Devastación y masacre por expansión de la pandemia en medio de un "paro nacional"

Devastación y masacre por expansión de la pandemia en medio de un "paro nacional"

"Se perdió la mayor parte del esfuerzo e inversión de los ciudadanos asertivos por cuenta de unos cuantos reactivos o reaccionarios"

Por: FABIO ARÉVALO ROSERO MD
junio 22, 2021
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Devastación y masacre por expansión de la pandemia en medio de un
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

La cuarentena en Colombia tuvo resultados significativos, era necesaria para evitar un exterminio de más de quinientos muertos diarios y en principio se logró el objetivo. Posteriormente se establecen medidas de aislamiento preventivo con limitación para colectividades y normas de autocuidado. Un buen sector de la población las cumple evitando el contagio exponencial que podría terminar en catástrofe con más de quinientos vidas diarias perdidas. Se logró bajar a dos mil infectados y menos de 100 decesos diarios (75) en marzo de este año. Se preveían picos en abril y una ola para mayo que llegara hasta doscientos y en el peor de los casos trescientos decesos día.

El proceso en el país venía con manejo adecuado con el apoyo de la comunidad científica, que el gobierno escuchó salvando miles de vidas, evitando el crecimiento geométrico de la pandemia. De allí los reconocimientos hechos al país por la OMS y la OPS. Se inició el proceso de inmunización, especialmente de las franjas más vulnerables (personal sanitario y mayores de 70). El resultado de la vacunación es satisfactorio, uno de los mejores del continente y ha servido para evitar miles de muertes, de lo contrario nos exponíamos a perder más de 500 vidas diarias.

A pocas semanas de iniciarse la aplicación de los biológicos, los mayores de 70 años dejaron de ser población de riesgo. Hoy la mayoría de contagiados y muertos son jóvenes y adultos menores de 60 que hacían parte de la franja menos vulnerable. Significa que la vacunación en Colombia funcionó, cumpliendo metas previstas. Al contrario de otros países como Chile donde la mayoría de vacunas aplicadas fueron la china Sinovac. Hoy tienen una población vacunada mayor a Colombia, pero la efectividad es cuestionable hasta el punto de contemplar una cuarentena dura, recomendación urgente del Colegio Médico de Chile.

La vacunación en Colombia nos llenó de esperanza y optimismo, nos estábamos recuperando y la pandemia parecía controlarse, incluso en el mediano plazo. Pero llegó la última semana de abril y a pesar de una orden judicial, más aún de la evidencia científica, unos indolentes que se dicen “líderes” promovieron un paro con protestas desordenadas que terminaron en estallido social. Coincidencialmente se perdieron de un tajo los efectos de la cuarentena, los múltiples tumultos, aglomeraciones y manifestaciones afectaron las medidas de bioseguridad. Más aún con bloqueos y supuestas “mingas” con hacinamientos insalubres que están vedados aún sin existir pandemia.

El “Comité del COVID-19”

El precandidato Petro en una de sus “alocuciones” azuzó a la población a salir masivamente, a no usar autos, ni transporte colectivo, a no beber gaseosas (tal vez lo que más consumen sus manifestantes), etc. Una vez vio los resultados desastrosos, lo negó e intentó oponerse a los bloqueos. Ya era tarde, el daño se había consumado. De forma oportunista convocó a una marcha de un millón de personas y no aparecieron veinte mil, que además eran los mismos que hacían parte de la protesta establecida. La alcaldesa de Bogotá Claudia López se disgustó y llamó al Comité del paro el “Comité del COVID-19”. La expresión lo dice todo.

¿Qué podía esperarse de todo esto? La potencialización de una pandemia que pudo controlarse. A partir del 5 de mayo, se nota el disparo en contagios y muertos diarios, entre 8 y 10 días de inicio de los desórdenes. En medio del “paro nacional” se produjo una explosión no solo social sino insalubre que aumentó el número de infectados y muertos. En medio de bloqueos tumultos, manifestaciones desordenadas y hacinamientos poco higiénicos, la pandemia recrudeció como no lo había hecho antes. Se perdió el respeto, el miedo y el esfuerzo de un año.

