso per cápita de la cuarta parte del colombiano) hoy se dedica a comprar el mundo.

Vietnam después de haber enfrentado el ataque y la destrucción que pudo producir el ejército americano, el más poderoso del mundo, logró, bajo el gobierno de los comunistas, los niveles económicos y de competitividad que hoy muestra.

El énfasis en la buena distribución, o la lucha contra la desigualdad es el punto más importante de consenso entre los objetivos de los Estados; y no es casualidad que el desarrollo de la ciencia económica hoy se concentre en ese propósito más que en el crecimiento. Krugman, Stiglitz, Piketty, quienes estudian la economía como una ciencia social han logrado imponer ese enfoque; fue lo que se vio incluso en la última reunión de Davos donde se concentra el poder político y económico (y hasta ahora académico) del Capitalismo; se cuestionó la fijación del neoliberalismo en la centralidad alrededor del Mercado, tanto por minimizar  la importancia del Estado como por ignorar la existencia del ciudadano, no solo como individuo sino como parte de una colectividad siendo esto lo que se manifiesta en las nuevas protestas masivas.

La lucha contra la desigualdad es el punto más importante de consenso entre los objetivos de los Estados; y no es casualidad que el desarrollo de la ciencia económica hoy se concentre en ese propósito más que en el crecimiento. Krugman, Stiglitz, Piketty, quienes estudian la economía como una ciencia social han logrado imponer ese enfoque; fue lo que se vio incluso en la última reunión de Davos donde se concentra el poder político.

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