"El Foro Económico Mundial, un concierto satánico"

"El Foro Económico Mundial, un concierto satánico"

Trump pretendió utilizar el foro aviesamente para huir o escamotear el sainete de juicio que ha montado con su partido republicano

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
enero 27, 2020
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Foto: Casa Blanca

Podría decirse que a un foro donde Trump va muy modosito y tierno es inmediatamente y por antonomasia, diabólico. Como cuando un evangélico se entera que usted lee la biblia cual libro histórico: eso es anatema, es diabólico. Esa cerradura obnubilada del pensamiento es lo que se considera un meme desde el punto de vista científico, es decir, desde la teoría evolutiva neo-darwinista que ha estudiado, entre otras cosas, desde cuándo la idea neolítica de dios deviene parte tan íntima de los humanos. Toda esa gente anterior al neolítico está en los infiernos sin saber por qué.

Y entonces, se dice, Trump pretendió utilizar el foro aviesamente para huir o escamotear el sainete de juicio que ha montado con sus  partido republicano. Pero ese es otro circo. Dejemos ese plato para comentarlo después de la película, para mí la película.

Pero no pudo, pues Trump encarna aquel americano feo y risible que pretendió ser America First Again. Ese que cantó Piero: “Si hay algo que se admira/ Donde quiera que vayan/Es la gran elegancia/De los americanos/Con típicos atuendos/Se mezclan con la gente/Y nadie se da cuenta/Que son americanos” Recuerdo que esta canción abre un sonido exterior permitiendo que tremendas risotadas estallen como estentórea música de fondo.

Y de esa misma calaña es la gente que se reúne en Davos: ninguno allí tiene problema con la yuca de mañana, ni de pasado mañana. Y se reúnen para festejarlo. Desayunando, almorzando, cenando, durmiendo gratis. ¡Gratis! ¡Y no es yuca lo que comen!

Pues bien, alguien ha descubierto que, “El Foro Económico Mundial (FEM), que se reunió la semana pasada en Davos, ha elevado aún más su nivel moral en los últimos años.  El nuevo Manifiesto de Davos "establece que las empresas deben pagar su parte justa de los impuestos, mostrar tolerancia cero a la corrupción, defender los derechos humanos en todas sus cadenas de suministro mundiales y abogar por un campo de juego competitivo". Hablar de moral en Davos. ¡Por favor!

Si fuera cierto, es ante estos señores que el paro nacional colombiano, ¡qué cosa de cacerolas!, debería presentar sus propuestas. En vez de ello, hacia allá voló a encontrarlos Duque. Precisamente para vender el país.

Podrá alguien imaginarse a Trump firmando eso, que es exactamente lo contrario de su política, es decir, de la forma histriónica, y ahora clown, como se burla del mundo. Tal cual Davos. Dios los cría y el diablo los junta.

“Después de todo, el WEF (FEM) busca un cierre de filas entre la política y los multimillonarios del mundo. Precisamente son las grandes compañías internacionales las que están transfiriendo sus ganancias a paraísos fiscales y no muestran ninguna disposición a pagar su parte justa de los impuestos. ¿Cómo debería uno financiar estados de bienestar inclusivos, como los de los países escandinavos?”

“Además, estas empresas reducen sus costos laborales al externalizar muchas actividades a cadenas de subcontratación no reguladas a nivel nacional e internacional. Los salarios bajos y el empleo precario son un pilar central de sus modelos de negocio y son responsables de la creciente desigualdad social”.

Entonces el foro es algo así como el diablo haciendo ostias.

“El Informe de Competitividad Global 2019   muestra el dilema del FEM. Sabemos precisamente que la creciente desigualdad social es la base más importante de la polarización social y las corrientes hostiles a la globalización. Además del cambio climático, amenazan la estabilidad a largo plazo de la economía capitalista y, por lo tanto, ponen en peligro el sistema. Entonces sería esencial la construcción de instituciones sólidas en el mercado laboral. Al mismo tiempo, uno no quiere perjudicar a la propia clientela, que paga mucho dinero por participar en las conferencias y se convierte en un defensor de sus intereses de ganancias a corto plazo”.

Entonces el foro debe asumirse como una reunión única y exclusivamente para acabar con el mundo, es decir, espectralmente satánica y con la mejor información de que se tenga noticia. Por ejemplo, el “Informe de Competitividad Global 2019 unas páginas después del resumen ejecutivo (…)”.

“En el indicador de competitividad "Flexibilidad de la determinación de los salarios", Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega se rebajan a lugares entre 118 y 133 de un total de 141 países, muy por detrás de los Estados Unidos, el Reino Unido, Qatar o Arabia Saudita. Los primeros puestos, que representan una alta competitividad, se otorgan a países con sindicatos débiles, negociaciones salariales fragmentadas y bajo compromiso con los convenios colectivos”.

Se aproxima esto a lo que han venido denunciando los dirigentes del paro nacional, es decir, nuestro gobierno es fiel representante de aquel concierto satánico. Entonces se entiende porqué está negado a escuchar pero, eso sí, va solícito y gratis a recibir nuevas lecciones para seguir vendiendo el país.

El artículo del cual estoy citando no se anda por las ramas y desenmascara rotundamente toda esa falacia y golpes de pecho. Toda esa inmoralidad concupiscente. Y sostiene:

“Las contradicciones intelectuales a las que conduce este acto de dividir se han hecho evidentes a partir del ejemplo de la evaluación de los modelos sociales escandinavos. El WEF está a estas contradicciones como lo es la Iglesia Católica: los domingos se predica el agua y durante la semana se bebe vino”.

Y por eso el paro debe mantenerse en respuesta a las lecciones que se han ido a recibir a Davos. Debe constituirse en un Foro Económico Mundial de Cacerolazos que debiera organizarse en Bogotá.

Es más, sabiendo el uso que se le da desayunadamente a la cacerola, Bogotá debería convertirse en la Capital Mundial de la Cacerola.

A ver si es que el diablo con el ruido se espanta.

 

Nota. Estoy citando de “Foro económico mundial: ¿hacia la sostenibilidad con recetas neoliberales? por Gerhard Bosch en 27 de enero de 2020, aparecido en Social Europe.

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