Egan en campaña. Entre "el amor a patria" y "el amor al mala maña"

Egan en campaña. Entre "el amor a patria" y "el amor al mala maña"

Alguien dijo en Twitter "todo bien por Bernal pero Ineos tiene intereses en la realización del fracking en Colombia". Diferencia entre propaganda y accionar político

Por: Ethan Frank Tejeda Quintero
mayo 19, 2022
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Egan en campaña. Entre
Fotos: Flickr/Facebook

Listo, Egan ganó un Tour de Francia. Es políglota. Bien, pero, ¿su comprensión del país es del mismo tenor de la que pueden tener un Tino Asprilla con su amor por el esquema narco o un Carlos Vives con su insistencia de representar un país vacío para vender en chanclas y con pantaloncitos calientes? ¿Sus opiniones indican pasos futuros del tenor de los dados por María Isabel Urrutia, Willinton Ortiz y Pacho Maturana?

¿Él al expresar su apoyo ciego, entiende o está informado de la relación entre el exministro Lucena y el rector Sergista que evidencia la conversión del Ministerio del Deporte en un fortín burocrático del sector más brutista del país?

¿Él es consciente del abandono del programa olímpico que conllevó la transición Santos Duque? ¿Su toma de posición se hermana, en la defensa de los intereses de su firma patrocinadora, con la dedicatoria a "Don Miguel" que hiciera el Pitufo de Ávila tras marcar un gol que nos clasificó a un Mundial?

Qué tan consecuente es la declaración. Qué tan informada es una toma de posición. Esa siempre será una pregunta fundamental. ¿Por qué los afectos son héroes y los incómodos terminan condenados, aislados y/o olvidados como le pasó a Bernardo Tovar?

¿Por qué el interés por la adhesión de los deportistas de las disciplinas altamente esponsorizadas y la ignorancia de las posiciones de los practicantes de los demás deportes del ciclo olímpico? ¿Cómo opera la relación tendencia e historia en el campo del deporte?

Recuerdo aquella vez en la que Norfalia Carabalí, durante la realización de una nota televisiva, me mostró "la gran ayuda que recibía por parte del Estado": Dos tarros de Sustagen. Las muchas ocasiones que vi a Manjarrés o a Gancho entrenar pesistas en un subsótano del viejo Pascual Guerrero. Lejos de las condiciones óptimas y en medio del abandono se sembraba el metal olímpico. Leidy, Mabel, Óscar, Diego. Nombres que a la mayoría hoy ya no les significan ni frío ni calor.

De ahí que dejar la lectura de la relación entre la política y el deporte a los afanes de la actualidad sea un tremendo error. O sea cosa de sensacionalismo del estigma, caso dado de "La carta abierta a un mercenario" en la que John Carlin le reclama a Messi por sus negocios con los saudíes. Cosa compleja que muchos comprenden en el "plata es plata" y otros en la cordura que separa la labor diplomática de la gloria deportiva.

Ahí la configuración de lo noticiable y de lo por "explotar" en tanto a marketing político. El peso de la consecuencia entre el hecho y la anécdota. Hace poco, en una conversación con "comentarhinchas", escuché decir a Niche Guerrero: "El Palomo era el niño mimado de Pablo Escobar". Él explicó que Usurriaga no quedó por fuera de Italia 90 por un robo a la concentración de la selección en USA. Fue un malentendido con los permisos.

"Él no robó a nadie. Al Palomo le robaron un Rólex que Pablo le había regalado". Todo en medio de un entorno en el que el espectáculo y el misterio no desalojan al "alto rendimiento". En el que el abrazo del político y del duro puede determinar la titularidad. ¿En los otros entornos? Un campeón olímpico no se logra por decreto. El triunfo deportivo no siempre está hecho al beneplácito de los duros.

Así quieran convertir al deporte en la carne de su promoción de gestión, la definición de una nómina depende de marcas y de rendimientos. No es algo reductible en lo clientelar. Es por eso por lo que el medallista olímpico Óscar Figueroa siempre fue valiente al hablar. Siempre dispuesto al reclamo. A señalar los vacíos en las políticas y el equívoco en las decisiones. Así es como los del micrófono le rehuyen cada vez que no pueden reducirlo en propaganda.

