Primero fueron los españoles, luego las grandes empresas y multinacionales, ahora ya ni el mismo Estado deja que los mineros tradicionales realicen su labor para conseguir el sustento diario.
El más preciado mineral para el hombre que brilla como el sol sigue siendo extraído en las tierras colombianas, pero quizás los últimos que lo hicieron libres y sin mayores contratiempos fueron los aborígenes antes de la llegada de los colonizadores. Es un gran problema social que debe afrontar el país y más aún en estos tiempos en que la demanda ha aumentado, sumado a esto, un gran número de personas que pertenecieron a grupos al margen de la ley encontró en esta actividad la nueva manera de financiar sus actividades.
Existen grandes empresas con muy buenas capacidades financieras que tienen acceso a títulos mineros, así como a cumplir con todos los requerimientos legales que exigen las autoridades ambientales para poder realizar la actividad minera; y pueden trabajar, sin mayores complicaciones.
La disminución de cultivos ilícitos provocó que gran cantidad de familias y personas que se dedicaban a esas labores optaran por ejercer la minería artesanal y tradicional provocando un gran aumento en esta actividad, sobre todo en departamentos como Antioquia y Choco.
Un gran problema social se ha generado, sobre todo en temas de seguridad, además de esto se suma el incalculable daño ambiental que provoca la minería, contaminando ríos, fuentes hídricas y bosques de estos territorios.
Nuevamente el gobierno toma acciones encaminadas a la protección del medio ambiente pero como siempre sin antes evaluar el tema social, se les olvida pues que detrás de todo este gremio ilegal de minería, existen muchas familias, mujeres y hombres que luchan por conseguir sus sustento diario a través del barequeo o minería tradicional.
Equivocadamente se criminaliza un sector de la minería sin antes realizar estudios sociales y económicos para establecer que cantidad de campesinos y familias enteras viven de esta actividad.
Es común que un gobierno siempre opte por la solución más fácil y en este caso es la destrucción de la maquinaria que sirve para la minería, sin antes crear políticas públicas que ayuden a estas personas a obtener otras formas de empleo.
Quien realice minería o extracción de minerales sin los permisos y requisitos exigidos por las autoridades ambientales; está ejerciendo minería ilegal y esto podría terminar siendo un delito que podría llevar a una persona a la cárcel, además de la destrucción de todos sus equipos.
¡Me pregunto!¿Qué puede pensar un minero tradicional al saber que el Estado no lo deja sacar el oro, que por mucho tiempo le ha dado de comer a su familia?
Entonces ¿De quién es el oro? El suelo y subsuelo le pertenece al Estado y todos sus recursos que en él se encuentren, lo establece la Constitución Política. Pero una persona que va todos los días al rio o a la mina, a buscar el mercado, la ropa y todo lo que necesita una familia para vivir; no entiende de estas razones y solo sabe que cada gramo que consiga del preciado mineral es de él y solo de él; no le importa lo que digan las leyes, solo sabe que esos pocos gramos de oro serán convertidos en pan y leche para sus hijos.
Que pensara una mujer que se dedique a la labor de la minería y que le digan que ya no lo puede realizar porque no tiene el titulo minero y el plan de manejo ambiental que solo pueden ser financiados por una multinacional o empresa con mucho dinero.
Estas personas inmediatamente perciben que el oro no les pertenece, que ese mineral que por mucho tiempo le ha servido de subsistencia para su familia y comunidad, el Estado se los arrebata y se lo entrega a grandes empresas nacionales e internacionales.
Ese metal brillante que descubrieron nuestros antepasados aborígenes y que les sirvió para hacer tan bellas figuras ya no le pertenece a ningún colombiano, este metal precioso le pertenece a una gran elite minera que consiguió por medio de decretos que el gobierno se lo adjudique.
La crisis social y ambiental generada por la minería será el nuevo conflicto en el posconflicto.
