La distribución de la tierra es un problema histórico y estructural en América Latina; desde hace dos siglos este tema como ningún otro ha provocado guerras, desplazamientos, conflictos sociales, hambre y desigualdad. “La Tierra para quien la Trabaja” reivindicaba Emiliano Zapata durante la revolución mexicana. Fue también una de las causas que originó el conflicto armado interno en Colombia hace ahora más de medio siglo y la que marcó el comienzo del Movimiento Sin Tierra en Brasil en 1970.
El recientemente fallecido Fidel Castro es su famoso alegato “La Historia me absolverá” de 1953 ya planteaba el problema de la distribución de la tierra y la de Reforma Agraria de mayo del 1959 fue una de sus primeras leyes.
La situación no ha mejorado desde entonces. Como señalamos en el informe Desterrados que lanzamos hoy, el 1% de las fincas acapara más de la mitad de la superficie productiva. Es decir, este 1% concentra más tierra que el 99% restante. Esta situación no ofrece un camino para el desarrollo sostenible, ni para los países, ni para las poblaciones. Es una desigualdad sin precedentes cercanos.
Movimientos sociales como CLOC-Vía Campesina, CAOI, COICA o REMURIC, llevan años reivindicando una distribución más justa de la tierra que permita reducir pobreza y desigualdad; estas reivindicaciones, estos no han sido escuchadaos sino por el contrario han sido criminalizados y asesinados por sus demandas.
Oxfam lleva desde hace más de 50 años apoyando a comunidades indígenas y campesinas en la defensa de sus tierras y territorios para poder alimentarse, llevar a sus hijos a la escuela y vivir acorde a su cultura. En este tiempo hemos visto la pobreza y exclusión que han sufrido en países como Guatemala, Honduras o Perú. Familias con hambruna severa conviven cercados por plantaciones de soya que utiliza la más alta tecnología para su producción en Paraguay. La mayor pobreza con la mayor riqueza conviven juntas.
La problemática de la desigualdad es un desafío global que nadie cuestiona. En América Latina la reducción de la desigualdad pasa indudablemente por la distribución de la tierra y el momento de abordar este reto es ahora. Mientras más aumenta la desigualdad menos confía la gente en el sistema democrático. No solo está en juego la calidad de la demacraría, sino su permanencia.
La región y el planeta viven momentos convulsos y de incertidumbre. Es así el momento de tratar de abordar los grandes retos que la región enfrenta para que la resignación no lleve a niveles mayores de conflictividad. El momento es ahora.
Hacemos un llamado a las instituciones internacionales más influyentes que trabajan en la región, gobiernos y empresas a situar el reto de la desigualdad en el acceso y control de la tierra en el centro del debate sobre cómo reducir la desigualdad económica y social en la región, y redoblar los esfuerzos por redistribuir la tierra.
*Director de programas de Oxfam para América Latina y el Caribe.
