El devenir estudiantil en Colombia

El devenir estudiantil en Colombia

Nuestra educación es conocimiento que constituye un capital cultural que tiene que servirnos para vivir y mantener una ciudadanía digna

Por: Miguel Angel Espinel Martinez
diciembre 20, 2018
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El devenir estudiantil en Colombia

Las estoicas demostraciones del estudiantado colombiano de hoy, a pesar del maltrato desmedido y brutal de los entes represivos del estado colombiano, han tenido el valor de suspender sus clases para exigir justo presupuesto que cubra las necesidades totales de las universidades públicas en todo el país, para el presente y su futuro incluyendo plantas físicas que están en vergonzoso deterioro.

Me recuerdan los históricos e inolvidables acontecimientos de Mayo del 68 en París y en otras ciudades europeas. Fue un devenir, un rejuvenecimiento social, la irrupción con novedades que se quedaron. Se hizo claridad en el futuro histórico de las revoluciones y el devenir revolucionario de la gente. Con los Recientes acontecimientos en París los franceses lo están corroborando y nos siguen guiando con su ejemplo de sociedad que tiene que ser escuchada y tenida en cuenta por sus gobernantes.

La historia designa el conjunto de condiciones para que los acontecimientos se registren y que hay que desprenderse de ellos para dar paso al devenir. Pero el devenir no es historia. Es un proceso en el ser, un ser en continuo cambio, en una continua potenciación. En Hegel el devenir es la superación del ser puro y de la pura nada. Si vamos a Nietzsche apunta a la ciencia que se adueña de ese devenir y lo fija como hecho universal. Es una acción que está por nacer y el ser humano a pesar de todos los valores se subleva contra el poder ciego, contra la tiranía, incluso combatiendo sus propias pasiones. Esta pequeña referencia para un llamado al devenir revolucionario (lo único que puede acabar, con la vergüenza de lo intolerable) de la juventud colombiana que propenda por un borrar histórico, que le permita sentirse en la capacidad de construir una nueva historia nuestra, propia, autentica y llena de futuro.

La regeneración de su presente con base en la admiración de la grandeza histórica pasada, griegos y romanos, aleluya, aleluya, todo honor y toda gloria, para recordar que son jóvenes de hoy pero que también van a “hombros de gigantes” en el laborioso camino del reaprender a vivir. Una reivindicación de su propio espíritu para llegar a su mundo moderno, el de las herramientas del hoy, donde ya no deban existir tradiciones equivocadas, ni anacrónicas, porque ya se han desaprendido. Tampoco angustias por engaños de culturas impuestas que pisotearon la cultura de nuestros ancestros.

Además es inaceptable en el mundo actual, que pueda existir algún gobierno, de cualquier país donde nuestros jóvenes no tengan el innegable y delicioso derecho de ser universitarios y las ilusiones propias y de sus familias que de ahí se derivan. Qué curioso, casi una paradoja, en este momento histórico los jóvenes colombianos están haciendo exigencias por presupuesto para garantizar la educación superior, no solo de ellos sino de los buenos bachilleres, que vienen llegando año tras año, lo cual indica que piden para todos y eso mismo nos conviene a todos. Pero es de tener presente que en un futuro quizá no tan lejano, estarán ya no buscando presupuestos y financiamientos para su educación superior, sino máxima calidad en la educación y en su formación o sea desde ya se formaran los maestros que aún no existen.

Suele hablarse de formación en valores y es importante esta breve aclaración: Valor no es una palabra, es una conducta, un conjunto de acciones, que nos llevan a hacer verdad y practica lo que decimos. Generosidad, lealtad, honradez, etc. Exigen la coherencia de las cosas que hacemos, hay que vivirlos y sentirlos. Los valores hay que enseñarlos desde la escuela, para que el niño aprenda a mirar y regocijarse de la naturaleza, con una flor, mirando el mar, activo de la vida decente y así permitir que su pensamiento fluya libre en los valores indicados. Por esto desde la escuela han querido corromper la sociedad, enseñando equivocadas ideas para distorsionar las neuronas de los niños, inculcándole conceptos muchas veces falsos, que benefician intereses de grupos deshonestos, para inhabilitar al adulto. De ahí que los mejores profesores bien preparados deben estar como maestros en esta etapa tan importante de los niños, donde todo les queda como manchas indelebles en su convicción.

Hay modelos de valores (Aquiles en la Ilíada de Homero) y valores más modestos como el de levantar la mano y pedir la palabra, ahí nació la Democracia, con la libertad de expresión, para lo cual primero tengo que saber pensar, entonces viene la libertad de pensamiento. Vi en la bella Praga, en la época de la ocupación de la URSS, año 68, los ciudadanos checos pedían libertad económica para vacacionar fuera del país, había restricción de divisas, veían en Suecia su arquetipo ideal. Yo me preguntaba: Cuando en mi país Colombia estaremos reclamando por derecho a vacaciones internacionales si por esa época y aún hoy, los colombianos y no pocos, piden por sopa, aún hoy, no todos tienen sus tres comidas al día, aún hoy no todos tienen agua potable, ni energía. Aún hoy los niños mueren de hambre. Somos naturaleza y primero tenemos que estar bien, con hambre no nos importa Beethoven… La incansable determinación de esta juventud logrará los cambios necesarios y estructurales con resultados positivos que se eternizaran en su existencia por la acción y el conocimiento en su lucha eterna por la cultura. Ya hay conciencia de que somos lo que la educación hace de nosotros.

