El golazo de Hernán Peláez: derrotar el cáncer

El golazo de Hernán Peláez: derrotar el cáncer

Revitalizado, con boleros y opiniones en contravía, regresa a la radio después de tres años el polifacético periodista a hacer dupla con Vicky Dávila

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octubre 02, 2018
El golazo de Hernán Peláez: derrotar el cáncer
Foto:@eldoctorpelaez

Cuando llegó a los 68 años la salud de Hernán Peláez era envidiable. De lo único que había sufrido era de un problema de ligamentos operado a tiempo por el médico Jaime Quintero en 1970. Cuando era un joven de 27 años que alguna vez había soñado con ser delantero. En esa época, 2008, Peláez manejaba con frescura y humor los dos programas más escuchados de la radio colombiana, El pulso del fútbol y La luciérnaga. De pronto empezó a sentir un dolor de cabeza. Beatriz, su esposa, quien acababa de salir de un cáncer de seno, le daba acetaminofén, pero nada le curaba la migraña.

Un día lo llamó su amigo, el médico Víctor Caicedo, cardiólogo de la Shaio. Le dijo que un habitante de calle, al que había operado por caridad, preguntaba por él. Como tantos otros miles de colombianos que lo escuchamos, Peláez se hizo tan cercano como un familiar. Peláez fue, saludó al hombre que era hincha del América de Cali y le comentó de paso a Caicedo que sufría un durísimo dolor de cabeza desde hacía semanas. Le ordenó hacer un cateterismo en el acto. Peláez constataría, por los comentarios de su amigo, que las cosas no andaban bien. Le mandó a hacer todos los exámenes posibles. Después de tres meses llegó a donde el oncólogo Mario Gómez quien, de un puntazo seco, le dijo: “Usted tiene un mieloma múltiple”, “Perdón doctor, eso con qué se come”, “usted lo que tiene es cáncer, cáncer de médula, hay que hacer quimioterapia ya mismo”.

Peláez, con su tranquilidad y cabeza que muchos han confundido con altanería e engreimiento, solo le contó las malas noticias a su esposa Beatriz, quien le recalcó que serían 24 quimioterapias con la que esperaban dormir —mas no curar— la enfermedad que podía arrancarle la vida y a Ricardo Alarcón, entonces presidente de Caracol, quien le pidió, sin mayores explicaciones, trasladar los equipos de radio a la casa para hacer su trabajo desde allí. Al principio las quimios se hicieron los miércoles pero quedaba molido, “como si hubiera peleado con Mike Tyson”, que le dijo que la corrieran los viernes y así poder descansar todo el sábado. En el lapso de un año nadie notó que el doctor Peláez hubiera perdido más de veinte kilos. Su voz seguía arriba, como la primera vez que salió al aire en 1964.

Su enfermedad se volvió pública en el 2012 cuando su amiga, la periodista María Elvira Arango, le pidió una entrevista para Bocas. Las fotos de Sebastián Jaramillo generaron estupor nacional. Poco quedaba del robusto y casi inmortal sabio con el que los que nos criamos en los años ochenta aprendimos de fútbol. Se veía demacrado, casi terminal. Lloramos. Nunca pensamos que se fuera a recuperar de su cáncer de médula.

Pero, contra todo pronóstico, tomándose la vida con humor y, a la vez con seriedad, lo hizo. Sus claves para vencer al cáncer fueron varias. Primero, la disciplina. Hernán ama lo que hace por eso, cada vez que podía, se levantaba a las cinco de la mañana a hacer vueltas, a trabajar incansablemente durante diez horas, a ver fútbol y leer periódicos. En la dieta fue estricto. Solo pollo y vegetales, nada de azúcar. La azúcar alimenta las células cancerígenas. Renunció a los dulces, a ese manjar blanco que lo volvía loco desde que era un joven estudiante del Berchmans, el colegio jesuita de Cali donde se graduó. A lo que si no renunció fue a la felicidad de fumar tabaco de su pipa y tomarse dos whiskies cada noche mientras escuchaba a Leo Marini o alguno de sus ídolos del bolero.

De su formación con los jesuitas le quedó la fe, una fe racional como la de Teilhard de Chardin, lejana a cualquier fanatismo. Sin embargo le rezaba a dos santos, a San Sablé, monje maronita nacido en Libia especialista en curar cáncer y a San Charbel que, combinadas con unas píldoras cuya caja de 21 unidades le costaba $14 millones de pesos, y el amor de su esposa Beatriz le ayudaron a curar el cáncer.

A Peláez, alérgico a que le tuvieran lástima, nunca le gustó hablar del tema. Ahora parece un joven de 75 años que no para de reinventarse. Su programa en Fox, La última palabra sigue llevando a los futbolistas más míticos de nuestra historia. En el pasado mundial hizo una buena dupla con Antonio Casale y ahora, desde el próximo 4 de octubre estará con Vicky Dávila en la W en lo que será una de las duplas más escuchadas de nuestra radio. Peláez está para cinco mundiales más.

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