Diez mitos sobre nuestra independencia

Diez mitos sobre nuestra independencia

Ni los españoles eran tan esclavistas, ni Bolívar tan progresista.

Por: JOSE ALVAREZ CARRERO
agosto 08, 2014
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Diez mitos sobre nuestra independencia
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1. “La Independencia se dio en 1810 por influencia de los ideales de libertad pregonados por la Revolución Francesa”:

 

Falso, en ese momento la península española estaba casi en su totalidad invadida por tropas francesas y los criollos (descendientes de los españoles que hicieron la conquista) se sublevan precisamente para seguir siendo fieles a Fernando VII quien en ese momento era prisionero de Bonaparte. Esas revueltas se dan ante el miedo de que esos ideales de libertad pregonados por los franceses contagiara a las autoridades virreinales y terminaran aboliendo el negocio de la esclavitud, a través de los cuales los criollos mantenían sus fortunas

2. “Los Españoles se robaban la plata y el oro y por eso se dio la independencia”:

Colombia nunca fue ni ha sido productor de plata, ni antes de la conquista, ni durante la colonia o posteriormente, y la producción de oro comparada con la de Perú o México, fue mínima. En todo caso, los españoles que embarcaban para América, nunca regresaban a sus tierras, se quedaron y son los antepasados (junto con los indígenas) de los actuales colombianos, mexicanos, venezolanos, etc. Entre los españoles que durante el periodo colonial llegaron a América, había personas ricas o que se enriquecieron durante la conquista, cuyos descendientes siguieron siendo ricos después de la independencia y aún siguen siéndolo, ocupando los puestos de poder en los actuales países americanos; también había españoles pobres, que siguieron siendo pobres y que –a diferencia de colonias como las inglesas donde exterminaron a los nativos- se mezclaron con indígenas, siendo los antepasados de la mayoría de colombianos. Los recursos fueron saqueados por ancestros de las castas políticas que aún hoy están en el poder.

3. “Con la independencia se obtuvo la libertad”:

Es común que en las escuelas enseñen que “la libertad de Colombia se alcanzó el 20 de julio de 1810”. No obstante, si bien la independencia se dio desde 1810, y se reafirma en 1821 con la Constitución de Cúcuta, la cual mantuvo la vergonzosa institución de la esclavitud. Mientras para la fecha, en la península española la esclavitud ya se había acabado de facto y jurídicamente se haría casi dos décadas antes que en lo que hoy es Colombia (allí en 1837, en Colombia hasta en 1851). En Colombia solo se pudo abolir la esclavitud luego de vencer la resistencia férrea de esclavistas como Julio Arboleda y su hermano Sergio Arboleda, siendo necesario que el Estado “compensara” con astronómicas sumas monetarias a los terratenientes propietarios de esclavos. Lo que sí es verdad, es que la mayoría de esos defensores de la esclavitud fueron militares destacados del “ejército patriota”.

4. “Los Indígenas derrotaron a los españoles”:

Si bien en las tropas de Bolívar pudiera haber algunos indígenas, la lucha que se dio entre 1810 y 1821 fue muy distinta a la que dieron durante la conquista los heróicos combatientes de La Gaitana, los Laches, o los caribes. Luego de 300 años de haberse incorporado los territorios americanos a la corona española y ante los contantes abusos de los criollos, la posición de la mayoría de indígenas fue muy diferente. Así, los territorios con mayoría indígena como Pasto fueron los más difíciles de doblegar, a incluso hasta 1823 seguían apareciendo guerrillas de nativos como la comandada por Agustín Agualongo, quienes seguían reivindicando ser españoles y únicamente reconocer a las autoridades peninsulares como las legítimas. Así mismo, indígenas como el cacique de Mamatoco, quien fue oficial del ejército español a las órdenes de Pablo Morillo. Entre tanto, más de la mitad de soldados que combatieron al lado de Bolívar (se estiman unos 8.500) eran Ingleses y mercenarios de diferentes países europeos enrolados en la Legión Británica a cambio de una “paga” que sería dada con cuantiosos empréstitos que adquirió el naciente Estado de manos de los ingleses, naciendo así la República endeudada hasta los tuétanos con sus “aliados”.

