El gobierno Petro y la Nueva Guerra Fría
Opinión

El gobierno Petro y la Nueva Guerra Fría

En esta lamentable Nueva Guerra Fría que ha entrado el mundo, Colombia no tiene porqué quedar mal parada en el tablero del neoimperialismo zarista ruso. 5 razones

Por:
agosto 28, 2022
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Entre muchos expertos de la geopolítica hace carrera el planteamiento de que el mundo ha vuelto a caer en el estado lamentable de una nueva Guerra Fría al que denominan, tal cual, Nueva Guerra Fría.

Entre las faltas de la cultura colombiana sobresale esa especie de política internacional de avestruz que se niega a mirar lo que pasa en el mundo, como si no nos incumbiera, como si las urgencias domésticas constituyeran disculpa suficiente para ignorar que los acontecimientos de afuera terminan impactando los centros nerviosos de nuestra sociedad.

Los espacios que los medios dedican a las noticias internacionales son muy escasos y ni qué hablar de los partidos políticos. En la campaña presidencial parecía que los candidatos le huían al tema. Es de no creer cómo la invasión a Ucrania brilló por su ausencia en los debates y como la presencia creciente de tropas rusas en Venezuela y Nicaragua fue omitida como si se tratara de una papa caliente más de la algarabía electoral.

A muchos se les llena la boca hablando de globalización, de nuevas tecnologías y de cambio climático, como queriendo desplegar una cierta erudición decorativa de su imagen pública, mas eluden  la necesidad de asumir con conocimiento y decisión los cambios tectónicos que están ocurriendo en la geopolítica mundial.

La crisis de la unipolaridad fugaz que enseñoreó a los Estados Unidos, después de la caída del Muro de Berlín, es una realidad de a puño. Los gringos no ganan una desde hace décadas y la irrupción China como potencia que les pisa los talones es otra realidad, también de a puño. El resurgimiento de los ímpetus imperiales de Rusia se hace cada vez más visible en el rictus zarista del escalofriante Putin y en los cuerpos despedazados y las ciudades destrozadas de la Ucrania asaltada.

Uno no se explica cómo fue que los periodistas no fueron más enfáticos en exigirles a los candidatos definiciones comprometidas en materia internacional.

No obstante, las citas de la historia llegan y nadie puede, finalmente, dejar de atenderlas. Ya nadie puede dejar de reconocer que lo que pasa afuera nos toca en las entrañas y que buena parte de lo que nos está ocurriendo tiene que ver con un cierto grado de indignidad histórica en el manejo de nuestras relaciones internacionales.

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Nadie puede dejar de reconocer que lo que pasa afuera nos toca en las entrañas y que buena parte de lo que nos está ocurriendo tiene que ver con un cierto grado de indignidad histórica en el manejo de nuestras relaciones internacionales

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La inmensa mayoría de los colombianos somos partidarios de todo lo que hay por mejorar en las relaciones con Estados Unidos en términos de dignidad nacional y en términos comerciales. De la misma manera que estamos convencidos de la conveniencia de expandir los horizontes comerciales y políticos con todas las otras latitudes. Pero hay una preocupación legítima que nos ronda: no podemos quedar ubicados en el tablero de los estados parias del mundo por cuenta de esas tentaciones ideológicas que tanto acechan por estos tiempos en América Latina.

En esta lamentable Nueva Guerra Fría en la que ha entrado el mundo, Colombia no tiene porqué quedar mal parada en el tablero del neoimperialismo zarista.

Existen, por lo menos, cinco grandes razones:

1- Porque Colombia no puede, moralmente, quedar sometida a la condición de país satélite de nadie en esta Nueva Guerra Fría.

2- Porque Colombia no tiene ni una sola causa histórica que la ligue con el neoimperialismo ruso.

3- Porque Colombia no puede, moralmente, mancillar su dignidad apoyando la barbarie del invasor de Ucrania.

4- Porque Colombia no puede, moralmente, quedar del lado del que acude a la extorsión de matar de frío al pueblo alemán, al pueblo austríaco, al pueblo finlandés y a más pueblos de Europa, como moneda de cambio para que le apoyen su invasión a Ucrania.

5- Porque Colombia no puede, ni moral ni estratégicamente, quedar del lado del que se vino a apoyar con tropas y con armas a las dos dictaduras que han venido socavando la soberanía y la integridad territorial de Colombia. Al neoimperialismo ruso no le importó que los pueblos de Venezuela y Nicaragua padecieran las barbaridades de dos dictaduras y, menos aún, le importó que las dos dictaduras se plantearan como francas enemigas de nuestra nación.

Qué bueno sería que, dadas las circunstancias de la Nueva Guerra Fría, tanto el presidente Petro como el canciller Leyva, retomaran las reflexiones profundas que dieron origen al Movimiento de Países No Alineados en la época, aún reciente, de la primera Guerra Fría

 

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