El irrespetuoso periodismo que padecemos

El irrespetuoso periodismo que padecemos

Señores, "ustedes no están en la obligación de defender o de preferir al gobierno de Venezuela, lo que sí deben hacer es respetar la ecuanimidad en sus informaciones"

Por: Carlos Guevara A
febrero 12, 2019
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El irrespetuoso periodismo que padecemos
Foto: newscaststudio.com

En primer lugar, mi respeto y reconocimiento a los pocos periodistas que en este país aman su dignidad y respetan a sus audiencias. Son pocos. No los nombro porque debería nombrar entonces a los que acuso aquí como indignos oficiantes de esa profesión. Entonces, por nombrarlos, se censuraría este artículo y realmente quiero que lo publiquen tal cual. No sé si lo hagan. Me da lo mismo, ya lo escribí.

Hay que vivir para creer lo que estamos viendo en estos días en Colombia. No pensábamos que la depravación ética y moral constituyera el rasgo central que subraya y describe el quehacer cotidiano de decenas de periodistas y de medios, mal, pésimamente, llamados de comunicación en este malogrado y  moralista país. Nunca se había vivido tanto irrespeto por la verdad, por la coherencia argumentativa y por la más mínima justicia que debe existir en la comprensión, tratamiento y difusión de un fenómeno ya sea social, político, económico o de cualquier orden.

Nunca antes se habían visto ni la inaceptable e impune irresponsabilidad ni la grosera ramplonería que rodea las noticias (y las imágenes con que se acompañan), las columnas de “opinión” y las editoriales cuando se trata de malhablar de Venezuela, porque la consigna evidente que se explicita es: “difamar de ese país; no informar con equilibrio ni mucho menos con respeto”. Pero lo peor no son las mentiras de dichos grandes medios colombianos, ni la tergiversación de la verdad, ni la alteración y montaje de fotografías e imágenes hechas con mala intención y con maldad. No, lo peor es que crean que los oyentes, espectadores, lectores, etc. son o somos unos majaderos a los que se les puede decir lo que se les dé la gana porque de seguro lo creerán. Esta irresponsabilidad, casi delincuencial, frente a los usuarios de los medios debe ser rechazada de tajo; no es posible que la gente aguante tanto y que ninguno de los periodistas de este país llame a la prudencia, al equilibrio, a la verdad frente a una situación tan crucial para América Latina como es la posibilidad de una guerra.

¡Por Dios, párenla ya! Ustedes no están en la obligación de defender o de preferir al gobierno de Venezuela, lo que sí deben hacer es respetar la ecuanimidad en sus informaciones. Tomemos unos casos:

