Economía naranja y el mes del artista

Economía naranja y el mes del artista

Los trabajadores del mundo cultural, olvidados por los gobiernos, buscan en su mes reivindicar su lucha por mejores condiciones

Por: Ariel Peña González
octubre 08, 2018
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Economía naranja y el mes del artista
Foto: Pixabay

Durante la campaña electoral Iván Duque, actual presidente de la República, prometió el fortalecimiento de la economía naranja, que es la industria de la cultura creativa y de la felicidad, que en Colombia representa cerca del 4% del Pib y el 6% del empleo. Eso significa que los trabajadores del arte tendrán un importante protagonismo en los próximos años por ser titulares de la actividad cultural en los diferentes ramos, enmendándose así la deuda social que el Estado tiene con los artistas, por lo que hay que estar atentos, esperando el cumplimiento de las reivindicaciones prometidas para los creadores y gestores culturales.

Las organizaciones afiladas a la federación sindical Utrecol (Unión de Trabajadores Colombianos del Espectáculo y la Comunicación), que hace parte de la CGT, en octubre de 1977 conjuntamente con Acotv (Asociación Colombiana de Televisión), sindicato que agrupaba a los trabajadores del desaparecido Instituto Nacional de Radio y Televisión (Inravisión), proclamaron a octubre como el mes del artista colombiano, buscando principalmente la dignificación de una profesión en donde solamente se veía por parte del Estado los homenajes póstumos.

Sin embargo, en la actualidad la seguridad social de los trabajadores del arte sigue siendo una quimera, incumpliendo los artículos 70 y 71 de la constitución, que ordena estímulos a personas que ejerzan esa actividad. Y aunque la Unesco y la OIT reconocen que los artistas son trabajadores y que los Estados les deben brindar la protección social requerida, viendo el panorama se debe reflexionar profundamente sobre el asunto. La mayoría de exponentes de nuestra cultura, que han dedicado su vida en favor de las expresiones musicales, escénicas, plásticas y literarias, entre otras, viven una difícil situación social y económica, especialmente si son mayores. En consecuencia, urge que se cumpla con la pensión vitalicia de los artistas al llegar a la edad de jubilación con los recaudos de la estampilla Procultura y recursos públicos, beneficiando a la totalidad de creadores y gestores, ya que esto sería un acto de elemental justicia, materializándose el decreto número 2012 del 30 de noviembre de 2017.

Por otro lado, cabe anotar que el arte y la cultura jamás deben de estar al servicio de regímenes totalitarios como el fascismo, el nazismo y el comunismo, que los han utilizado para sacar provecho político, ignorando su condición libre, independiente, creativa y espontánea. Por ello no se pueden convertir en apéndice de partido o movimiento político alguno, pues la manipulación burocrática rompe con el encanto de la belleza en la expresión espiritual artística, que busca la comprensión, la tolerancia y la hermandad entre los pueblos, aspirando a un mundo mejor, contrario a las dictaduras y las violencias practicadas por la estafa comunista del marxismo-leninismo que envilece a las naciones.

El arte y la cultura han sido en muchas ocasiones doblegadas por el mercantilismo desde hace siglos, pero por ello no se puede ignorar su condición libertaria, mostrando de manera nítida la estética como una expresión noble del ser humano que añora la felicidad mediante la generosidad de su creación. Al igual que el científico el artista al realizar su obra le da a las personas alegría y bienandanza.

No podemos olvidar que la perorata comunista acerca de que todo tiene su sello de clase es una invención para engañar incautos, ya que hay que reiterar que las clases se encuentran en los animales y plantas, pues los seres humanos somos únicos e irrepetibles y lo que existe son niveles socioeconómicos, por lo tanto el arte y la cultura no son patrimonio político de nadie, ya que la libertad es su condición sagrada, porque su humanismo le trae esperanzas a la tierra al repudiar con su acción creativa a la xenofobia, el racismo y la homofobia, lastres que todavía desgraciadamente persisten en algunos lugares del planeta, pero que tendrán que superarse mediante el trabajo de la ciencia, el arte y la cultura.

Para cerrar, se debe hacer énfasis acerca de que la inmensa mayoría de las organizaciones sindicales del arte, la cultura y el espectáculo en el país se encuentran afiliadas a la Confederación General del Trabajo (CGT), entidad de tercer grado que siempre ha dado muestras de solidaridad con los trabajadores de un sector que ha sido olvidado por los gobiernos, pero que aspira más temprano que tarde a lograr sus reivindicaciones, comenzando por la dignificación de su profesión mediante la seguridad social, acorde con quienes han sido los mejores representantes de la identidad nacional, que indiscutiblemente son los artistas.

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