El fraude histórico de la Navidad

El fraude histórico de la Navidad

La historia, como la matemática, es tozuda. Una perspectiva sobre la popular celebración

Por: David Fernández
diciembre 10, 2019
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El fraude histórico de la Navidad
Foto: Pixabay

Se acerca el mes de diciembre y muchos suelen relacionar este último mes del año con cierta influencia espiritual provocada por los efluvios de la Navidad. Curiosamente los espíritus tozudos se contraen, hay una relativa paz interior y si no hay ninguna novedad negativa en la familia, hay gozo al escuchar los villancicos, placer en comer tamales, bailar la música tropical de la época, compartir en familia y alegría en dar y recibir regalos. La atmósfera cambia y parecería que  estamos caminando sobre las nubes. “Ojalá diciembre fuera eterno, desean algunos”. Para los cristianos no hay mejor mes que diciembre, porque fue el natalicio de Jesús y, con él, la redención del mundo (aunque a regañadientes muchos ya aceptan que el nazareno no nació en diciembre como lo venía informando la tradición). Además, hay toda una simbología en torno a elementos que poseen cierto poder místico, como son el arbolito y la luces de Navidad, el pesebre y los aguinaldos. Así, pues, las cosas son claras para la cristiandad y el gozo que se siente tiene origen en el hijo del carpintero.

Para un cristiano promedio, sin darse cuenta, la Navidad es la entrada oficial al mundo espiritual, pues impacta en la infancia, recorre la juventud y se afianza en la edad adulta. Y como la familia se reúne en un solo espíritu, esto genera una sólida narrativa para toda la vida. Y si esos momentos tuvieron un impacto positivo quedan en la memoria como luces de neón en nuestro trasegar por este mundo. Por eso, cuando llega la Navidad, se mueven las fibras espirituales. En Colombia, por ejemplo, donde el catolicismo siempre ha mandado la parada, los días festivos llevan el sello de esa religión. Y como la música es otro elemento que permea nuestras emociones, canciones como Faltan Cinco Pa Las Doce, de Anibal Velasquez; Cuatro Fiestas, cantada por Nury Borras; Bomba en Navidad de Richie Ray/Bobbie Cruz y el nostálgico Año Nuevo, Vida Nueva de la Billos Caracas Boys crean en nuestra conciencia un sentimiento que nos lleva al éxtasis, pero, paradójicamente puede crear sentimientos de tristeza. Los colombianos que viven en el exterior, por ejemplo, golpeados por la nostalgia, irrumpen en llantos de tristeza cuando no pueden celebrar la Navidad en su tierra con los suyos. Entonces, si usted siente que diciembre es único y especial, es por esas razones. ¿Pero se ha preguntado, apreciado amigo(a), cómo toda esa parafernalia de la Navidad llegó a nosotros para quedarse para siempre en nuestros corazones? 

Creo que para creer en una religión es importante primero conocer su historia, pues muchas veces la fe sin los hechos históricos puede distorsionar la fe y la misma historia. No se trata de criticar per se a una religión, sino conocer su formación y la influencia en nuestras vidas. 

Pues bien. Como la mayor referencia de la Navidad es Jesús, vayamos a su tiempo, para ver si hubo algo que se tejió con respecto al tema. 

Jesús era un hombre judío común y corriente, nacido en un hogar judío observante, circuncidado y presentado en la Sinagoga tal como lo relata el libro de Lucas (2:21 y 2:22). No nació un 25 de diciembre. Ni tampoco le festejaron su cumpleaños, tal como hoy lo hace la Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia. Era un judío  muy celoso con su religión (Mateo 21:12). No le interesaba compartir sus enseñanzas con los gentiles, es decir, con los no judíos (Mateo 10:6), y, hasta dónde hemos investigado, no sabemos a cuál de las tendencias de su religión pertenecía, pues de todas tenía un poco, (esenios, fariseos, zelotes, saduceos). Las celebraciones que festejaba eran las fiestas judías. Celebró la pascua judía (El Pésaj), que después los escribas cristianos la disfrazaron como “la última cena”. También celebró la Fiesta de los Tabernáculos (Levítico  23) que después la tradición la llamó “domingo de ramos”. Celebraba el Shabat, que después la cristiandad, con San Ignacio de Antioquía a la cabeza, año 107, lo pasó para el domingo. Luego San Aniceto, obispo de Roma lo siguió confirmando: cambió el 14 de Znissan por el Domingo de resurrección. Y lo que nosotros conocemos como las fiestas de las velitas, o fiestas de las luces, proviene de la Fiesta de la Dedicación, o de las Luminarias, que no es otra cosa que la fiesta de Janucá, que Jesús celebró de conformidad a lo que cita Juan 10: 22-23: Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el Templo por el pórtico de Salomón”. 

Todo ha sido copia.

Como pueden ver, Jesús no celebró ninguna Navidad, ni la creó ni la sugirió. Y ni hablar de Papá Noel, creación posterior en el cual se combinaba misterio y leyenda. Tampoco, Jesús,  fundó ninguna iglesia o nueva religión. Ni sus seguidores después de su muerte celebraron la Navidad. Asistía al templo como todo judío. Y cuando sacó a los mercaderes del templo, no se le ocurrió montar su propia congregación. Era la oportunidad. Pero no lo hizo. No invalidó la biblia judía. La citaba y recitaba. Mucho de lo que dijo no fueron palabras creadas por él, sino que estaban fundamentadas en la doctrina judía. Incluso, el famoso Padre Nuestro, que algunos consideran una oración cristiana está basada en los salmos 103, 116 y 123.

Entonces, la pregunta que surge es: ¿de dónde salió la Navidad? El Imperio Romano, una vez se cristianizó con Constantino, que no era un creyente de tuerca y tornillo, sino un avivato que vio la religión cristiana como la mejor forma para consolidar su imperio, la adoptó con su propio sello.  A partir de allí se cristianizaron las fiestas, y así como el 29 de junio se hacía homenaje a Rómulo y Remo, presuntos fundadores de Roma, se cambió a las fiestas de San Pablo y San Pedro. Constantino reemplazó el dios solar (Invictus ) por las fiestas navideñas en una clara empanada religiosa. 

Por último, si usted disfruta las navidades y las vive con devoción, siga coherente con sus sentimientos, nadie lo va a juzgar por eso. Pero es importante tener en cuenta que la historia, como la matemática, es tozuda.

Felices fiestas para todos.

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