El lenguaje de la fotografía

El lenguaje de la fotografía

Como cita un proverbio árabe: “los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego”

Por: Jorge Muñoz Fernández
julio 12, 2018
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
El lenguaje de la fotografía
Foto: Pixabay

Cuando viajes hazlo con tu cámara fotográfica; mantén con ella una buena relación, busca en su compañía gestos, objetos, historias; explora la paz y la violencia, rostros que se volvieron pensamiento, relatos que comprometieron el pasado y los velos que ahora advierten sombras. La fotografía es un testimonio.

No tomes fotos prosaicas y triviales, las personas y las cosas son historias y vivencias moldeadas por el tiempo, donde puedes observar grandes relatos.

La fotografía del “no se muevan”, “quietos”, es un atentado estético, una invocación de “lesa  imagen”, incurre en la sorpresa, no acudas a las imágenes intrascendentes, acartonadas; es preferible la sorpresa, captar el momento, arrebatar la trama de la historia y las líneas del asombro.

La fotografía siempre debe ser un homenaje a la vida, como respuesta a la violencia y la muerte, que es supresión, exterminio y  lenguaje provocador; recuerda que una foto salta a la cámara a partir de la escena, pero antes que la atrapes ha recorrido una historia como la que circula por tu sangre.

Dialoga con los artistas para recibir enseñanzas, pero evita que te hablen de la contemplación por la contemplación misma; huye de quienes viven sometidos al poder de la  monarquía del mercado, que acaban con el arte y convierten su destreza en una mercancía.

Mira los ojos de los otros, desde la otredad desconsolada, desde la alegría y desde la Nación que soñaron los pañuelos blancos seducidos por el abrazo del regreso.

No te dejes atraer por la invasión digital, impuesta por el  posmodernismo con su discurso fantástico, prefiere usar instrumentos que no han perdido su vanguardia, como aquellos que hablan con el lenguaje de la luz y las sombras.

Conversa con las víctimas, búscalas, viven apretujadas en el silencio agónico de los espejos. Deja que te inviten a la ceremonia pobre de la cena, si ese ritual todavía existe.

Transfórmate  en militante de la cotidianidad y estratega que lucha por recuperar el silencio y el olvido, porque es también misión de la fotografía combatir el aislamiento de quienes fueron sometidos al horror de la indiferencia, que duró medio siglo y desordenó en Colombia los pilares de la fraternidad humana.

Dispara tu cámara sobre tradiciones, legados, historia, realidades y vivencias, códigos secretos para superar el dolor y enterrar el miedo de sentir a los hijos entregados en bolsas negras de polietileno.

Evoca padres, amigos y hermanos, que aún se llevan como agujas lacerantes en los dobleces del alma y el húmedo sentimiento de la ausencia.

En los fragmentos dolorosos de los adioses que se perdieron en la vorágine del terror encontrarás historias de padres y madres que siguen conversando con sus hijos, miembros de la fuerza pública o guerrilleros, a la hora del almuerzo.

Invoca la imaginación para captar las copas sin vino, la tristeza de quienes fueron escépticos con el cielo, se quedaron insomnes mirando los techos y se levantaron a reparar las grietas de la lluvia para que no destruyeran el pan, los cuadernos y los sueños de los niños.

Seguramente no poseas ninguna teoría visual, no eres fotógrafo profesional, yo tampoco lo soy, pero eso no importa, captar lo que sucedió o sobrevive es inapreciable y sublime. La geometría aprendida en el colegio será tu aliada para que las imágenes capturadas tengan una estructura armónica.

Ni cazador furtivo, ni creador simbólico, apenas serás mensajero que agota el tiempo para que la condición humana fluya como expresión de una  tregua visual donde de la fraternidad, el amor, la amistad y la camaradería pacten un tratado de amor con la imagen durante tu camino.

Trata de proteger el futuro para evitar su olvido, porque es el porvenir y no el pasado lo que hay que impedir que sea arrasado. Todos tenemos derecho a defender utopías y alucinantes sueños.

Recuerda que no fueron las masacres acontecimientos asombrosos de creación humana, ni la guerra génesis del bienestar; insiste en plasmar el  presente para preservar el derecho a defender el futuro; quizá una mirada hacia el porvenir alivie el dramático pretérito.

Con el tiempo exhibe las fotos, comenta, reflexiona, lo inerte de la imagen se vuelve lenguaje vital y trascendente.

Trata de no perder la cordura, porque eres viajero y caminante, no estás en los tiempos de caballerías, prefiere ser Sancho, con una cámara, observando molinos de viento, y no un Quijote luchando contra imaginarios gigantes.

Sean tus compañeros de viaje el blanco y el negro, recuerda que el blanco es la confluencia de todos los colores que conviven con la luz y, el negro, que ha sido satanizado por la cultura occidental, es la maravillosa síntesis de los colores que exaltan la naturaleza, el júbilo, la alegría y el goce por la vida. Salam Aleikum.

Hasta pronto.

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