El momento de cerrar el conflicto...
Opinión

El momento de cerrar el conflicto...

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junio 16, 2014
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Ha cesado la horrible noche en que apasionados ciudadanos caímos en la tentación de rivalizar por varias semanas, desde cualquier espacio donde el tema era la elección del presidente. Por encima de los argumentos estuvieron los ruidos de las mentiras y la soterrada propaganda que restó seriedad a la contienda.

Después de las tormentas mediáticas, el ambiente del mundial de fútbol y el nítido triunfo de nuestra selección, convirtió en un oasis la campaña de las descalificaciones, las ofensas y las rivalidades que tanto nos enferman y dividen.

Muy fuerte ha sido la ofensiva, los contragolpes y las respuestas de la línea defensiva de los rivales; hubo tanta mezcla de rencores y embestidas fulminantes, que algunos estudiosos dicen no haber visto cosa semejante; tanta virulencia nos recordó la agitación política que se vivió a mediados del siglo pasado entre conservadores y liberales.

En esta ocasión las Farc volvieron a ser factor clave durante la campaña por la presidencia y la incredulidad extrema cultivada por las propias guerrillas, estalló en una verdadera disputa ideológica íntimamente ligada al proceso que avanza entre el gobierno y las Farc.

Mientras hizo carrera la tesis de que el gobierno ha cedido a muchas aspiraciones de las Farc; en oficinas y corrillos creció como hipótesis que el país se encuentra tan cerca del “castrochavismo”, que el sometimiento a esa ideología es cuestión de poco tiempo; ahora circulan versiones de postración total al comunismo, al maoísmo, el foquismo y hasta el trotskismo, por el comienzo de diálogos exploratorios con el ELN.

Con marcado optimismo, más bien creo que estamos muy cerca de sellar la existencia de las Farc y del ELN, como organizaciones armadas. En el seno de estas guerrillas cincuentenarias perdió vigencia la filosofía de tomarse el poder por medio de las armas.

Debido a la acción militar sostenida de los últimos gobiernos, a las guerrillas les llegó la hora de dar un salto civilizado hacia otros escenarios, modificando sus aspiraciones de destruir el Estado mediante la combinación de todas las formas de lucha; les queda una salida: usar la política como medio para validar sus posturas, y a eso le están apuntando.

Más allá de la disputa que acaba de reelegir al presidente que nos guiará durante los próximos cuatro años, debe prevalecer la mesura de las masas que se le opusieron y también la cordura en las que lo eligieron; es necesario generar consensos para cerrar civilizadamente la existencia de estas dos guerrillas marxistas-leninistas-camilistas-guevaristas, y encontrar la mejor fórmula para asumir con responsabilidad lo que se viene hacia adelante.

Cerrar el conflicto con las Farc y no hacerlo con el ELN, sería una victoria democrática incompleta y los mecanismos de negociación que este gobierno ha desplegado, están guiando a los colombianos hacia un escenario despejado de guerrillas.

No se puede perder de vista que el conflicto armado desde cualquiera de las orillas que se le mire, ha dejado sufrimientos, desplazamientos, víctimas, espirales de venganzas, rencores, traumas sicológicos, desgaste, delirios, paranoia y dispersión en el seno de millones de hogares colombianos.

Por los acuerdos alcanzados hasta ahora, podría decirse que las conversaciones han llegado a un punto de inflexión o “turning point”, más cuando se acaba de establecer que “el primer paso es que cada quien reconozca su responsabilidad” ante las víctimas.

Esclarecer lo sucedido a lo largo del conflicto, incluyendo sus múltiples causas, orígenes y sus efectos, es la oportunidad para que todos los que han tenido que ver con este conflicto, incluyendo a los servidores públicos que cometieron desafueros, reconozcan sus graves errores; ese reconocimiento es fundamental para la satisfacción de los derechos de las víctimas y de la sociedad en general, y un paso necesario para cualquier gobierno que deba tomar decisiones ante la posibilidad de terminar el conflicto con las guerrillas.

Es de valientes reconocer que llegó la hora de contar toda la verdad mirando de frente y directamente a los ojos de todos los colombianos; es un principio de no retorno para allanar el camino de la reconciliación y una meta imprescindible para este gobierno.

Mientras prevalezca la institucionalidad y el respeto a los disensos, se alimentan las esperanzas del país con el que soñamos. Por eso el llamado a todos los colombianos, es el de respetar y apoyar al presidente que con un gobierno revitalizado, podría pasar la página de los horrores y cerrar el conflicto con las guerrillas; esa es una buena estrategia para ayudar a construir la paz que necesitan los colombianos.

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