5. “Los indígenas eran esclavos de los españoles”:

Decir que la conquista fue pacífica sería no solo faltar a la verdad, sino también deshonrar la memoria de heroicos combatientes como Cuauhtémoc en México, La Gaitana en Colombia o Atahualpa en Perú. No obstante, durante la Colonia hubo una convivencia relativamente normal entre indígenas y blancos. Así, a diferencia de las colonias inglesas o francesas donde los indígenas no solo siguieron siendo exterminados sino que se les aisló, en el imperio español los nativos se mezclaron con los peninsulares, dando lugar al mestizaje que hoy caracteriza a la nación hispanoamericana. Si bien al principio existieron instituciones típicas del modo de producción feudal como la mita y la encomienda, estas dejaron de existir mucho antes de la independencia, ya que a la Corona le interesaba la protección de los nativos no por un gesto humanitario, sino porque con su trabajo pagaban un impuesto llamado “tributo de indios” el cual iba directo a las arcas del monarca a cambio de protección ante el abuso de los criollos. Para 1810 eran aún numerosos los pueblos de indios y los resguardos, los cuales misteriosamente desaparecierían junto con sus habitantes unas décadas después ¿Qué pasó con ellos?, es un interrogante sobre el cual la historia oficial aún no da una respuesta.

6. “Los indígenas eran tratados como inferiores a los españoles”:

las diferencias de clases son inherentes a la existencia de la propiedad privada sobre los medios de producción. No obstante, en 1811 la Constitución española promulgada en Cádiz ratificó en el artículo 5 y 18 que los indígenas eran también ciudadanos españoles, al igual que los mestizos, los criollos, y en general “todos los hombres libres nacidos y avecinados en los dominios de las Españas y los hijos de estos”. Después de que se promulgó esa norma, los criollos deciden romper cualquier vínculo con la península, y en pocos años las consecuencias eran visibles: Los indígenas perdieron sus resguardos, pasando sus tierras a las castas criollas, como también pasaron a su poder la mayoría de baldíos, los ejidos municipales etc. Esa situación llevó a que por ejemplo, los Muiscas que eran más del 60% de población de la sabana de Bogotá para 1810, misteriosamente dejaran de existir unos pocos años después, en tanto que la brecha entre los antiguos “criollos” y los mestizos se fue haciendo cada vez mayor durante la formación y consolidación de la nueva República.

7. “Bolívar luchó contra el imperialismo”:

Imperio no es sinónimo de imperialismo, pues mientras imperio hace referencia a un dominio político que se ejerce sobre una extensión territorial donde habita una diversidad de pueblos y ha existido desde la antigüedad, imperialismo es un concepto económico que solo va a aparecer a finales del siglo XIX y que se va a dar por el desarrollo de las fuerzas productivas donde su actuar desborda las fronteras nacionales. Así, “Imperialismo” es sinónimo de capitalismo monopolista, y este solo se dio después de la crisis económica inglesa de 1871. Esa necesidad de abrir mercados llevó entre otras cosas al reparto de África en 1885 y sería el germen de la Primera Guerra Mundial hace 100 años.

8. “A los españoles les interesaba mantener la esclavitud”:

Falso, los menos interesados en que esa institución se mantuviera eran los peninsulares, pues su incipiente industria que empezaba a surgir especialmente en Cataluña y el País Vasco necesitaba mano de obra y consumidores libres, que pudiera manejar dinero para que a la vez pudieran ser compradores de sus productos. ¿Qué ganaba un campesino de Castilla con que un terrateniente criollo del Cauca tuviera 200 esclavos en alguna de sus haciendas? .

