Ingresé al Heraldo como cronista freelance en abril del año 2012, después de 8 años de residencia y estudio en Europa. Ernesto MacCausland personalmente me encargó que hiciera crónicas judiciales para la Revista Latitud de dicho diario los domingos.
El 23 de junio de 2012 salió publicada esta crónica:
http://revistas.elheraldo.co/latitud/matarte-es-el-unico-proposito-de-mi-vida-72299
A la semana siguiente el señor Ojito, juez que le negó la tutela a la víctima de la historia, se comunicó con el periódico y pidió mis datos personales, la señora Anita González, secretaria de Ernesto MacCausland, le entregó sin mi previa autorización el número de mi teléfono celular privado. El señor Ojito encargó a un empleado suyo (guardaespalda o secretario, o ambas cosas, no lo tengo claro) a que me rompiera los nervios llamándome a toda hora para pedirme primero, exigirme después, que me encontrase con él. A lo cual yo no accedí, mi respuesta fue: “Lo que usted tenga que decirme, dígamelo por escrito en una carta dirigida al periódico”.
Terminé cambiando de número de celular, debido al acoso de este señor. Entonces insistieron, volvieron a llamar al periódico, y nuevamente con Anita González, consiguieron el número celular privado de mi hermana menor, a quien le provocaron un ataque de pánico. Entonces hablé con Oscar Montes, quien junto a Rosario Borrero compartía la responsabilidad de la subdirección del periódico, quejándome por todo esto.
El señor Ojito se presentó personalmente al periódico con la lista de llamadas de su celular personal, para pretender probar que él no me estaba acosando. Exigió una rectificación de página completa, en la cual se me insultaba llamándome “periodista novel y aficionada”, y Rosario Borrero accedió. No me enteré de lo que estaba pasando porque estaba haciendo trabajo de campo en varias poblaciones del Atlántico y el Magdalena.
Al mes y medio, sin embargo, el señor Ojito envió una tutela (impresa en papelería oficial del Tribunal Superior de la Judicatura) a la oficina jurídica del periódico El Heraldo, exigiendo mis datos personales y mi dirección personal. Se declaraba en dicha misiva en estado de indefensión ante mí (¿¿??) y advertía que las cosas no quedarían así. Ante la evidente amenaza implícita en esa carta, fui con mi abogado Fabio Salazar a solicitarle al Heraldo copia de esa carta para colocar las denuncias correspondientes, pero El Heraldo se negó a entregármela.
Ante esto, terminé las crónicas que aún tenía pendientes con MacCausland y me retiré del periódico. Solo mantuve, como único vínculo, el blog animalista, en el cual he luchado denodadamente por año y medio contra la construcción del Coso Matadero de Mascotas, impulsado por el decreto 0915 del ex alcalde Alejandro Char, y por su sucesora Elsa Noguera. También lo he usado para promover permanentes campañas humanitarias a favor de animalitos heridos o en situación de abandono y emergencia. No volví a tener, desde hace ya un año, contacto ni para bien ni para mal con nadie del personal directivo de El Heraldo.
El 11 de agosto de 2013, el periódico El Universal de Cartagena replicó una columna mía titulada: “Yo creo en Antonio de la Rúa”, que había aparecido una semana antes en el semanario El Colombiano de Miami. La primera semana recibí cinco amenazas de muerte de fans de Shakira y un acoso de tal odio, agresividad y virulencia a mis páginas de facebook y mi blog, que tomé la decisión de cerrarlos y bajar el perfil hasta que bajase la marea.
El manager de Shakira en Colombia visitó personalmente la sede de El Universal en Cartagena, para hacer presión y fuertes cuestionamientos al texto. Germán Mendoza Diago, editor general de ese diario, fue muy claro en decirles que en ese periódico hay libertad de expresión y no se censura a nadie.
El 11 de septiembre la columna Yo creo en Antonio de la Rua, fue replicada en el portal web Las2orillas bajo el título, ideado por ellos: “Las miserias de Shakira”.
La semana pasada el periódico El Heraldo, que tiene un aviso comercial permanente de Shakira en su web site, me cerró el blog animalista, sin justa causa, sin avisarme, sin previo aviso, borrando (en el colmo de la grosería) incluso las entradas antiguas del mismo, lo que constituye una clara censura y una violación de las normas básicas del periodismo ético.
Mi posición en esa columna puede ser muy adversa al patriotismo de los barranquilleros que ven en Shakira su símbolo ante el mundo, pero es MI OPINIÓN libre y soberana, y no existe en la legislación colombiana el delito de no adorar a Shakira. Es decir, si yo pienso que ella es una mala persona y explico en un texto las razones por las cuales lo pienso. Es aberrante que El Heraldo tome represalias conmigo por hacer precisamente lo que ellos deberían hacer: investigar, generar opinión y presentar la otra cara de la moneda.
No existen pruebas concretas de que El Heraldo haya cometido esa arbitrariedad constreñido por personas cercanas a la cantante, pero también es cierto que las casualidades no existen. En el fondo, me siento inmensamente aliviada de que se haya roto el último hilo que me vinculaba a ellos. Hay gente que cuando sale de la vida de uno, dan ganas de aplaudirla; y este es el caso.
Solo deseo hacer pública mi experiencia con este diario de provincia, porque a la larga estoy segura de que es algo que le ha pasado a muchas personas antes que a mí. Que por lo menos se sepa.
Cordialmente,
Eva Durán
