El costo de una ideología de izquierda en el poder

El costo de una ideología de izquierda en el poder

Con la llegada de Petro a la presidencia, hay cambio de prioridades en lo económico. La izquierda privilegia la redistribución por encima de la generación de riqueza

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agosto 16, 2022
El costo de una ideología de izquierda en el poder
Foto: Archivo/Canva

En los momentos políticos que estamos viviendo en Colombia, el libro Entre la independencia y la pandemia del sociólogo y analista Hernando Gómez Buendía es un aporte muy valioso para darle un contexto histórico para entender mejor la realidad actual.

Es un trabajo de investigación muy completo y bien documentado, escrito de manera muy amena, donde el autor ilumina el recorrido de dos siglos de nuestro devenir histórico, con comentarios y reflexiones muy agudas y útiles.

Son muchos los temas tratados por Gómez en su libro, pero para este blog quiero aprovechar sus reflexiones sobre las ideologías, porque hoy tenemos como presidente de Colombia a un representante de la ideología de la extrema izquierda, quien llegó al poder con una agenda de cambio progresista. Pero más allá de las consecuencias de esta elección, hay un desconocimiento muy generalizado del impacto y los riesgos que tienen las ideologías en una sociedad.

Entremos en materia de la mano de Gómez Buendía para comprender mejor el tema. Dada la relación de las creencias con la ideología, vale la pena entender las definiciones que le dan sentido a estas dos palabras.

La creencia es una verdad subjetiva que da la sensación de total certeza acerca de algo. Es una convicción que le da sentido a las interpretaciones mentales de la realidad. Orienta las decisiones y actuaciones de una persona dentro de la cultura de una comunidad. Las creencias impactan su sentido de identidad en función de lo que le sirve o le conviene.

Un ejemplo reciente durante la pandemia: hubo y todavía hay personas con la creencia de que las vacunas son un mecanismo de manipulación de los gobiernos. Otra creencia similar en del movimiento anti vacuna porque es perjudicial a los niños.

Las creencias son el fundamento de las religiones, porque sirven para darle un significado a la parte visible o invisible, o lo misterioso y sagrado, de la realidad. Dependiendo de la religión, las creencias resaltan determinados valores o nociones de lo que es el bien o el mal.

En el catolicismo algunas de las creencias más representativas de quienes practican esta religión: el pecado mortal condena a la persona al infierno, la Iglesia cree que la Biblia es la palabra de Dios, el papa se afirma que es el sucesor de Pedro y es infalible (más solamente cuando habla ex cathedra).

Cuando estas creencias religiosas se convierten en dogmas, es decir, son “la verdad incuestionable” que no admite discusión, la intolerancia y el fanatismo son el resultado que se puede ser la incitación a la violencia. Como lo demuestra Gómez Buendía, este fue el resultado de la posición que adoptó la Iglesia católica en nuestro país, y que despertaron pasiones profundas durante la época hegemonía conservadora.

El común denominador de todas las religiones es que generan muchas emociones y expectativas, y por lo tanto, se deben de ver como ideologías. ¿Pero qué es la ideología?

Es el conjunto de creencias y de ideas, enmarcadas por unos valores e impactadas por unas emociones, que sirven de filtros para interpretar la realidad. Algunas de estas ideas pueden ser más duraderas y consistentes, pero no ser necesariamente compartidas por todos los que tienen la misma ideología. Son parte aprendida de una cultura, pueden cambiar y ayudan a moldearla.

La evidencia científica desde la antropología, psicología, y la neurociencia muestra el peso que juegan las emociones y los valores diferentes que afectan la percepción de la realidad de los seres humanos y que, además, tienen “distintas personalidades morales”. Valores como la confianza, la solidaridad, la justicia, la lealtad, tendrán más o menos peso asociadas con la crianza de cada individuo y el medio cultural que lo rodea.

La vinculación del concepto de las creencias, los valores y las emociones, a la definición de las ideologías, que además son inevitables, es muy importante para entender las orientaciones políticas que de ellas se derivan.

Las ideologías también son fundamentales para entender los relatos que le dan sentido a la historia que nos contamos como sociedad. Como nos lo recuerda Gómez Buendía, las ideologías han establecido las agendas del debate político y dividido a las sociedades, como lo muestra nuestra historia desde la independencia, y más recientemente, el ejemplo de los norteamericanos cuya sociedad se encuentra fracturada en dos por el choque de las ideologías extremas conservadora y liberal.