9. “El humanismo de los independentistas contrasta con el salvajismo de los españoles”:

Sin duda alguna, personajes como Pablo Morillo cometieron actos crueles contra los sublevados independentistas. No obstante, decir que las tropas independentistas fueron menos crueles es más que descabellado. Así, declaraciones como la hecha en el “Decreto de Guerra a Muerte” donde se amenaza con asesinar a la población peninsular que fuera neutra, hoy sería más que una instigación al genocidio. Tampoco ha de olvidarse que el reclutamiento infantil fue inaugurado por las tropas independentistas o ¿Qué explica que Pedro Pascasio Martínez, un niño de solo once años, hiciera parte del ejército de Bolívar cuando capturó a Barreiro el 7 de agosto de 1819? Igualmente ha de tenerse en cuenta hechos como los fusilamientos en Ventaquema el 8 de agosto de los prisioneros capturados el día anterior en la Batalla del Puente de Boyacá, o el acto más cruel de todos, la masacre de “La navidad negra” en 1822 cuando entre el 22 de diciembre y el 26 del mismo mes, los ejércitos independentistas asesinaron a cuchillo a miles de pastusos, incluyendo mujeres y niños, por el único hecho de no haber secundado a los terratenientes que se unieron al ejército de Bolívar.

10. “Santander era de Derecha y Bolívar era de Izquierda”:

Este mito se ha construido especialmente durante la segunda mitad del siglo XX, a pesar de que hasta ese momento Santander había sido considerado el precursor del liberalismo (izquierda en el siglo XIX) y de que la imagen de Bolívar siguiera presidiendo cualquier acto protocolario del Partido Conservador (Derecha). No obstante, si se analiza la vida de los dos caudillos se puede ver grandes diferencias ideológicas a pesar de que sus orígenes de clase sean los mismos: Familias de terratenientes criollos, descendientes de españoles que hicieron fortuna en el nuevo mundo. Aun así, puede verse como Bolívar no solo encarnó una ideología de férreo centralismo, como los plasmó en la Constitución Boliviana o en el Decreto Orgánico de la Dictadura, sino que además, tuvo posiciones cuestionables como fue el acercamiento excesivo a la corona inglesa y francesa, e incluso, según muchos historiadores lo han planteado, el intento de buscar entre los Habsburgo –Casa reinante en Austria y antigua familia que dominó España hasta la segunda mitad del siglo XVIII- a un candidato para que viniera a reinar entre los nacientes Estados Americanos.

En cuanto a Santander, durante la segunda mitad del siglo XX se le ha hecho un juicio histórico y se le ha condenado con análisis muy válidos para juzgar la historia del siglo XX, más no la del siglo XIX: Ser librecambista y su proximidad con EEUU. Al respecto solo cabe preguntar ¿acaso no fueron los Estados Unidos durante finales del siglo XVIII y comienzos del XIX  la vanguardia revolucionaria del mundo? ¿no era acaso un avance el modelo capitalista y republicano allí existente, frente al aun semifeudal y monárquico que se restauró en Europa después del Congreso de Viena? ¿No es exagerar cuando se le tílda de leguleyo y defensor del status quo? . Para el momento, los dos representaron intereses de familias poderosas, a las que les interesaba mantener un régimen conservador y semifeudal, amenazado por los movimientos liberales que se fortalecían en España, en un imperio que no necesitaba revoluciones de independencia, sino una revolución republicana, que removiera las bases sociales y revolucionara el anquilosado modo de producción. Eso ninguno lo hizo.

Si de hablar de progresismo se trata, de los seguidores de Bolívar saldrían los fundadores del Partido Ministerial, fundador más tarde del Conservatismo, mientras que de los amigos de Santander saldrían los liberales, defensores acérrimos del Libre Mercado. El único héroe progresista de esa generación, no ocupó ningún puesto de relevancia ni con Santander ni con Bolívar, y cayó pronto al olvido: José María Melo, el primer indígena que llegó a ser Jefe de Estado en un país americano, intentando hacer las verdaderas reformas que necesitaba el país, frente al cual tanto liberales como conservadores aunaron esfuerzos y pusieron sus intereses de clase por encima de su ideología y en tan solo 10 meses no solo lo derrocaron, sino que desterraron a sus más fieles seguidores a las selvas de Panamá, donde morirían víctimas de enfermedades como el paludismo o la fiebre amarilla.

 

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