A futuro veremos colombianos grandes no condenados al aire pesado para su respiración porque desde ya están viendo la necesidad del respeto y contemplación de la naturaleza, que por ignorancia y codicia la venimos dañado las generaciones anteriores. En su camino a la grandeza encontraran angustias y reacciones complejas del presente a superar. Ese presente que en el instante se convierte en un “haber sido”, habido de dificultades que conducen a mayores conocimientos, gracias a las energías vitales del devenir. Así no será un soñar, la existencia en el futuro de colombianos que después de muertos continúan viviendo su inmortalidad por sus grandes ejecutorias.

Eso es lo que la gran historia nos muestra con nombres de seres inmortales, los magníficos griegos que nos enseñaron a pensar y en su camino fueron mostrando cómo surgió la filosofía para el mundo: Parménides, Empédocles, Pitágoras, Sócrates, Protágoras, o el gran Heráclito que planteó el camino olvidado, que Sócrates, Platón y Aristóteles no tomaron, porque prefirieron el de Parménides. Curiosamente fueron el origen del conservatismo. Muchos de ellos sobrepasaron el “conócete así mismo” y vieron la necesidad de las dosificaciones: el “Nada en Exceso”… De no ser en la juventud colombiana, con sus energías y las fuerzas vivas de su existencia, ¿quiénes podrían lograr el cambio de acción y de conocimientos que den confianza a su futuro y logren crear una cultura propia y de siglo XXI?

Por diversas, razones encontraremos inconformes o pesimistas, pero tengo fe que esta juventud es la fuerza natural de radical transformación, de emergencia que con la educación coronará su propia emancipación y encontraran un renacer de libertad, en ese proceso tan maternalmente bueno del estudio, que recompensa con dulces y puras alegrías, como las una madre cuando nutre a sus hijos. El estudio con su magia ilumina todo lo que rodea, en el ejercicio del pensamiento, en la generación de ideas, en la contemplación tranquila de la ciencia, nos prodiga profundos e indescriptibles deleites, como todo en lo que participa la inteligencia.

Básico observar que desde que la moneda transita por la economía, ella tiene un enorme poder sobre nuestras vidas, especialmente en los últimos años. Es tanta su influencia que nos pone a dudar en la fidelidad a la democracia o a la economía. Surge así el sistema económico como el leviatán de la democracia, procesos inflacionarios, comercio como el cemento social, confianza en el sistema de economía abierta en una sociedad abierta. Pero es grave enemigo para la estabilidad de la democracia como forma política y de cultura moral o ética, que en su afán decidido de lucro cuenta con la capacidad para transaccionar valores donde nada importa (Caso Odebrecht). Aun sin saberlo con nuestro dinero en los bancos quien sabe qué tipo de transacciones se estén haciendo en cada instante.

¿Cómo sofrenar ese poder, teniendo presente que el pensamiento económico es parte del pensamiento filosófico? Lo económico es esencial pero tiene que estar regulado por nuevos mantos de ideales. Nuestra educación es conocimiento que constituye un capital cultural que tiene que servirnos para vivir y mantener una ciudadanía digna, por lo cual necesitamos de enormes conocimientos día a día. No podemos impedirle a un solo colombiano, ese goce de tan fundamentales derechos, de la educación superior de calidad, ese soñar que adicional a su construcción de futuro les permitirá su reconciliación con la naturaleza y el arte, logrando una renovación de arte y vida. Solo el hombre reconciliado con la naturaleza será el único que producirá el arte del futuro y los colombianos tienen el derecho de ser también, partícipes de ello y en todo donde hay desarrollo científico e intelectual.

No sobra estar alerta al periodista, ese virtuoso de la cultura general, el mecánico de las respuestas inmediatas en cuestiones de actualidad, el maestro del instante, que juega entre un resorte cultural, dispensando a las masas informaciones y opiniones consumibles, que por sus intereses salariales, aplebeyan con el poder de la palabra, en los medios de comunicación de 6 a 8, de 12 a 3 y en la noche, haciendo todo cuanto esté a su alcance por vaciar la cabeza de los telespectadores y radioescuchas, para dejarlos en el barro. Aristóteles en la Política, escrita hace más de 2000 años dice: “Puesto que hay un fin único para la ciudad que es la justicia y que es el bien de todos, es claro que la educación sea única y la misma para todos y que no sea el dinero lo que diferencie la educación y el cuidado de ella debe ser cosa del estado, un estado justo e igualitario”.

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