El eterno Giacometti
Opinión

El eterno Giacometti

Retrospectiva en Tate Modern de Londres, con una interesante propuesta curatorial porque su enorme mundo interno casi inasible es reincorporado a una mirada contemporánea

Por:
junio 10, 2017
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Más allá del crítico mundo de la política que tiene a los británicos bajo la suerte del brexit cuando sale de Unión Europea y la ambigua suerte de la primera ministra la señora May y los atentados terroristas que mes por mes cobran su insospechado asunto. Hay otras cosas siempre mejores: la cultura da respiro a la vida cotidiana.

El mundo del arte sigue su eternidad, Alberto Giacometti (1901-1966) tiene una Retrospectiva en Tate Modern de Londres hasta el 10 de septiembre. Resulta interesante la propuesta curatorial porque su enorme mundo interno casi inasible es reincorporado a una mirada contemporánea. Entre las 250 esculturas incluyeron unas en proceso en yeso. Un paso antes del bronce, donde se puede entender más cómo fue su trabajo técnico y su relación con sus materiales antes de que fueran esculturas llagaran a su estadio final en el  bronce.

 

 

Este hombre siempre misterioso, reservado, austero, nació en Borgonovo y murió bajo la lluvia en Paris. Nació en una familia de artistas, y por eso no tuvo problema en ser otro más de la tribu. Estudió primero escultura en Ginebra y luego pasó a la Escuela de Bellas Artes en París donde encontró el mejor ambiente cubista con Pablo Picasso y el Movimiento Surrealista con Joan Miró, Max Ernst y escritores como Samuel Becket o André Bresson. En esos tiempos de dudas, recibió el apoyo incondicional de su hermano Diego quien lo ayudó a empezar a deconstruir al ser humano mientras era su modelo.

En 1946, conoció a Annette Arm quien fue su compañera de vida y su modelo de siempre. Ella con enorme paciencia lo acompañaba a encontrar su búsqueda infinita: desaparecer sin lástima el sentido de la existencia.

 

 

En el Surrealismo, encontró la manera de entender su visión de una vida interior. Muy ajena al común y corriente. Le interesaba lo real en el movimiento mientras de despojaba de los limites en su soledad y aislamiento.

A comienzos de la década de los cuarenta del siglo pasado, aparece su lenguaje de figuras alargadas, nerviosas, rígidas y simbólicas que, aisladas en el espacio, representan la filosofía existencialista de Jean-Paul Sartre.

Lo novedoso de la exposición en la Tate, es incluir esculturas en proceso. El yeso muestra, en su estadio intermedio, la manera de trabajar las técnicas y los materiales antes de llegar a su etapa final en bronce.

 

Caroline, dibujo, 1965

 

Al contrario de Fernando Botero que su obra es un éxtasis del volúmen, Giacometti siguió los dictámenes de T.S. Eliot “El progreso del artista en un auto sacrificio y es también una continua extinción de la personalidad” por eso, su estilo se entiende como la metáfora final de la Segunda Guerra Mundial, la alienación y la duda existencialista.

Para su información, un bello dibujo de Annete lo tenemos en la Donación Botero en el Banco de la República. Y, ojo que Cine Colombia presenta la vida de Rafael Sanzio entre el 15 al 19 de junio.

Buen fin de semana.

 

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