Lo que es peor, el número de víctimas se multiplicó en medio de las conflagraciones. Si preveíamos máximo 200 o 250 muertos diarios para mayo, la cifra se duplicó. Llegamos hoy a contar más de 300 muertes que nunca debimos tener de no ser por descuidar las medidas sanitarias o por irresponsables aglomeraciones Un trino (imagen adjunta) de la usuaria Isabel (@G_ISABELRS), lo explica: “Conozco un estudiante de 32 años, que llevaba 20 días en manifestación, ayer enterró a su padre que murió por Covid, acaba de fallecer su abuela y tiene en UCI a su madre, el Hij…… vive con ellos y lo mantenían con la pensión que ambos ganaban por el magisterio”. Tal vez sea una buena descripción sobre este paro. Lo que más se temía llegó: más de 500 muertos diarios. Se acabó el ahorro.

Se perdió la mayor parte del esfuerzo e inversión de los ciudadanos asertivos por cuenta de unos cuantos reactivos o reaccionarios. ¿Lo que ha ocurrido no es un genocidio? En 50 días son unas 10.000 muertes que nunca debimos tener por indisciplina y displicencias de todo orden que llevó al "hipercontagio". Sobre ello ni se inmutan los supuestos promotores. Se presentaron bizarros conciertos sin medidas de bioseguridad, donde gozaban representantes de Fecode. Al ser llamados a laborar, salen a llorar por las medidas de bioseguridad, eludiendo el trabajo presencial. Cuando se anuncia cierta reactivación económica, los mismos promotores se oponen por cuenta de las medidas de bioseguridad irrespetadas en el último mes y medio. Es la hipocresía que desnuda intereses ocultos de estas acciones.

Significa de acuerdo con las declaraciones de un directivo de Fecode que las motivaciones del paro eran esencialmente políticas y no reivindicativas de unos derechos. El paro en medio de una pandemia, era más un acto de oposición al gobierno de turno, lo que viene aconteciendo hace décadas y Duque no es la excepción. Tristemente son movimientos ideologizados, que en este caso tuvieron ingredientes que lo convirtieron no contra el gobierno y los ricos, sino contra el pueblo, la sociedad civil y los de a pie, que hoy pagamos las consecuencias.

Bloqueos y demás actos vandálicos similares y criminales, causaron durante mes y medio una de las peores recesiones económicas de los últimos años. Se calculan unos 10 billones en pérdidas, cerca de medio millón de desempleados, millones afectados que hoy pasan necesidades extremas de pobreza y miseria. Miles de empresas en crisis y quebradas; la mayor parte de la sociedad civil colombiana atropellada y vilipendiada en sus derechos fundamentales. ¿Y ahora quién responde por la expansión brutal de la pandemia y sus nefastas consecuencias?

El tristemente célebre comité del paro (comité del COVID-19, según Claudia López) no representa al país. Son unos anacrónicos y arcaicos dirigentes con trasnochados discursos que repiten contra cada gobierno (cambian el nombre del presidente). Son patéticos sindicalistas del siglo pasado con intereses para su sector. La clave la dio uno de los directivos de Fecode, desnudando los verdaderos objetivos del paro: intereses políticos y electoreros, no causas sociales por la gente.

El meollo del asunto y para la misma CIDH no debería estar en investigar y buscar responsables de la pérdida inútil de miles de vidas por promover la aceleración de la pandemia. Igualmente, la masacre laboral provocada por los bloqueos, recesión de la cual tardaremos décadas en recuperarnos. Los gremios ya anunciaron demandas contra los gestores de esta crisis, porque para los emprendedores y empresarios quebrados no ha sido tanto por la pandemia, sino por un paro mal concebido y gestado.

Apostilla. Algunos gobernantes tal vez ideologizados o por hacer oposición, se quedan cortos al intervenir los desmanes, la violencia y el vandalismo. Un trino del alcalde de Cali confirmaría, que contrario a las medidas del gobierno, estaría a favor de los bloqueos ("Bloquear es algo precioso", imagen adjunta). Intentó corregir con algo infantil, pero acabó reforzando su opinión, lo cual además de la pusilanimidad, podría enredarlo judicialmente. Cali tiene las UCI colapsadas, por cuenta de permisividades ante la pandemia. Hoy los pacientes enfermos se mueren en las puertas de los hospitales o anónimos en sus casas, porque el personal de salud no da abasto. ¿Por ellos quién grita "nos están matando"? ¿Y esos derechos humanos esenciales quién los defiende?

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