"Mabel es muy difícil", decían algunos que sólo le dan estatuto a los que hablan en el tenor institucional. Estos casos muestran una relación con el Estado que conlleva el reconocimiento de lo que no funciona. No la vanagloria del " beneplácito de los peores".

Los deportistas del ciclo olímpico conocen de primera mano lo horrendo, lo injusto y lo indigno de los gobiernos. Ellos saben bien la compleja dialéctica que manejan los políticos en tanto a derecho y oportunidad. Por su parte, encaminada al liderazgo Afro, Urrutia fue Senadora, soportó los señalamientos propios de esa opción. No pudo ser alcalde por una combinación entre prejuicios y clasismos.

Incluso se se escuchó decir: "una negra que trabajó en Emcali no puede ser la primera autoridad de la ciudad". Todos estos relatos se disponen para comprender las diferencias de lo privado y lo público, del proyecto Estado Nación y de esa vaca renga que es "La patria".

Porque una cosa es optar por un proyecto político y otra abrazarse a la bandera. Por eso, es necesario distinguir la lectura de "la relación de los deportistas con la política" de la "relación de las figuras con los políticos". La voz de aquellos que pueden ser objetos de la presión del esponsor se convierte en noticia, pero se ignoran las declaraciones de quienes fueron afectados por lo pútrido de los gobiernos. Hace poco un twittero escribía:

"Todo bien por Bernal, pero Ineos tiene intereses en la realización del Fracking en Colombia". Ahí los "públicos" del espectáculo y las "poblaciones" dadas en un territorio. Leer esa circunstancia para el absolutismo conlleva la profunda tristeza por la denominada financiación tanto del alma como del logro humano. Así pues, para no caer en el total desasosiego, hay que separar la propaganda de la acción política. Es en ese sentido que viene bien analizar las tomas de partido. Y el uso mediático de estas. Más en campañas dadas entre la exaltación y la caricatura.

Bajo la certeza de que cuando se trata de tomar partido no hay que buscar respuestas en los entornos en los que no existe un compromiso político con las poblaciones y con los territorios que supere a la confusión entre los intereses privados, el interés general y el bien común.

Extravío en el que la propaganda cumple un papel principal, al presentar al deportista como al Hércules que puede derrotar a la hidra, o como el hecho a las experiencias vitales que dan la medida justa a las situaciones del país. Las figuras del deporte y del espectáculo en un inicio se deben comprender en tanto a su campo.

Pueden ir a más en lo político, pero eso requiere de la develación de sus visiones y versiones de mundo. ¿La relación de los interes de sus patrocinadores? El reconocimiento de sus orígenes y la exposición de sus inteligencias. ¿La lectura de las evidencias de su identidad y/o de la gratitud con aquellos que apoyaron desde lo privado su éxito deportivo? La siempre compleja relación entre el sujeto político y el referente nacional. Algo que no es del tenor del alto rendimiento o del éxito comercial. Ser "un berraco" no conlleva legitimidad es cuestiones políticas.

"Un duro" puede hinchar por los brutos o ser un bruto en sí mismo. La relación entre los deportistas y los Estados reaccionarios está llena de historias. Famoso es el uso propagandístico que hiciera Mussolini del triunfo de la Azurra en los mundiales de fútbol. Mucho se sabe de las expresiones de Rene Orlando Houseman que no podía soportar que un triunfo deportivo fuese puesto al servicio de la dictadura militar.

También hay historias importantes de deportistas enfrentando a los regímenes. Muchas crónicas hay del heroísmo de Jesse Owens ante Adolf Hitler o del triunfo olímpico en Waterpolo de Hungría ante la Unión Soviética en los olímpicos del 56. Igual de importante, aunque no ocupe titulares de prensa, la lucha de los practicantes de Ultimate por el derecho al territorio en Cali. Todos estos relatos muy distantes al "Egan va por Fico".

Que la derecha reaccionaria quiere presentar como el voto que vale un millón de votos. En este instante de nuestra historia será asumido al patetismo aquel que tome una opción política porque una estrella optó públicamente. Con las condiciones de sospecha que debe generar toda manifestación pública de la intencionalidad de voto. El voto es secreto, personal e intransferible.

