El feudalismo que Colombia nunca superó

El feudalismo que Colombia nunca superó

Los señores feudales del medievo siguen tan presentes como el hambre, la inseguridad de los eslabones sociales más bajos y en especial, la lucha por la subsistencia

Por: Edwin Tamayo Peña
febrero 28, 2020
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El feudalismo que Colombia nunca superó
Foto: ccafs.cgiar.org

Qué las sociedades superaron el feudalismo de la edad media y formaron conjuntos íntegros desapareciendo la jerarquización social es otro eufemismo que oculta la idealización democrática y la ética capitalista. Desafortunadamente poco se ha evolucionado en la forma en que se gobiernan los conjuntos sociales y la historia con capricho divino tiende siempre un puente de retorno para que cada suceso se repita de una u otra forma.

Para comprensión rápida el feudalismo establece relación entre el señor feudal, vasallos o caballeros, un vinculo de diversos compromisos y obligaciones. No obstante, hay una relación que soporta las clases privilegiadas, los siervos, comprendidos como campesinos, sometidos a la esclavitud de un mercado raquítico y a la servidumbre, pagar altas sumas de impuestos y estar condenados a tener un amo sin la mínima garantía de justicia (¿lejos de la realidad?).

Los señores feudales del medievo siguen tan presentes como el hambre, la inseguridad de los eslabones sociales más bajos y en especial, la constante lucha por la subsistencia. Resulta paradójico que muchos caudillos evoquen discursos en donde el gobierno es en oficio de ellos y ellas. Una contradicción en el ejercicio de todo aquel que gobierna, pues la relación es de entrega, administrada por un padre político – es decir, un patriarca al que todos buscan de forma inverosímil, pues en él, en esa representación de padre se sienten seguros- un servicio que permanece y promete proteger.

Sin embargo, el sistema generalizado actual y cubierto por estructuras democráticas funge como una centralización de riqueza, no en manos de un rey, sino de un lacayo que merodea corporaciones de poder. Ejerce sobre gran parte de la sociedad colombiana un poder que bien podría ser definido como feudalismo del siglo XXI, hace de sus dificultades y acusaciones un arma, del privilegio un monopolio; instaura leyes, concede títulos y despoja de la tierra a individuos que se convierten en pequeños sistemas de producción y crisis en las ciudades condenadas a la sobrepoblación del espacio “limitado”.

Sin duda es un tiempo de crisis o qué tiempo no ha sido por sí solo una crisis. El ascenso a las esferas más altas de la jerarquía que potencia la democracia requiere principalmente lo siniestro y quienes llegan por las virtudes son derrotados por la forma de poder que
reduce el accionar colectivo a circuitos interminables de hedor tiránico. En el sistema feudal importa el señor, porque es él la forma del sistema mismo. En cambio, para democracia moderna importa el pueblo o eso nos dan a entender. Gobernar no es una cualidad que tienen todos los individuos que son gobernados y con la democracia se premio la insuficiente capacidad de decisión.

Las sociedades modernas deben superarse a si mismos, deben morir y construir una forma de gobierno que deje de ser imperfecta y perfectible sobre las otras, como lo es la democracia.

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