  • Ninguno de los medios de los que hablamos dice una palabra sobre las grandes y multitudinarias marchas que el pueblo venezolano desarrolla en apoyo y defensa de su gobierno. Es como si no existieran. Se es bastante canalla y bastante desequilibrado, bastante sucio, cuando adrede, deliberadamente, se oculta aquello que pudiera establecer un equilibrio mínimo respecto de la realidad de ese país. Los periodistas, enseñan las universidades, no deben tomar partido porque eso desequilibra la verdad.
  • Ningún medio adelantó una campaña tan miserable contra un presidente (lo de dictador no es más que una esquizofrenia colectiva producto de la repetición) como la que todos, enloquecidos, ciegos y energúmenos, están desatando ahora contra Maduro. Vean los contrastes: A Pinochet, el asesino de 30.000 chilenos, se lo aguantaron veinte años, sin chistar una palabra; más bien lo elogiaban. Al sanguinario asesino presidente del Paraguay, Alfredo Stroessner, se lo aguantaron con reverencia durante casi 40 años. Contra los Somoza en Nicaragua, contra Trujillo en República Dominicana nunca se emprendió una campaña que pusiera en evidencia sus atrocidades y que estuviera a favor de esos desdichados pueblos. Montón de hipócritas; lo que causan ustedes es indignación por ser tan aprovechados, tan rastreros, tan llenos de maldad contra un pueblo al que le están haciendo el más horroroso bullying como nunca se había visto en la historia de nuestra América.
  • Aún hoy, irresponsablemente, están presentando imágenes de los supermercados vacíos en Caracas de hace cuatro, tres y dos años, y siguen reforzando la cuña de que el pueblo patriota se está muriendo de hambre y no tiene medicinas. ¡Mentiras, miserables mentiras! De hecho, sí hay dificultades, pero en Venezuela no se está aguantando hambre; ¡mentirosos! Ustedes lo que hacen es exaltar el morbo enfermizo de una audiencia ya enajenada cuando presentan con fruición a mujeres histéricas que lloran y gritan, ante las cámaras, que se están muriendo de hambre. Lo que sí no dicen es que les pagan para que hagan el show. Eso se llama ser uno pervertido y depravado. En verdad, más se muere la gente de hambre y por carencia de medicinas en Colombia que en Venezuela, pero ustedes callan. Por supuesto que todos ustedes tienen derecho a defender su estipendio mensual pero no a costa de la dignidad de ustedes ni de la verdad de los pueblos; eso es vergonzante. Parece que a ustedes se les refundieron la vergüenza y la dignidad periodísticas que se fundan en una deontología sagrada de esa profesión, deontología que a ustedes en las universidades al parecer no les enseñaron o que sus patrones les atrofiaron. No pelen el cobre de su cobardía ni de su maldad.
  • Ustedes jamás cuestionan que un país como Estados Unidos o el grupo terrorista de la OTAN se arroguen o se reserven la facultad de decidir quién debe ser el presidente de un país. Eso no se había visto. Ustedes todavía, luego de cientos de declaraciones irrespetuosas y de sanciones abusivas de los Estados Unidos y de países europeos, (todas ellas condenadas por la ONU y la OEA) siguen afirmando que lo de las sanciones es un invento de Maduro para poner un velo sobre la situación de su país.
  • Ustedes jamás presentan una entrevista objetiva y respetuosa cuando, en muy contadas ocasiones, llega a sus micrófonos alguno de los miembros del gobierno de Venezuela. Las más de las veces, los tergiversan, los ridiculizan, los confrontan con altivez grosera. Pero si se trata de algún opositor a dicho gobierno, lo apoyan, se parcializan, lo justifican.
  • Afirman todos los días que en Venezuela no hay libertad de prensa; sin embargo desde Caracas y otras ciudades, a diario, se ve y se escucha a “periodistas” invitar al desorden, criticar con groserías al gobierno, justificar la violencia atribuyéndole los muertos al gobierno (nunca ustedes han tenido el coraje de decir que los jóvenes a los que quemaron fueron quemados por la derecha venezolana de Leopoldo López, Julio Borges y María Corina Machado, ese trío criminal que a la brava se quiere hacer con el poder en ese país.) Si se encapuchan los jóvenes que protestan en Colombia, son terroristas; los encapuchados venezolanos que lanzan bombas a la policía, son opositores pacíficos. ¡He ahí su moral! Montón de hipócritas ustedes. ¡A Dios y a la historia les darán cuenta! La verdad que ustedes esconden es que en Colombia sí hay persecución contra los periodistas que critican a los poderes fácticos. Ahí sí, todos calladitos, hipócritas.
  • Finalmente, esta guerra que se está planificando desde hace tiempos, que está a punto de explotar y para la cual ustedes están contribuyendo con la enajenación de la conciencia popular de la mayoría de personas de este país que no leen, que no analizan, que solo creen en la propaganda, esa guerra, no es una guerra de los colombianos. Es una guerra que el Centro Democrático ha intentado hacer desde que Uribe manifestó su enferma pugnacidad contra Chávez (Dijo que le había faltado tiempo, el cretino este). Que se sepa desde ya: la sangre de los muertos en este conflicto que se avecina con su complacencia, caerá sobre sus cabezas y, como en la Biblia, se cobrará con llanto y crujir de dientes.

 

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