El conflicto de la tolerancia religiosa
Opinión

El conflicto de la tolerancia religiosa

Por:
enero 24, 2014
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Puedo estar de acuerdo con la tolerancia en muchos temas, pero uno de ellos me saca de casillas: la religión.

Ser tolerante con las religiones presenta la siguiente paradoja: hacia el individuo, por el respeto que se merece al tener sus propias creencias y el derecho a practicarlas en tanto que no perjudiquen a sus semejantes (aquí hablamos entonces de equidad en cuanto a deberes y derechos, leyes; ética); por otro lado está la intolerancia hacia la estructura religiosa que el individuo toma para construir su vida. Esta segunda es lo que hay que combatir sigilosamente, porque la Iglesia católica, el movimiento musulmán y todas las manifestaciones de esas dos formas de gobierno divino, sobreviven ahora escondiéndose de manera peligrosa, detrás del privilegio de la libertad de culto.

Para acabar con esta desigualdad que proporcionan las religiones, debe haber un cambio, y para ello, el proceso deberá partir de una serie de reformas educativas y sociales, reestructurando las herramientas pedagógicas desde los puntos que encarnan la mayoría de diversidad religiosa: estudiantes y docentes. Es decir, para no atentar ahora contra la libertad de culto de las personas, y sus derechos a la libre expresión, hay que buscar el camino más constructivo pero más lento: la educación. Remodelar la educación, basada en herramientas para conciliar y enriquecer la explicación de la realidad humana mediante la ciencia, estudios sociales y humanos, arte, etc.; sin imponer ningún saber sobre otro.

Esta propuesta de acabar con la tolerancia de la religión se podría entender en el contexto actual mundial como un ataque hacia el ciudadano y sus derechos a la libertad de expresión, pero no lo es. El proceso histórico que han tenido las creencias, si bien le han permitido al ser humano intentar darse explicaciones divinas sobre el mundo y el funcionamiento del universo como tal, han generado más dependencias y perjuicios desde todos los puntos de vista. El solo hecho de haber aceptado la religión y haberla legalizado implícitamente en la libertad de expresión en los derechos humanos y de cada país, presuponen una violencia simbólica, en tanto que esas creencias no son vistas por muchos de los ciudadanos como algo que atenta contra sus vidas, sino como algo que les da sentido, cuando en realidad es todo lo contrario: es innegable la estructura de poder político y económico que se esconde detrás del asunto. La falta de inversión económica significativa en educación es lo que contribuye al estancamiento de los ciudadanos.

¿Y porqué las religiones son perjudiciales y mis convicciones no están erradas? Hay que ver la historia sangrienta que hay tras los dogmas actuales de la gente. Muchos de esos individuos que practican el cristianismo, el catolicismo, y en general, sus movimientos religiosos derivados que se promueven en Colombia, no tienen idea de lo que ha sido su religión a nivel histórico; ejemplo de ello que, como lo expresa el escritor Fernando Vallejo: “la biblia es el peor enemigo de la biblia”, y uno de los casos para citar esa enemistad de ella misma, es: ‘’Si alguien tiene un hijo rebelde que no obedece ni escucha cuando lo corrigen, los sacarán de la ciudad y todo el pueblo lo apedreará hasta que muera (Deutoronomio 21:18-, 21)’’. Y como hay personas que se escudan que lo que está escrito –por mano del hombre–, en el Antiguo Testamento, es cosa del pasado, pues aquí les va algo más actual: ‘’si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a la esposa y a los hijos y a los hermanos y a las hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo (Lucas 14:26)’’.

Mi crítica va en contra de dos religiones, principalmente por su perjuicio tanto individual como colectivo, en contravía con el beneficio de los poderes económicos y políticos: la cristiana (y todas sus derivadas) y la musulmana; aunque hago más énfasis hacia la católica y todas las ramas de su ejercicio, porque son las que contradictoramente bajo la ‘’libertad y orden’’, y bajo la libertad de cultos en Colombia, es la única que se profesa en las instituciones educativas. Otra violencia simbólica.

Evidentemente habrá muchas personas que puedan ser cristianas o de otras religiones, y que pese a la carga histórica y brutal en sus espaldas de la violencia que sus religiones causaron, son personas que pueden practicar una vida de paz, amor y tolerancia con el resto de gente que le rodea. Sin embargo, de estas personas es de las que se alimenta su sistema: de las activas con las aparentes propuestas filantrópicas de su religión, pero pasivas con el compromiso sociopolítico para acabar en realidad con las empresas económicas.

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