El paro cívico del 14 de septiembre de 1977

El paro cívico del 14 de septiembre de 1977

Por: Luis Eduardo Celis
septiembre 15, 2013
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

El 14 de septiembre de 1977 quedó marcado en la historia de Colombia porque ese día se realizó una de las más grandes jornadas de protesta ciudadana, solo superada por el levantamiento que produjo el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. Ambas protestas pueden catalogarse como las más importantes manifestaciones de inconformidad y rebeldía popular del siglo XX.

Para todos los que tengamos más de cuarenta años, el 14 de septiembre es un día inolvidable, un día especial porque nos mostró cómo miles de jóvenes y adultos estaban en las calles enfurecidos, buscando contra quien desfogar sus rabias, quizás contenidas durante décadas. Las escenas que se vivieron en Bogotá fueron impresionantes: en el sur, el occidente y el oriente hubo barricadas de llantas encendidas, piedras bloqueando la circulación vehicular, duros enfrentamientos con la policía, batallas campales de horas como en la super manzana siete de Kennedy, el Barrio Santa Lucia sobre la avenida caracas con calle 40 sur y la avenida primera de mayo con carrera 68 donde yo presencié desde la distancia entre alelado y aterrorizado con mis ojos de doce años, la rabia que se expresaba en esas hordas enfurecidas que poco a poco fueron virando al saqueo de supermercados y apedrearon todos los edificios de empresas de servicios públicos o dependencias de gobierno con que se cruzaron.

El resultado de dos días de furia son inciertos, se habla de cifras de muertos en Bogotá que fluctúan entre 19 y 33 y otros hablan de un par de decenas, con seguridad miles de detenidos, se utilizaron rotondas para mantener a las personas, la Plaza de toros, fue nuevamente utilizada como lugar de reclusión.

El paro cívico del 14 de septiembre fue convocado por las cuatro centrales sindicales de la época: CTC, UTC, CSTC y la CGT, sus motivaciones estaban en la situación de carestía que campeaba, las altas cifras de desempleo y la negativa del gobierno del presidente López Michelsen de negociar los pliegos laborales.

El 14 de septiembre se desarrollaron paros laborales de trabajadores petroleros, Cementeros, de la Palma y del magisterio que se oponían a la implementación del estatuto docente liderado por el Ministro Hernando Duran Dussan.

En el apoyo del paro confluyeron los sectores de izquierda: Partido Comunista, MOIR y Unión Revolucionaria Socialista con el sector Ospino-Pastranista del Partido Conservador, una extraña confluencia que solo se explica por el nuevo escenario post frente nacional.

Tanto las élites gobernantes como la izquierda sacaron conclusiones equivocadas de esta honda expresión de inconformidad, para los primeros había que contener las conspiraciones comunistas y subversivas y a fe que se aplicaron a ello en el duro y represivo mandato del Presidente Turbay y la aplicación de su “Estatuto de seguridad”, que dejó un saldo de miles de torturados y una exacerbación de las confrontaciones: para los segundos, la izquierda, el paro cívico fue la clara manifestación de que estábamos adentrándonos a “un periodo revolucionario” y había que prepararse para el asalto final del poder. Ambos extremos estaban profundamente equivocados. Lo que se manifestó en las calles fue un sentimiento profundo, pero quizás mejor interpretado por los reordenamientos institucionales que el país ha vivido desde la Constitución del 91, donde se sigue tratando de construir un orden democrático y de ejercicio de derechos. Para el caso particular de Bogotá lo que han significado los últimos cinco periodos de los alcaldes Mockus, Peñalosa, Garzón y Petro, donde con diferentes énfasis y estilos la ciudad ha ido encontrando un rumbo de mayor equidad e integración, faltando aún mucho por hacer.

Los jóvenes del 14 de septiembre de 1977 ahora somos adultos con mejor capacidad de intervenir en los asuntos públicos y quizás, ojala nuestros hijos e hijas no vuelvan a presenciar y menos a participar de esas muchedumbres enfurecidas en las calles como lo vivieron nuestros padres y abuelos el 9 de abril del 48 o como lo vivimos nosotros aquel 14 de septiembre del 77, o como se repitió hace pocas semanas, una protesta popular mezclada de vandalismo, en una ciudad y un país que sigue en la búsqueda de una democracia de mayor calidad..

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