La ideología hace énfasis en ciertos valores y aspectos deseables de la realidad e ignora otros. Esta exclusión es responsable de la violencia motivada por las ideologías que ha acompañado el proceso de la formación de los  Estado a lo largo de la historia.

Un ejemplo fue la confrontación entre los liberales y conservadores a lo largo del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Otro ejemplo en los Estados Unidos, serían los actos de violencia racial del año pasado, o la defensa del derecho a tener armas, sin importar las masacres que se producen.

Veamos otros ejemplos del impacto de las ideologías. La decisión reciente de la Corte Suprema de Justicia en los Estados Unidos de reversar un derecho al aborto, adquirido hace cincuenta años por las mujeres, como resultado de una creencia religiosa apasionada de quienes se oponen ideológicamente, porque lo consideran un asesinato. Para estas personas esta es “su verdad” y no les importa imponerla a otras que no la comparten.

Otro ejemplo pertinente para la situación colombiana de la actualidad. La ideología de izquierda privilegia la redistribución por encima de la generación de la riqueza, y rechaza la estructura socioeconómica subyacente del capitalismo contemporáneo. La ideología de la derecha privilegia el orden y rechaza la lucha de clases promovida por la izquierda.

Cuando existen creencias de esta naturaleza, es muy difícil lograr que una persona se abra a una discusión que la haga cambiar de opinión. El problema con este tipo de convicciones, es que lleva a los extremos a las personas, a calificar a quienes no las comparten, como un enemigo al qué hay que liquidar. Esta es la dinámica actual que tiene en jaque el sistema político norteamericano y que les está impidiendo a los dos partidos tradicionales, el llegar a acuerdos sobre temas fundamentales para ese país.

Las emociones descontroladas que se vieron el día de la posición del Congreso en Colombia hace casi un mes, es un ejemplo muy preocupante que muestra lo que sucede, cuando la ideología vencedora se manifiesta a través de la violencia de los gritos y los insultos, en contra de quienes son vistos como sus enemigos.

El impacto de las ideologías, cuando estas se llevan a los extremos, es que hace imposible que haya conversaciones basadas en hechos verificables. Al convertirse las creencias en “la verdad” que no admite prueba ni discusión alguna, la construcción de confianza desde la diversidad de opiniones, se vuelve en un imposible metafísico que impide avanzar a la sociedad.

Y como Gómez Buendía lo resalta en su libro, esta dinámica ha llevado a que “los colombianos aprendimos a discutir los problemas que no son con argumentos que no son, aprendimos a tomar como centro del debate nacional lo que no es el centro de la vida nacional”.

Pero, además: “Los colombianos aprendimos a vivir sin notar una ruptura tajante entre el discurso público u oficial y la vida real del día a día, aprendimos que las normas y las prácticas son mundos separados y que por tanto todo se arregla con leyes, aunque las leyes no sirvan para nada. Y aprendimos, también, a tramitar las diferencias de opinión con la pasión propia de una fe religiosa, aprendimos a demonizar al que piensa de manera diferente”.

El resultado de las ideologías políticas en Colombia, ha sido una predisposición histórica a recurrir a la violencia como medio para dirimir las diferencias, imposibilitando la colaboración que requiere la solución de los problemas colectivos cada vez más complejos. Y lo más impresionante, al dejar llevarse por las ideologías políticas o religiosas extremas, se exacerban las emociones negativas y se facilita la manipulación populista, tan de boga en esta época, con un costo enorme cada vez más visible para nuestro desarrollo.

Hoy, cuando Colombia va a experimentar un cambio ideológico que puede ser profundo, es muy relevante tener en cuenta y recordar el impacto tan negativo que ha tenido la ideología extrema en las historias de nuestro país, como lo ha documentado brillantemente Gómez Buendía.  Su libro lo recomiendo al lector porque nos ofrece unas perspectivas que yo no había leído en otros autores sobre estos temas.

En próximas entradas al blog, seguiré trayendo reflexiones del libro de Gómez Buendía, porque su perspectiva histórica tratada con lucidez, es un aporte invaluable para darle sentido a los cambios que estamos y estaremos experimentando hacia adelante.

 

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