Todo el que lo publique se convierte en activista político. Ante una idea tan simplr, se ha aclarado que la necesidad de cambio también conlleva entender los orígenes de nuestra confianza o fiabilidad. Ya no es tiempo de mostrarle las muelas al de la tienda y preguntar: ¿vos que pensás de esta caries? A no ser que él sea un tegua, un dentista o un estudiante de odontología.

La confianza en los criterios políticos de un deportista o de un cantante pop generalmente deben asumirse de manera pasional o de forma supersticiosa, si no hay evidencia de una posición consecuente, intencionada o informada. Ah, eso sí, ellos tienen derecho a votar por quien les dé la gana. Asumir los liderazgos que quieran. Grave sí sería que se llegara a comprobar el que recibieran dinero o prebendas por su adhesión.

Ahí la sospecha siempre será un lastre. Mientras tanto, antes de que afloren los contratos que benefician a x o a sus famoliared, lo que sí podemos hacer es el análisis del discurso y de los argumentos: Bernal manifiesta: A)

"Estoy con el pueblo, vengo de abajo y he escalado muchas montañas para llegar hasta donde estoy". En esta enunciación varios atavismos que entraré a explicar:

1) El pueblo, una sustantividad de lo colectivos que ya Hardt y Negri explicaron como "control de lo diverso", unificadora de una forma que sólo se comprende a la luz de los nacionalismos populistas;

2) "Vengo de abajo", esa imagen es la continuidad de un esquema del vasallaje propio de modelos medievales, el que asume su origen a "lo bajo" acepta una distribución piramidal que no está en disposición de cuestionar;

3) escalé montañas, dicha imagen asume la emergencia al arribismo y dispone el logro deportivo como argumento político. Así pues, en el enunciado no hay argumentos, sólo descripciones de sí que no sustentan una posición política. En su segundo trino expresa: B) "No se puede sembrar más odio". La expresión conlleva un hálito de superioridad moral que es insostenible. Máxime cuando se dispone en función de un candidato cuyo único propósito parece ser denigrar de quienes no piensan como él. La campaña de Fico es odiosa.

Ha recorrido el país en el alarde de formas traqueteriles que hacen uso del "al pan pan" y "las cuentas claras y el chocolate espeso". En la propagación del imaginario del caminero, el cuchillero y el camaján. Ha sembrado odio asumiendo a lo "criminal" a los votantes del Pacto Histórico. No existe grandeza en casi ninguna de las manifestaciones de Gutiérrez.

Ni siquiera ponderación o neutralidad. Por eso, pagarlo con un: C) "tiene la virtud de unir"o es un gesto de cinismo, oportunismo o insufrible inocencia. Que se hace patética con la expresión: D) "Creo que nos merecemos un cambio". ¿Saltó del lote a ser tribuno o Arley está completamente desconectado de la realidad del país político?

En dicho eslogan la evidencia de que Bernal se encuentra comprometido de manera directa con el continuismo que pretende travestir. De ahí que los efectos de los trinos no valgan más que como bagatela o bobería: 1) "odio de clases" -él seguro no vio a las emergencias mafiosas disparando a los estudiantes en Cali durante el estallido social-;

2) "la relación entre jefes y empleados" -seguramente no vio a la gente de Vélez costriñendo a sus empleados, no supo de la clausula Petro, no leyó a los de Colanta en su perorata "de buena voluntad", no vio la entrevista con un "empresario de alto riesgo" de apellido Araújo-; 3) "el avance dado entre todos", que no es más que una frase vacía para una clase política mafiosa, aporofóbica y criminal. De tal manera, más allá del negocio de la opinión de Bernal, bienvenidos los deportistas en política. Aportando su saber, su experiencia, su disciplina.

No como parte de la propaganda, una declaración del voto de una figura no es la adhesión de un partido o de una fanaticada. Por Egan el respeto por ser aquel primer colombiano que ganó un Tour de Francia. Con la claridad de que lo hizo para su equipo -ya es tiempo de dejar de pensar de manera acrítica que los deportistas esponsorizados representan "patrias"-.

A él ahora lo asumimos a la estrella del deporte que es. Su sujeto en la participación política y clientelista apenas empieza a contarse. Con los años tendremos elementos para el análisis. Por ahora queda lo estólido de la frase:"vamos a unir a Colombia". ¿En ella un caso más del deporte al servicio del absolutismo?

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