El Día Después
Opinión

El Día Después

El lunes 3 de octubre, —en mayoría o en minoría—-, debemos jurar solemnemente que estaremos listos para desactivar las cargas de odio, ignorancia, temor y egoísmo que desencadenaron esta tragedia

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septiembre 11, 2016
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Cualquiera sea el resultado de la jornada del plebiscito, el 3 de octubre se instala la Mesa de Reconciliación Nacional.  Nuestro talante democrático y la verdadera prueba de nuestra responsabilidad y compromiso como ciudadanos empieza una vez se conozcan los resultados de la jornada  dominguera.  El proceso que busca terminar las hostilidades armadas y construir paz territorial nos ha fracturado y distanciado.  Los miedos, la desconfianza, los viudos de poder, los soberbios, los egos; la historia, los odios presentes, las muertes pasadas; todo un abanico de actores y razones, han inflado las posiciones e incitado los señalamientos, insultos y descalificaciones.

El lunes despertaremos en un país que seguirá enfrentando grandes retos en temas sociales (inequidad), macroeconómicos (balanza comercial e inflación), culturales y mixtos (corrupción y cultura de la ilegalidad), institucionales (altos niveles de impunidad y ausencia estatal en gran parte del territorio) y, dependiendo de los resultados, un conflicto armado con las Farc y el ELN, o solo con este último.  No es poca cosa lo que seguiremos enfrentando.

Si gana el No, sus partidarios, por lo menos los más públicos, tendrán que demostrar que su posición, tal como lo dijeron muchas veces durante el proceso, no era un apoyo a la guerra ni una cruzada para asegurar el exterminio del enemigo. Ellos, según sus voceros máximos, estaban inconformes con dos puntos del Acuerdo: la participación política y las condenas propuestas por la Jurisdicción Especial para la Paz, y por ende, se espera entonces que ese lunes temprano presenten su proyecto de revisión del Acuerdo en esos puntos concretos y envíen un mensaje a las Farc de que la negociación sigue siendo un medio legítimo. No sabemos qué pasará con esa propuesta por el otro lado, pero obviamente las Farc volverían de inmediato a la clandestinidad y muy seguramente se acabaría el cese al fuego bilateral. Se espera también que entiendan, que a pesar de los resultados, y más allá de simpatías o cercanías políticas, el gobierno del actual presidente va hasta el 7 de agosto de 2018 y que las funciones y obligaciones del cargo, y de toda la institucionalidad, siguen intactas. No faltarán los intérpretes iluminados que leerán el resultado del plebiscito como una revocatoria al mandato de Santos.  Finalmente, los partidarios del No tendrán que entender que los que apoyamos el Sí, y que no somos ni cómplices de las Farc, ni narcotraficantes, ni mucho menos promotores de la impunidad, seguiremos alzando la voz y trabajando porque la salida negociada al conflicto armado sea una opción legítima y nos opondremos a la mirada simplista que solo acepta la opción militar. A pesar de que los del Sí aceptaremos y acataremos los resultados del plebiscito, no vamos a permitir que los mismos se interpreten como un No a cualquier negociación o esfuerzo de terminar el conflicto por fuera de la confrontación armada.

 

 

Tendremos la responsabilidad de denunciar y vencer
a la clase politiquera corrupta que ha alimentado la guerra
y quiere seguir ordeñando las arcas públicas en la construcción de paz

 

 

Con el triunfo del Sí, los que votamos por esa opción, tendremos grandes retos y responsabilidades. En primer lugar, tenemos que acercarnos a los partidarios del No con respeto y cariño para asegurarles que este país sigue siendo el espacio que hemos compartido, que queremos, y en el que debemos seguir trabajando juntos, o enfrentados pero en paz, para construir equidad, justicia, seguridad y convivencia.  Seguiremos defendiendo su derecho a expresarse libremente y tendremos que ser capaces de trabajar conjuntamente para hacer veeduría y control a lo acordado. Los del Sí no hemos firmado ningún cheque en blanco y seremos claros y contundentes a la hora de exigir, tanto de las Farc como del Gobierno, y tanto en los temas de terminación del conflicto y justicia transicional como en los de desarrollo rural, drogas y apertura política, cumplimiento con lo acordado. Me atrevo a decir que la inmensa mayoría de los que votamos Sí defenderemos, como parte de lo pactado, el derecho de los ex -Farc a participar en política, pero con decisión y fuerza, trabajaremos por vencerlos categórica y radicalmente en las urnas en cada elección venidera. Algunos votantes por el Sí, incluso en compañía de algunos del No, tendremos la responsabilidad de denunciar, enfrentar y vencer a la vieja clase politiquera clientelista y corrupta que ha convivido y alimentado la guerra y que ahora quiere seguir ordeñando las arcas públicas en la construcción de paz. No habrá una paz verdadera con los niveles de corrupción que mantiene este sistema.  Desde el 3 de octubre, con la refrendación del fin del conflicto armado con las Farc, debe empezar a brillar la verdad. La verdad como terapia y apoyo y promotor de la reconciliación.

Por último, los que nos levantemos el lunes 3 de octubre, bien sea en la mayoría o  en la minoría, tenemos la obligación de repasar las lecciones de 52 años de dolor y destrucción y debemos jurar solemnemente que estaremos listos para desactivar las cargas de odio, ignorancia, temor y egoísmo que desencadenaron esta tragedia. El único triunfo será la construcción continua, conjunta y decente de una mejor sociedad.  ¡Un reto emocionante!

 

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