Era octubre de 2019 y Adelina Covo, quien había sido Magistrada del Consejo Nacional Electoral en representación del Partido Liberal y muy cercana al expresidente Ernesto Samper, buscó llegar a la Alcaldía de Cartagena pero por otra vía. Había acompañado la candidatura presidencial del senador Gustavo Petro por la Colombia Humana y le pidió su aval para su aspiración en una reunión en Cartagena.

Si bien, Adelina Covo terminó retirando su candidatura a la alcaldía de Cartagena, siguió en contacto con Gustavo Petro. A pesar de que él y Armando Benedetti se conocían como colegas en el Congreso, Adelina los acercó. Benedetti llevaba diez años casado con su hija, Adelina Guerrero Covo y buscaba una salida política porque se había visto forzado a presentar su renuncia al Partido de La U siguiendo los pasos de su colega Roy Barreras.
El reencauche de Armando Bendetti coincidía con el propósito de Gustavo Petro de armar una candidatura presidencial más allá de la izquierda que recogiera otros sectores, especialmente los provenientes de las distintas vertientes del liberalismo y el excongresista barranquillero le sería útil para acercarlos. Esa coincidencia les permitiría caminar juntos.
Armando Benedetti tenia como apoyo suyo a una joven politóloga que le servía domo asistente para sus funciones pública y privadas llamada Laura Sarabia quien se había acercado al Partido de La U como voluntaria buscando trabajo en 2016 y terminó vinculada a su Unidad de Trabajo Legislativo. Laura Sarabia se le había vuelto imprescindible para su día a día.
Laura Sarabia conoció a quien sería su primer esposo, Andrés Parra, en la UTL y entró incluso a formar parte de la dinámica familiar de Benedetti con su esposa, Adelina Guerrero, y sus dos hijos pequeños. “Es como mi hija” dijo Benedetti en entrevistas públicas.
En octubre de 2021 Armando Benedetti no llegó solo a la campaña presidencial de Gustavo Petro, llegó con Laura Sarabia. La consolidación del Pacto Histórico como gran sombrilla electoral estaba en camino.
Gustavo Petro nombró a Armando Benedetti como jefe de debate con la tarea de acercar sectores políticos y Laura Sarabia empezó a manejar la agenda y a coordinar la logística de las giras por el país. Se convirtieron en las dos personas más cercanas a Petro en su campaña en Bogotá pero, muy especialmente, en las correrías por las regiones donde los cierres estaban acompañados de celebración con rumba.

El posibilitador de la ejecución de la agenda era el hombre de la chequera: el gerente Ricardo Roa. Un ingeniero santandereano que acompañó a Petro en la campaña a la Alcaldía de Bogotá en el 2011 y quien logró puestos claves en ese gobierno como la presidencia del Grupo de Energía de Bogotá.
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Ricardo Roa está en el ojo del huracán de la justicia investigado por violación de topes electorales, esto como acusación formal pero es mucha la información que maneja de lo ocurrido en los dos años de campaña de Gustavo Petro que hoy le pasan factura.

Los tres, Benedetti, Sarabia y Roa guardan unos secretos que se han expresado en poder a la hora de gobernar, convertidos en los imprescindibles. Petro les entregó los cargos más importantes del gobierno: a Roa lo sostiene en la Presidencia de Ecopetrol, a Laura Sarabia la catapultó en la Cancillería después de haber sido secretaria privada, jefe de gabinete, Directora de Prosperidad Social y Directora del DAPRE mientras que a Benedetti lo acaba de nombrar jefe de gabinete después de haber pasado por las embajadas en Venezuela, la FAO y ser asesor presidencial.
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El nombramiento de la dupla Benedetti-Sarabia en dos altos cargos generó una ruptura al interior del gobierno con graves consecuencias políticas en la recta final del gobierno: la renuncia irrevocable del recién nombrado director del DAPRE, Jorge Rojas, y posteriormente la del ministro de cultura Juan David Correa. El efecto domino vendrá con la posible presentación de renuncias protocolarias de todos los Ministros para una recomposición del gabinete.