El drama de Gramalote
Opinión

El drama de Gramalote

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septiembre 10, 2013
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¨Llegar a la casa de uno y verla así, eso es como si le arrancaran a uno el alma¨, dice un joven de Gramalote, Norte de Santander, cuando recuerda cómo la tierra arrasó y se tragó su pueblo el 17 de diciembre de 2010.

¨La casa de nosotros se abrió por completo, y botaba vapor, ruido, rugía como si tuviera algo allá adentro¨, continúa el apocalíptico relato. Veinticuatro horas después no quedaba nada, a la iglesia la atravesaba una grieta que bien podría tragarse a un hombre, del hospital solo quedaban restos, el lodo y los árboles cubrían el estadio de fútbol (sí, en Gramalote había estadio). De los barrios quedó uno en pie, La Lomita, con cuarenta casas —una de ellas con piscina y jacuzzi— y otras con algunas grietas.

Los que allí vivían salieron del casco urbano los primeros días que siguieron al desastre, pero luego regresaron, pasaron por lo que quedaba de plaza, esquivando grietas y pedazos de hierro retorcido, y volvieron a instalarse. A meses de cumplirse los tres años ellos se han acostumbrado a vivir allí, en lo que alguna vez fue pueblo y ahora no es más que un recuerdo. ¨De acá no me voy, no tengo a dónde y además el comercio es bueno y se mueve, viera usted esto los domingos¨, me dice el carnicero de La Lomita. O bueno, uno de ellos, porque en lo que queda del municipio hay seis, sí, seis carnicerías.

Continúo indagando cómo es que estas familias logran sobrevivir así, en los huesos ya corroídos de este pueblo, me pregunto por qué no quieren irse a Miraflores, el lote que el gobierno ha seleccionado para reconstruir Gramalote. ¨No voy a Miraflores porque eso es muerto allá, no hay comercio ni intercambio ¿de qué vamos a vivir?", pregunta una profesora del colegio, provisional y en construcción, que hay en la zona.

Voy entonces a la fuente primaria, el Fondo Adaptación, entidad encargada del reasentamiento del pueblo, y les traslado la inquietud de muchos gramaloteros. La respuesta es sencilla: después de dos años y unos meses de estudios, se ha escogido el lote de Miraflores porque es la opción más viable, que cuesta menos y que estaría lista más rápido, dicen. Me muestran gráficas, estadísticas y hasta un video. ¨No es una cuestión de gustos, es una cuestión técnica", concluye un funcionario del Fondo.

¿Por qué, entonces, si los estudios son tan claros, se niegan tantos gramaloteros a ir a Miraflores? Hay dos razones, que expongo en orden cronológico: ocho meses después de la tragedia, la entonces ministra de vivienda Beatriz Uribe anunció, con ceremonia y papayera, que el lote seleccionado para la reconstrucción sería Pomarroso. Alegres vieron los habitantes de Gramalote cómo el párroco del municipio ponía, como augurio de un próspero futuro, la primera piedra de la nueva iglesia en un acto simbólico en Cúcuta. Meses después hubo un cambio en las funciones y sería el Fondo Adaptación el que se encargaría del proceso. Llegó Cecilia Álvarez, ahora ministra de transporte, y descubriría no solo que Pomarroso no era el mejor lugar, sino que faltaban varios estudios. La primera razón la resumo en la ineficiencia y el apuro mediático de la exministra Uribe.

La segunda razón es política. Y económica. El representante a la Cámara Carlos Eduardo León Celis, gramalotero de nacimiento, tiene intereses en el lote Pomarroso. ¿Por qué? Su familia es dueña de una parte del lote, que les sería comprado por el Estado. Mucho debió emocionarse el representante Celis cuando la apresurada exministra Uribe le dio el visto bueno a Pomarroso; mucho debió decepcionarse cuando los estudios completos demostraron que era más apto Miraflores.

No es gratuito que tantos gramaloteros, después de un eficiente lavado de cerebro, repitan una y otra vez que ellos no van a Miraflores porque el lugar, a diferencia de lo que encontraron los técnicos, no cumple las condiciones. Pongo un ejemplo que le da la razón al fondo: a Miraflores se puede llegar en carro y a Pomarroso no, las vías de acceso permiten que el tiempo de reconstrucción sea menor. Así las cosas, la reconstrucción de Gramalote, si le creemos al Fondo, estaría lista en 2016. Seis años después de la tragedia.

@espinosaradio

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