Departamento de Nariño, ¿los mismos con las mismas?

Departamento de Nariño, ¿los mismos con las mismas?

"El hambre y la indignidad eligen, mientras la mermelada se escurre por entre las baboseantes manos de unos cuantos e indignos elegidos"

Por: Pablo Emilio Obando Acosta
febrero 13, 2018
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Departamento de Nariño, ¿los mismos con las mismas?
Foto: Nariño Info

“Adam Smith, considerado uno de los padres de la ciencia económica manifestó en su época que “ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz, si la que es con mucho la más numerosa de sus partes, vive pobre y miserable”. Es por eso que sacar del estado de postración en que se encuentran las dos terceras partes de la población nariñense, requiere no solamente de recursos financieros, sino, además, de una gran dosis de imaginación, asociatividad y cooperación social. Nariño cuenta con estos últimos activos, pero se requiere de voluntad política para que los recursos se prioricen mediante procesos de participación ciudadana, y sean amplias las posibilidades de lograr dicha sociedad deseable” —DNP.

De acuerdo a informes y estudios realizados por Departamento Nacional de Planeación y el PNUD “El departamento de Nariño enfrenta retos importantes en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El objetivo principal es trabajar por la reducción de los actuales niveles de pobreza y miseria existentes en el territorio; por debajo de la línea de pobreza se encuentra más de la mitad de la población (64,4% en 2005). En Nariño el índice de pobreza está 15 puntos porcentuales por encima del promedio nacional (50%) y 36 puntos por encima de la meta para el 2015 (28,5%). La situación de la población por debajo de la línea de indigencia es igualmente dramática”. Panorama nada alentador para nuestra gente pues día a día avanza la pobreza, la miseria y el abandono regional. Y no únicamente del Estado colombiano, lo más preocupante es que ese abandono y atraso son factores que se deben a su propia gente y principalmente a la dirigencia regional.

A su propia gente por la sencilla razón que debido a su precaria educación no cuentan con la preparación política que les permita elegir a sus gobernantes y, por otro lado, este factor incide en elementos tan importantes y decisivos como la innovación en los procesos productivos. Sin ciencia o tecnología los pueblos se hunden en un atraso cada vez más notorio que se refleja en las necesidades básicas insatisfechas y en el hecho de que “por debajo de la línea de pobreza se encuentra más de la mitad de la población (64,4%)”. Significa esto que Nariño se encuentra en situación crítica, que su gente se muere de hambre, que no cuenta con acueductos o alcantarillados, que los índices de desnutrición son altos y superiores al índice nacional, que existe desempleo y que no se vislumbra la luz al final del túnel.

Y culpa de su dirigencia que ha sido incapaz de gestar una política de desarrollo estructural para el departamento de Nariño. De nada, o muy poco, nos ha servido el ser una de las regiones que cuenta con el mayor número de congresistas pues este hecho no ha impulsado la economía de nuestro departamento. Muchos de nuestros senadores y representantes juegan un papel insignificante en la política nacional caracterizándose por su habilidad burocrática, su mutismo total y absoluto en las grandes decisiones del país y por ser unos simples gamonales en las entidades públicas u oficiales que les sirven de trampolín a sus aspiraciones electorales. Los grandes recursos que se invierten en ellos entre sueldos, primas y prestaciones, amén de los recursos de sus Unidades de Trabajo Legislativo, se constituyen en saco roto a cargo del pueblo nariñense.

En diferentes informes económicos de las regiones colombianas se reitera la difícil situación del departamento de Nariño: “En el departamento de Nariño, la población con necesidades básicas insatisfechas llega al 43 por ciento, cifra 60 por ciento más alta que el promedio nacional, el déficit de vivienda supera el 56 por ciento, hay 82 por ciento de hogares que no cubren los gastos básicos y las fincas cafeteras solo alcanzan a tener en promedio 1,03 hectáreas. Cito al Departamento Nacional de Planeación y al PNUD, según los cuales, la Región Pacífica “posee las peores condiciones del país al estar (el subíndice de calidad de vida) quince puntos por debajo del promedio nacional”. La situación se ve agravada por las constantes fumigaciones aéreas con glifosato y otros tóxicos, que dañan los cultivos de pan coger. La población indígena del sur del país se ha visto especialmente golpeada por la pobreza”.

Los nariñenses parecemos alejarnos cada vez más de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio ante sus propias realidades socioeconómicas que, como se ha expresado una y otra vez superan y con creces la desigualdad e inequidad del país: “Nariño tiene un alto índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), 43,8%, frente al 27,6% del promedio nacional. Esta situación se puede explicar, en buena medida, por las bajas coberturas del departamento a nivel de servicios básicos, agua y alcantarillado; especialmente en el sector rural. Para 2005 en el área rural tan solo el 14,54% de los hogares tenía servicio de acueducto”. Triste y lamentable realidad que nos posiciona como una de las regiones menos competitivas y rezagada del polo de desarrollo del resto del país.

Por supuesto que los grandes culpables los podemos encontrar en la clase dirigente que se contenta con gestionar, pensando en sus intereses electoreros, la “carreterita” que le permita engatusar a los campesinos o a los indígenas para convertirlos en sus electores. Y da pena decirlo, pero se han convertido en gamonales de entidades públicas en las cuales esquilman el erario y ofrecen dádivas y contratos a falta de ideas o argumentos de desarrollo económico o social. No existe político nariñense que no posea para su provecho una entidad pública, y es únicamente gracias a esta habilidad que se perpetúan en sus curules. La realidad habla por sí sola y es triste y lamentable saber que así seguirá durante muchos años más.

El elector se ha corrompido a cambio de contratos y promesas laborales; y si bien esta es una realidad nacional es, sin duda alguna, más notoria y perjudicial en nuestra región. Las entidades públicas, creadas para generar desarrollo y fomentar políticas de dinámica social, las han convertido en unos burdeles donde cohabitan la corrupción y la incapacidad. Basta ver informes periodísticos de los últimos años donde las cuotas políticas, o testaferros, se encuentran en manos de personajes inescrupulosos, prófugos de la justicia, reos de conciencia, investigados por actos de corrupción y en algunos casos sentenciados y puestos a buen recaudo.

Nariño no aguanta más actos inmorales, lo preocupante es que todo anuncia que seguiremos por la misma senda, por el mismo derrotero de atraso y corrupción. A los pocos que nos atrevemos a exponer la realidad o enfrentarnos a los barones electorales se les margina y se les condena al ostracismo laboral y electoral. Pero todo anuncia que la cuerda tarde o temprano se romperá y que en medio de la tragedia despertaremos sumidos en el abandono, la miseria y la pobreza. Entre nuestra clase dirigente y la corrupción electoral hemos trazado el destino de un pueblo que si bien no merece su suerte, también es factible expresar que la ha fomentado y sostenido. Mientras tanto sigamos en la fiesta electoral donde los mismos gamonales e incompetentes lanzan las redes que les permitan usufructuar la ingenuidad de sus electores; y los jóvenes profesionales se encuentran con la indigna tarea de ser voceros de una clase corrupta que nos ha sumido en la situación en la que estamos. El hambre y la indignidad eligen, mientras la mermelada se escurre por entre las baboseantes manos de unos cuantos e indignos elegidos. ¡¡¡Y Nariño responde: a vencer!!!

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