Dos Locombias
Opinión

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Hemos asistido pasivamente a las noticias que dan cuenta del asesinato del día y la población civil comienza a salir a las calles pidiendo el fin del exterminio

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julio 08, 2018
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Hay un plan maquiavélico y sistemático desde hace pocos años tendiente a la eliminación física de todo aquel que llegue a levantar la voz más de dos decibeles  dentro de aquella terrorífica Colombia que ha vivida alejada del poder central en el curso de la historia sumida en el físico abandono y más ahora cuando quienes tienen el poder son aquellas mafias de la coca y la minería ilegal.

Y hemos asistido pasivamente a las noticias semanales que dan cuenta del asesinato del día y ya el asunto toma tintes inquietantes y buena parte de la población civil de la otra Colombia donde se encuentran las grandes ciudades comienza a salir a las calles pidiendo el fin del exterminio.

Y mientras, el gobierno saliente se hace el de las vista gorda y en vez de hacer silencio sobre el tema como lo hace blablablá Santos, designa a su ministro de Defensa para que como su portavoz ofrezca un diagnóstico de la situación y este, en vez de tomarse las cosas en serio y parafraseando al gran Charles Chaplin, solo le dice a la ciudadanía “Un día sin risa, es un día perdido”, para soltar acto seguido su teoría de la situación que solo produce risas tristes.

 

 Los asesinatos se producen por líos vecinales y de faldas
se atreve a afirmar Mindefensa,
y lo dice tan tranquilo, pasando de página y volviendo a otro tema

 

Los asesinatos se producen por líos vecinales y de faldas se atreve a afirmar, y lo dice tan tranquilo, pasando de página y volviendo a otro tema.

Y de todo esto solo hay un directo responsable, el presidente Juan Manuel Santos quien, aun con los diplomas noruegos que decoran sus salones y contrariando los principios que deben acompañar a un estadista, solo deja entrever en su silencio que secunda las afirmaciones demenciales de su ministro, siendo incapaz de ver que el mundo de la coca se le subió a los hombros y todo hará (salvo actuar) para que el mundo siga pensando que fue el hombre que le trajo la paz al país. No nos olvidemos que cuando ocurrió lo de los falsos positivos (y lo decimos como algo del pasado muy lejano), el ministro de Defensa del señor Uribe era el mismo Santos quien en su momento también habrá pensado que un día sin risa es un día perdido.

Otro que calla en la materia es el presidente entrante, que habla del tema como si fueran actos esporádicos, el que la hace la paga, dice impávido, como si no hubiera una maquinaria detrás de cada asesinato, lo cual nos lleva a deducir que los problemas de las mafias allá en la otra Colombia son asuntos menores o triviales y solo hay que pararle bolas a las millonadas de billetes que estas actividades generan.

Vemos la posición de la máxima autoridad (al menos de la Colombia de aquí), su silencio soterrado mientras recibe nuevas flores de Oslo y solo me cabe recordar aquella máxima del inolvidable Groucho Marx cuando nos dice que es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente.

 

Y hablando de…

Y hablando de seriedades, qué bueno sería que las “autoridades” oyeran nuevamente el audio de aquel señor que amenaza a la maestra: “Usted sabe que acá asesinamos al que nos dé la gana”.

Y sí, allá los que mandan son otros.

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